Que el mundo está cambiando no caben dudas. La pandemia, el coronavirus, el confinamiento, la vacuna contra el Covid, etcétera, conforman un combo explosivo. Pero a estos males de la llamada nueva normalidad se le suman hechos que suceden en el mundo que parecían imposibles.
Hoy se vive esta cuestión desde Estados Unidos, con las imágenes de desmanes en la zona del Capitolio en Washington, con los partidarios del presidente que debe dejar el poder el próximo 20 de enero, Donald Trump, que quieren "defender la democracia" y abogan por la permanencia del presidente que perdió las elecciones tiempo atrás y no se resigna a entregar el mando.
Un video muestra a manifestantes rompiendo un vidrio del edificio, que es el Congreso de los Estados Unidos, con la intención de ingresar.
También otros ingresaron al Capitolio, uno de ellos con una bandera confederada. Hubo incidentes y se supo que falleció una mujer que fue baleada.
La alcalde de Washington decretó el toque de queda desde esta noche a mañana a las 6.
Los argentinos no tendríamos que sorprendernos por un hecho como el citado -debemos recordar lo ocurrido el 10 de diciembre de 2015, cuando llegó Mauricio Macri al gobierno y su antecesora se negó a entregar los tributos de mando- pero cuesta creer que en la catedral de la democracia del mundo, Estados Unidos, se vivan hechos como el de hoy, que nada bien le hacen al sistema. En todo caso ponen sobre el tapete lo que cuesta hoy en día reconocer la victoria del adversario político, elecciones mediante.
El nuevo presidente, Joe Biden, debe asumir dentro de dos semanas y tendrá que soportar la intolerancia de un político con soberbia e intolerancia. Seguramente el presidente argentino, Alberto Fernández, lo va a mandar a consultar a un psiquiatra. Trump, un presidente alocado que se está yendo con demasiado ruido...
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