GRANADEROS BICENTENARIO: EL RECUERDO DE SAN MARTIN Y EL EXILIO


         La página web Granaderos Bicentenario recuerda que un día como hoy hace 197 años el padre de la Patria, José de San Martín, partía hacia el exilio voluntario europeo, acompañado solo por su pequeña Mercedes de siete años, un criado llamado Eusebio y por toda su grandeza y gloria.

"Atrás dejaba un continente liberado de las cadenas tricentenarias del oprobio y la esclavitud. Dejaba su orgullo de Libertador. Dejaba honores y títulos, y se embarcaba en un viaje que no tendría retorno, hacia el ostracismo y el olvido de su pueblo.

Partía perseguido por sus enemigos, aquellos mismos que lo habían dejado solo, en su patriada de libertar a la América del Sur.

Y que en su madurez, lo perseguían como perros de presa, buscando su humillación y escarnio, culpa de haberlos despreciado. 

Las acciones militares de un héroe sirven de ejemplo a su pueblo, en tanto que las acciones civiles de ese mismo héroe son una lección filosófica para la humanidad. Y nuestro Padre tuvo acciones militares y civiles por igual, con la misma intensidad.

Sin lugar a dudas, desde aquel día de febrero de 1824, los argentinos comenzábamos un camino de orfandad, camino que aun transitamos.

Volverá en 1829 pero fue tal su verguenza de ver cómo nos matábamos entre compatriotas que no desembarcó y volvió a la lejana Europa, para terminar muriendo en su exilio solitario.

Vale recordar que ayer se cumplieron 192 años de ese último viaje y el profesor Jorge Olarte, integrante de la Academia Nacional Sanmartiniana, es autor de una iniciativa, aprobada por el Concejo Deliberante de Quilmes, para que se construya una pirámide frente a la ribera quilmeña para recordar ese paso de San Martín, con la mirada puesta en Quilmes. Fue el 9 de febrero de 1929.

Sigamos con la publicación de Granaderos Bicentenario.

"Los verdaderos próceres tienen ese karma, el de morir en soledad.

La verdad, que a veces pensamos que lo hecho por el nacido en Yapeyú, tenía su lógica de ser. Quizás el ya percibía, hace casi doscientos años, que el gen, el espíritu argentino, guardaba el germen de su autodestrucción, autodestrucción que hoy nos está alcanzando. Es por eso que prefirió ir a vivir a la vieja Europa, los años que le quedaban de vida, en su armoniosa soledad de prócer.

No quería, ni podía vernos desangrados.

Nos dio libertad e independencia, sabiendo que sabríamos ejercerlass.

Es nuestro destino de argentinos, no haber entendido jamás su mensaje de hermandad.

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