HISTORIA DEL RADIOTEATRO NACIONAL, EL LIBRO DE MARIA MERCEDES DI BENEDETTO


 Vale destacar el libro Historia del Radioteatro Nacional, de la quilmeña María Mercedes Di Benedetto, que acaba de aparecer editado por Serendipidad (Digamos que Serendipidad es una expresión utilizada con el fin de referirse a la capacidad de aprovechar aquello que se encuentra sin buscarlo. Cuando se está en procura de un conocimiento, una solución o situación que no guarda relación con lo que se busca. Quien aplica la Serendipidad desarrolla la facultad de almacenar información, experiencias y conocimientos entre otros para ser aplicado a futuro).

Una gran investigación sobre la historia de este género, el radioteatro, que durante tantas generaciones recreó los oídos y la fantasía de los oyentes que se prendían a la radio para vivir historias, pasiones, sentimientos, imágenes que llevaban al que oía a navegar situaciones mágicas y apasionantes.

Hay una definición del periodista Carlos Ulanovsky sobre el libro, que merece ser reproducida. "Recorrer la historia del radioteatro es también asomarse a la historia del país, al menos desde el inicio de sus décadas más celebradas, las del treinta, cuarenta y cincuenta. Este excelente trabajo prueba que lo que digo no es una exageración.

Refiere que la autora es bibliotecaria, docente de lengua y de literatura, guionista de radio y televisión, recibida en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER) y describe que Mercedes aborda con minuciosidad de entomóloga y curiosidad de cronista juvenil ese mundo fabuloso que fue la radio-espectáculo de 1935 a 1960, y en ese marco, la evolución de esos espacios que, parafraseando al maestro Alberto Migré, permitían imaginar, aunque se estuviera haciendo otra cosa a la par de escucharlos, y alcanzar la fantasía del ideal romántico, aunque en la vida real resultara imposible replicar lo que sucedía en la ficción. Esta es una investigación exhaustiva, seria y generosa que merece la máxima difusión y llegada al lector".

DIAS DE RADIO

Bien dice Ulanovsky que el tiempo tomado del radioteatro abarca desde la década del 30 y se extiende hasta comienzos de la del 60 (cuando aparece la televisión por aire, que va demoliendo las intenciones del radioteatro, que siguió pero con menor fuerza y que incluso tuvo que sufrir los embates de un funcionario de la dictadura, Federico Frischknecht que encerró a las emisoras en un solo lugar, el emblemático edificio de Maipú 555, edificio que tiempo después sufrió un incendio, con trágico saldo y que derivó en una puñalada trapera al radioteatro). Este mismo Federico fue interventor en la Facultad de Ciencias Económicas, cuando apareció la primera y enorme computadora (a la que los alumnos llamábamos la Federica, quizás porque antes había llegado otra a Ciencias Exactas, traída por Luis Federico Leloir, a la que apodaron Clementina, por una canción de moda).

Vale subrayar que las décadas que investiga la autora sirven para refrescar la memoria, por esos programas que pegaban los oídos al aparato o que se conocían por los recuerdos transmitidos por padres y abuelos.

Hay muchos testimonios en el libro, que encierran ese espíritu maravilloso de imaginar el estudio de radio, que nos transportaba a épocas, tiempos, sentimientos, pasiones.

Como dice el libro en síntesis el radioteatro generalmente atrapaba por esa historia de un cuento de hadas actualizado.

Los pilares de estas historias generalmente eran el protagonista, la muchacha, el villano y el torpe o bobo. Sobre esos cuatro lados se armaba el cuadrado de una historia que atrapaba y dejaba picando la continuidad cuando el radioteatro se imponía en esos veintidós capítulos de extensión.

Se citan actores, autores, directores, maestros en efectos especiales como la familia Catalán....

