REFLEXIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: ARGENTINA, UN PAIS, UN DESTINO


 Se está cumpliendo el primer año desde que nuestro país ingresó al concierto mundial de la pandemia, con el Coronavirus como el gran flagelo que cambió todo el horizonte.

Se le ha llamado "la nueva normalidad" y a ella nos fuimos acomodando los millones de habitantes de este enorme territorio, desde La Quiaca a Ushuaia y desde Leandro N. Alem a Las Cuevas.

Cada jurisdicción debió adaptarse a las consecuencias y enfrentar lo novedoso con la frente alta.

Todo empezó como corresponde, porque todas las instancias entendieron la necesidad de unión.

Por eso era bueno que se realizaran conferencias de prensa para informar lo que se estaba haciendo, y allí estaban el ámbito nacional, con el presidente Alberto Fernández, el área provincia con el gobernador Axel Kicillof y la Ciudad de Buenos Aires, con Horacio Rodríguez Larreta.

Sentíamos orgullo por ver a los tres mandatarios juntos en los paneles, demostrando que se hacía frente al enemigo invisible y desconocido en unidad y avanzando todos hacia el mismo lado.

El tiempo fue pasando, la gente aceptó sin quejas las instrucciones que se daban desde el poder, cumpliendo los protocolos, léase uso del barbijo, lavado de manos, distanciamiento social, etcétera.

Se hablaba como del maná, pensando en la concreción de vacunas, capaces de enfrentar al Covid.

Por supuesto, en el camino fueron quedando muchos soldados, tanto particulares como gentes que estaban en la trinchera de la lucha, como el personal de salud.

Así las cosas con el transcurso del tiempo, lo que en principio fue confinamiento total se fue reduciendo, porque la defensa de la salud ponía en peligro la economía, que sufrió horrores con la situación, y muchas empresas, particulares, comerciantes, etcétera, debieron bajar las persianas porque no podían soportar el costo de la situación.

No alcanzaban los parches para lograr que se mantuvieran los emprendimientos, las Pymes, y entonces se pidió que se comenzaran a abrir las compuertas, lo que se fue dando en forma paulatina.

Por supuesto, hubo actividades que no pudieron levantarse nunca, como la hotelería, el turismo, la gastronomía, ya que se evitaban las concentraciones, las reuniones de personas, todo lo que fuera conglomerados... a pesar de que algunas veces se rompieron los formatos, y cuando al hartazgo comenzó a hacer mella, llegaron situaciones deplorables, como las concentraciones de jubilados para cobrar sus haberes, sin el cumplimiento de los mínimos recaudos.

El 25 de noviembre fue un día D en la historia de la pandemia en la Argentina, por un episodio que ocurrió aquí y trascendió al mundo. 

La muerte del mayor ídolo del fútbol argentino, Diego Armando Maradona, lo que generó multitudinarias manifestaciones de duelo, donde se rompieron todas las barreras y los protocolos, incluso hasta se incitó para despedir al ídolo en su velatorio.

El velatorio fue en Casa de Gobierno y hasta los barras se hicieron presente, saltaron las rejas de la Casa Rosada y generaron preocupación y repudio.

De ahí en más fueron corriendo los días, se llegó al verano con la ilusión puesta en que las anheladas vacunas llegaran a paliar algo del mal del Covid.

Y llegaron las vacunas, aunque en principio fue una sola la que llenó las expectativas, la Sputnik V, es decir, la rusa.

Había que esperar que se aprobara la fase 3 para dar el visto bueno, sin embargo desde arriba se alentó su inoculación, lo que generó algunas rispideces, desde los que decían que aplicarla era envenenar a la gente hasta los que hicieron de la vacuna una bandera de batalla.

La dirigente política de la Coalición Cívica, Lilita Carrió, fue crítica de la vacuna, y no dijo que iba a envenenar a la gente, sino que había que esperar que se apruebe la fase 3, hecho que ocurrió a principios de este año con la publicación de la revista The Lancet.

Lilita, sin embargo, ratificó que no iba a aplicarse esa vacuna, por principios, ya que decía que un régimen que envenena a los opositores no ameritaba aplicarse la vacuna, por más positiva que fuera. Términos que sin duda merecen algo de reprobación pero que son respetables.

Otra cuestión ligada con las vacunas fue el llamado vacunatorio VIP, que tuvo la estampida cuando se descubrió que hubo beneficiarios que se aplicaron la vacuna en el Hospital Posadas, o cuando el periodista Horacio Verbitzky dijo que pudo dársela merced a la gentileza de su amigo, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García.

El escándalo estalló -también se supo que le aplicaron la vacuna en su domicilio de Lomas de Zamora al ex presidente Eduardo Duhalde y familia- y terminó por eyectar del cargo al ministro.

Fueron pasando los días y la situación fue concatenando nuevas instancias. 

La intelectual Beatriz Sarlo confesó en el programa A dos voces que le habían ofrecido la vacuna por abajo de la mesa y resaltó que nunca lo aceptaría. Agregó que prefería morir ahogada de Covid antes que dejarse llevar por una prebenda. Se iba a vacunar cuando le tocara el turno. 

Sarlo confesó que su propio marido, adulto mayor, es un hombre de riesgo y todavía no se vacunó.

La justicia la citó porque dijo que recién diría quién le ofreció la vacuna si se lo pedía algún magistrado. Así fue y mencionó a la esposa del gobernador.

Aquí ardió Troya. El gobernador salió a repudiar a Sarlo, como muchos oficialistas. Sarlo mostró correos en los que su editor, Carlos Díaz, le informaba de la posibilidad de vacunarse para difundir la vacunación, aunque en los términos que se utilizaban podía quedar picando entender que esa política escondía otras intenciones. Porque Díaz le avisaba que no era una campaña política berreta y que no era algo trucho.

Sarlo se arrepintió de haber dicho que le ofrecieron bajo la mesa, y reconoció que esa expresión quería señalar que el ofrecimiento era algo poco correcto, pero se mantuvo en sus dichos.

Hoy llegamos a un año de coronavirus, pandemia, una Argentina que ha tomado el tema vacunas como una bandera política, porque se descubrió que muchos de los vacunados no tienen los requisitos mínimos en cuanto a edad, morbilidades, personal de riesgo, etcétera.

Entonces, en este análisis vale anhelar que cuando se aquieten las aguas todos entiendan que el país necesita que los vientos soplen hacia el mismo lado, para que la Argentina ingrese a un futuro soñado. De lo contrario, seguiremos agrietando las cosas y no hay posibilidad de saber a donde se puede llegar.

Comentarios