INFOBAE Y UN RECONOCIMIENTO AL HELADO DE LOS BORTOLOT


 Quilmes tiene algunos productos que la hacen diferente, o que marcan su identidad, léase los alfajores Capitán del Espacio, la famosa Cerveza creación del empresario Otto Bemberg allá por 1890 -de ahí el rótulo de cerveceros para que simpatizan por el decano del fútbol argentino, que nació tres año antes-, y también el helado tiene marcas que distinguen a la ciudad.

Es el caso de El Piave, una tradicional heladería de la ciudad, que también tiene locales en otras partes del conurbano sur y que son la creación de una familia heladera por antonomasia, que le puso el nombre del pueblo de sus orígenes en Italita, precisamente El Piave.

Hoy Infobae, a través de la periodista Camila Hernández Otero, reproduce una charla con Federico Bortolot, quien llegó al país en 1948 en un barco, con su padre y tres hermanos.

Eran tiempos en que se decía, no sin una sonrisa, que los argentinos descendían... de los barcos. Cómo no recordar al Giulio Cesare, que traía inmigrantes de la península para venir a "hacer la América". Así llegaron los Zanón, que instalaron en el país el famoso Ital Park o el propio cantante Nicola Paone, con su Cafetera, Ciao paisano y tantos éxitos que lo hicieron inmensamente popular (más tarde se fue a los Estados Unidos).

Lo mismo propia comentarse de don Luis Dazzán, quien se instaló en Berazategui y creó la famosa bicicletería, y el amor por el ciclismo, que él también profesaba, generó que su hijo Octavio en aquel histórico 25 de junio de 1975 se consagrara a los 18 años campeón mundial juvenil de velocidad, en Lausana, Suiza.

Don Bortolot, con casi 85 años, dice en esta nota que es un italiano con corazón argentino y proclama que "este es mi lugar en el mundo".

Don Federico cuenta que es originario de Zoppe di Cadore, en el Véneto, y que es el eslabón central de cinco generaciones de heladeros.

Cuenta que su abuelo vendía en forma ambulante el helado en Austria y su padre, Angelo, tenía una heladería en Capua, donde conoció a la madre de Federico. 

La venida a América se debió a la segunda guerra mundial, se buscaba un destino después de tanto horror y dolor. El comienzo fue en Mar del Plata, por supuesto vendiendo la magia de las cremas heladas. "Teníamos unos triciclos y llevábamos el helado con sal gruesa, pero no nos fue bien".

Las cosas fueron cambiando y con una sonrisa reconoce que su padre le dijo, cuando compraron una casa con teléfono, que habían conquistado la América. 

Los locales de El Piave se fueron multiplicando consiguiendo distintas franquicias en la provincia de Buenos Aires e incluso en la Capital. El último de sus diez locales lo abrió Federico en Barracas, en la esquina de Montes de Oca y Olavarría. Los otros nueve están repartidos entre sobrinos y nietos. Uno de ellos, en Quilmes, otro en Bernal.

Don Federico sigue en actividad y le comenta a la periodista con orgullo que en la semana hizo un nuevo gusto: Rosso di sera buon tempo si spera, cobertura de frutos rojos que realza los sabores.

El empresario muestra su amor a la Argentina y dice que se siente Gardel aquí y en Italia, un argentino. Cuando se le pregunta si no hubiera vuelto a Italia por tantos avatares económicos de nuestro país, no duda: "Los vaivenes los vivimos todos en cualquier lugar del mundo, es una tendencia global. Los gobiernos de cada país deberían habernos dado a todos los inmigrantes por lo menos una posibilidad de rever a su origen

Dice que la unión de la familia es el secreto del éxito del negocio y cuenta la anécdota del mundial de Helado en Italia. "Entre con la bandera celeste y blanca en la mano". Los primos son reyes del helado en Alemania. 

El remate es el secreto de un buen helado: "la materia prima tiene que ser excelente. Que la fruta sea fruta de verdad con recetas con un siglo de historia. El proceso artesanal también cuenta mucho, siempre sumamos tecnología y capacitación a los maestros heladeros".

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