ALGUNAS PILDORAS

Tito Donato, el recordado autor -en televisión su División Homicidios llegó a niveles de audiencia increíbles, con el actor José Slavin- habla de la radio y su magia. Así cuenta en el libro que a los cinco años en su casa quilmeña del barrio La Colonia, a unas cuadras de "la famosa laguna",  se escuchaba radio mientras su madre tejía y su papá cantaba La Internacional. "Siempre la radio estaba ahí. Cada dos minutos te ponían un radioteatro y vos escuchabas, escuchabas, siempre escuchabas".

Mercedes nos hace recorrer los históricos programas que marcaron a fuego la radio, poniendo el énfasis en Radio El Mundo que durante mucho tiempo fue la catedral de la audiencia. Con programas, por ejemplo, como Los Pérez García que durante años sumaron audiencias y que marcaron latiguillos, incluso con aquella frase que decía que "vos tenés más problemas que ... los Pérez García", todavía vigente. El autor, Luis María Grau.

Recuerda la llegada de Eva Perón a la radio, interpretando personajes que le escribía Muñoz Azpiri.

No puede faltar entre las menciones de Mercedes, el gran maestro Alberto Migré, quien tenía preferencias por el relator de la historias, Julio César Barton. Con un actor emblemático como Antuco Telesca, el mayordomo enigmático de Rolando Rivas, taxista en televisión.

LA VOZ DE TITO

Vuelve a poner la autora en boca de Tito Donato el amor por la radio. "Lo más importante para mí fue encontrar siempre que la radio te hace vivir, soñar y que vos como libretista o guionista podés poner cualquier cosa en la radio, que no podés poner en el teatro, en el cine o la televisión. ¿Cómo hacés si querés situar a tus personajes en un trasatlántico? Te matan por la producción. En cambio, si escribís trasatlántico y pones buuuu, una sirena y listo. Es maravilloso, un mundo de sueños. La radio es fantasía pura".

Quien esto escribe quiere recordar que una vez fue a los estudios de Radio Nacional, en Maipú 555, para presenciar un radioteatro escrito por Tito Donato, con el título: El misterio del cementerio olvidado. La dirección de Nora Massi y entre las protagonistas había una niña, hija de Ricardo Talesnik (autor de La Fiaca).

Siguiendo con el libro de Mercedes, otros programas del recuerdo, Tarzán con César Llanos y Mabel Landó o la bernalense Aurora del Mar como Juana, Oscar Rovito en el papel de Tarzanito. 

Sandokán, los tigres de la Malasia, el papel con Enrique del Cerro.

Un programa histórico en los 30 y 40, Chispazos de tradición, con José González Pulido. Al respecto la autora cuenta esta anécdota. Una vez, por el éxito que tenían, el elenco amenazó con no presentarse si no le daban aumento. Lo consultó con el director de la radio, Pablo Valle y la respuesta fue esta: Hacé que en este capítulo todos los personajes se suban a una carreta, que vayan cantando con un final bien arriba. Se cruza un caballo y la carreta cae por el barranco. Ahí terminás el capítulo. Después hablás con el elenco y le decís que el que quiera seguir viviendo, que se baje de la carreta. Los que arreglen seguir, se bajan, los que no, caerán al precipicio.

Cada vez que a Pulido no le gustaba un actor mataba su personaje.

EPILOGO

En el epílogo Mercedes Di Benedetto dice que "por encima del espacio y del tiempo la radio rompió códigos, ensanchó límites, acercó el arte y la literatura hasta el umbral de aquellos que no sabían leer, que no podía viajar, que no conocían su derecho a soñar. Como un hada madrina, entró en puntas de pie y dejó sus dones en el alma de la gente.

"Allí quedarán, guardados en ese cofrecito a galena o a transistores, sobre la mesa de luz, en un estante de la cocina, junto a la máquina de la fábrica. Para siempre".

Estos recuerdos del Radioteatro, su magia y su entorno están trazados con maestría por la autora. Un libro para dar rienda suelta a la nostalgia...

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