FERNANDEZ DIAZ, PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA


 En la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, fue agasajado como personalidad destacada de la cultura el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz.

En la oportunidad se escuchó al escritor y filósofo Juan José Sebreli, quien elogió al premiado y también habló Fernández Díaz quien relató anécdotas familiares y confesiones periodísticas y literarias.

Fue la diputada María Luisa González Estevarena la autora de la iniciativa, que fue aprobada por la Legislatura en setiembre del año pasado.

Después de los elogios de Sebreli, habló el autor de El puñal, La traición, Mamá, etcétera y conductor del programa periodístico Pensándolo bien, por Radio Mitre, todos los días a las 20.

Fernández Díaz agradeció los elogios de Sebreli y comentó que era lector de sus obras. Comenzó diciendo que empezó a leerlo a los 19 años y resaltó: "Sebreli no solo es uno de los grandes escritores políticos de todos los tiempos de la Argentina. Es el último Borges del pensamiento que queda".

Y agregó que (Sebreli) "es el pensador salmón, el que siempre fue contra la corriente y el que pagó un alto precio por ir contra los relatos hegemónicos y bienpensantes de la Argentina".

"Ese relato que se fue perfeccionando desde John Cooke hasta Horacio Verbitsky, que han construido un gran relato por etapas que nos tiene maniatados, no nos permite desarrollarnos y que permeó muchísimo en el mundo de la cultura y que llegó a las escuelas y fue institucionalizado por el Estado durante el kirchnerismo".

En otra etapa del discurso Fernández Díaz se refirió a la narrativa fabricada por el peronismo y sus intelectuales: Ha sembrado en las escuelas una serie de supersticiones y pavadas gravísimas sobre lo que es el mundo y la economía, confundiendo el mérito con el privilegio".

"Es una serie de cosas culturales que han permeado a la sociedad entera: las escuelas, muchos sectores de las universidades, los medios públicos y muchos medios de comunicación. Esa narrativa ha colonizado al ciudadano de a pie. Ese es el verdadero relato hegemónico de la Argentina, que tiene incluso votantes de la oposición, que ha atravesado nuestra historia y que nos tiene en el fracaso y en una decadencia que lleva 50 años".

Tras señalar que durante la década del 60 "la Argentina aun seguía siendo un país bueno. Estaba lleno de cosas horrorosas: la proscripción del peronismo, dictaduras, guerrillas asesinas y el crimen político como metodología. Todo eso es verdad. Pero abajo había una clase media hija o nieta de inmigrantes pujante que creía en la cultura del trabajo, en el progreso y en muchas cosas.No existía marginalidad. Teníamos 2 ó 3 por ciento de pobreza en la Argentina. No teníamos narcotráfico, teníamos industrias y una visión del mundo menos aldeana y menos cerrada".

En este sentido dijo que a su entender la obra de Sebreli se levantó contra "quienes destruyeron ese país bueno y destruyen toda posibilidad de un país normal, que aman esta anomalía que nos trajo a esta terrible decadencia en nombre de un progresismo que no cree en el progreso".

"Es un progresismo profundamente reaccionario. He tenido muchos compañeros con quienes estuvimos codo a codo luchando contra la corrupción y luego la corrupción no les pareció más relevante, lo consideran un asunto menor.

¿Cómo se puede ser progresista y pensar en esos términos sobre el robo al pueblo?¿Cómo se puede seguir siendo progresista animándose con personajes como Gildo Insfrán, que es un modélico, Moyano u otros personajes autoritarios?.

"Contra eso se ha levantado Sebreli mucho antes que yo. Yo simplemente lo sigo como un mal discípulo pero un discípulo al fin, pagando el precio de ir contra esa corriente".

CARMEN Y MARCIAL

Más adelante Fernández Díaz habló de sus padres, Marcial y Carmen, dos asturianos, hijos de dos republicanos que habían dado batalla en la guerra civil español. "Carmen leía solo las novelitas de Corín Tellado y Marcial, una novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Eso era lo único que leían. Compraban todo eso en un kiosko de Pacífico que ya desapareció.

Contó que su madre le regaló la colección Robin Hood (los libros amarillos), que le permitió leer a Artur Conan Doyle, Julio Verne, H. G. Wells, Robert Stevenson y Conrand, que lo hizo descubrir un mundo impresionante.

Su padre lo animó a ver los grandes clásicos del cine, que en ese momento no sabía que eran clásicos. Así aprendió de John Ford, Howard Hawks, George Stevens, William Wyler, Billy Wilder y muchos más, directores fundamentales que lo llevaron a decidir ser escritor.

Se refirió a la columna dominical que se publica en el diario La Nación y explicó que el objetivo era responder y explicar la actualidad desde la cultura, la historia y el pensamiento. "Debo hacerlo como si fuera un ensayo, no puedo hacerlo como los demás, que lo hacen magníficamente bien. Eso me obligó a volver a leer muchísimo y a estudiar".

Fernández Díaz rescató el carácter estético de la prosa y subrayó que en los grandes congresos de periodismo se habla de cómo debe evolucionar la profesión "pero se habla poco del placer estético de leer".

"El goce estético de la prosa fue abandonado por el periodismo y yo quise hacer una puesta estética. Quise que articulismo sea una obra de arte. Lo cual me encerró en un gran problema porque para escribir un artículo necesito más tiempo que para escribir dos páginas de una novela porque me obliga a estudiar, a ver cómo está escrito, a un ejercicio de la prosa y porque quiero que cada uno sea una pieza literaria al mismo tiempo.

Destacó que "los artículos son una obra tan relevante o al mismo nivel que lo que hago en la ficción con las novelas y los cuentos. Realmente, el articulo tiene que recuperar su carácter o su aspiración ensayístico.

En el cierre confesó que nunca imaginó y no estaba en sus planes ser un escritor político.

"En todo caso, en mis planes estaba ser un escritor de aventuras y peripecias hasta de historia. Pero no pensé nunca que iba a terminar, quizás obligado por las circunstancias de un país opresivo que me duele terriblemente, siendo un escritor político".

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