LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ARTURO ILLIA

                                                            Don Arturo Illia


 Por Eduardo Menescaldi 

 Pasaron 38 años, aunque parezca mentira. Hoy se cumplen de la partida de ese gran político y presidente radical, el doctor Arturo Umberto Illia.

Vale la pena recordarlo hoy más que nunca cuando se trata de dar brillo a nuestra democracia, porque su ejemplo y su templanza quedó para siempre en la memoria y el corazón de los argentinos.

Había nacido en Pergamino pero desarrolló sus estudios y su carrera como médico en Córdoba, fundamentalmente en la ciudad de Cruz del Eje, que lo adaptó como un hijo meritorio. Fue médico de la Mutual de Ferroviarios y cuando el golpe de Estado del 6 de setiembre de 1930 lo llevaba a volver a Pergamino, los cordobeses lograron que se quedara en Cruz del Eje, donde estuvo 33 años hasta ser elegido como primer magistrado.

Por el partido radical ganó las elecciones del 7 de julio de 1963, con un peronismo proscripto y gobernó desde el 12 de octubre de ese año a aquel lamentable martes 28 de junio de 1966, cuando la supuesta revolución argentina decidió echarlo con la culpa que le achacaban de ser demasiado lento. Las ilustraciones lo mostraban como una tortuga...

Sin embargo el tiempo le dio la razón a su condición enorme de ser humano y político.

Cuando lo echaron de Casa de Gobierno se fue a su domicilio a rehacer su vida y terminó sus días hace 38 años con humildad y austeridad como había vivido siempre.

Don Arturo -una obra teatral de Eduardo Rovner lo pintó de cuerpo entero, en el papel actoral que interpretó Luis Brandoni- le dijo al militar que lo echó de Casa de Gobierno, frente al regimiento de Granaderos, que iban a lamentar semejante atropello. "Usted se va a arrepentir de lo que está haciendo..." le dijo.

Pasaron los años y ese militar lo reconoció muchos años después -el coronel César Perlinger- con una carta de disculpas dirigida a Don Arturo y reconociendo que aquello que había dicho se apoyaba en la realidad que el político sabía interpretar como nadie.

Arturo Illia dejó como testimonio un inventario de sus pertenencias cuando fue echado y solo leer ese documento sirve para reconocerlo en toda su dimensión. Un contraste enorme con la actualidad y los políticos que están a años luz de ese inventario de bienes que suelen acumular.

Mi tío Néstor era taquígrafo de la presidencia de la Nación, cuando Arturo Illia era presidente y contaba anécdotas que lo mostraban en su real magnitud. Alguna vez el taquígrafo abría la puerta del despacho presidencial y encontraba al doctor Illia atendiendo a un paciente en una camilla. Ante la sorpresa del taquígrafo, el doctor le comentaba: Es un muchacho de Cruz del Eje, y me pidió que lo revise.

Los historiadores devolvieron a este político el lugar merecido, después de los desplantes que tuvieron sus pares y contemporáneos. Hoy es reconocido como el más grande y más honesto de los presidentes argentinos.

Y a la hora de evaluar su actuación como presidente, reivindican sus acciones y coinciden en que su derrocamiento tuvo detrás, por ejemplo, la acción de los laboratorios, por la ley Oñativia y los intereses que afectaba.

Parte del periodismo también tuvo su responsabilidad en ese golpe de Estado, porque se encargó de denostarlo y humillarlo. Por ejemplo, la revista Primera Plana, donde escribía entre otros el doctor Mariano Grondona, autor del famoso comunicado 150 en 1962 con el enfrentamiento militar entre colorados y azules.

Illia se murió en los albores del 83, el año del definitivo retorno de la democracia. No pudo disfrutar de los aires de este sistema, que sigue vigente y que por más debilidades que pueda tener sigue siendo el mejor de todos. De todas maneras el legado del Doctor Arturo Umberto Illia vale para que la democracia sea valorada cada día más.


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