EN EL DIA DE LA INMACULADA CONCEPCION, MENSAJE DE MONSEÑOR COLOMBO

                                                                Monseñor Marcelo Colombo


 Hoy 8 de diciembre se celebra el Día de la Inmaculada Concepción, como se llama la parroquia central de la catedral de Quilmes.

Y en la oportunidad desde la diócesis se difundió el mensaje del obispo de Mendoza, el quilmeño Marcelo Colombo, quien recordó el 35 aniversario del reencuentro del padre obispo Jorge Novak con su diócesis.

Dice monseñor Colombo que se están cumpliendo 35 años "de un momento de gracia en el camino de la diócesis: el reencuentro del siervo de Dios padre obispo Jorge Novak con el pueblo de Dios tras verse afectado gravemente por la enfermedad que lo había postrado y dejado al borde de la muerte. Con corazón agradecido, me uno a ustedes para hacer memoria de aquel día.

"El 29 de agosto de 1985 el padre obispo se encontraba en Costa Rica para participar del Simposio Interamericano sobre Derechos Humanos. Había sido invitado a realizar una exposición sobre Iglesia y los Derechos Humanos, que finalmente no pudo hacer. Era su compromiso de pastor, su testimonio de creyente, su amor a nuestro pueblo en los momentos más oscuros de la historia, lo que lo había llevado hasta allí.

El 2 de setiembre se manifestaron los síntomas del síndrome de Guillain Barré. Paralizado, postrado y casi en el umbral de la muerte, su vida -tantas veces ofrecida, de tantos modos entregada- tocaba de nuevo, de un modo inesperado, el misterio del dolor humano. Un año más tarde escribía: Cuando el virus de Guillain Barré me redujo a parálisis total, el 2 de setiembre del año pasado, comprendí que me encontraba ante una inesperada y extraordinaria experiencia de Dios.

Fue internado de inmediato en Costa Rica y regresó a la Argentina el 8 de setiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María, en el avión presidencial que había sido puesto a disposición para su retorno. Durante tres meses, permaneció internado en la ciudad de Buenos Aires. Fueron meses de una larga y paciente convalecencia, que le permitió recuperar paulatinamente su movilidad. Fueron también meses de silencio, oración y reflexión, que le permitieron madurar y ahondar aun más su compromiso de creyente y pastor profundamente compasivo con el dolor humano.

El 8 de diciembre de 1985, finalmente, en la fiesta patronal de la diócesis, pudo reencontrarse con su comunidad diocesana. Esa comunidad que oraba por él y lo aguardaba con ansias, esa comunidad que él mismo nunca dejó de amar, cuidar y guiar desde su corazón de buen pastor. Fue un día inolvidable para quienes estuvimos allí, embargados por la emoción y la alegría del reencuentro. Es un día imborrable en nuestra memoria, compartida como pueblo de Dios.

Ante la Virgen, el padre obispo rezó con estas palabras: "Por la misericordia del Padre y la oración del pueblo de Dios, que recurrió a ti, vuelvo a la vida y vuelvo a ser el Pastor de esta diócesis de Quilmes.

En este día de júbilo de las fiestas patronales, quiero, en la presencia de todo este pueblo de Dios, tomándolo como testigo, colocar en tus manos y en tu corazón la nueva gestión que el Señor quiere que haga en su nombre a favor de estos sus fieles que El rescató con su sangre en la cruz.

Quiero ser el amigo del Esposo que custodia celosamente su comunidad y la sirve incansablemente. Quiero que me ayudes, Santa Madre de Dios,

-a elegir siempre el estilo de Jesús y de sus Apóstoles.

-a considerar como única seguridad personal de inseguridad de los más débiles;

-a considerar como única riqueza la pobreza de los carenciados;

- a considerar como única gloria la humildad de aquellos que no tienen nada, que no pueden nada;

-a escoger la gloria de estar junto al más necesitado, junto al más desamparado, con la sencillez con que estuvo Jesús y como lo hicieron los Apóstoles".

Esta oración deja traslucir con toda transparencia el corazón del padre obispo Jorge Novak. Al releerla este 8 de diciembre, la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de la diócesis, y conclusión del Año Mariano Nacional, podría inspirar también el compromiso de nuestro amor en este momento de la historia y de nuestro pueblo. Respondiendo a la emergencia sanitaria de una pandemia mundial y todas sus consecuencias, nos alienta una vez más el testimonio de nuestro primer Pastor: elegir el estilo de Jesús, estar junto a los más débiles y sufrientes, cuidar hasta el final la vida de nuestro pueblo. Y podemos invocarlo a él, que sigue acompañando nuestros caminos, para que por su intercesión, el Dios de la vida alivie el dolor de quienes sufren, acompañe en su recuperación a quienes están enfermos y renueve nuestra capacidad de amar.
Permítanme unirme a ustedes, en sus comunidades o en la intimidad del hogar, para rezar en este tiempo esta oración:

Cristo, Pastor bueno, te damos gracias.

porque en el padre obispo Jorge

nos diste un pastor según tu corazón,

amigo de Dios y de los pobres, 

misionero incansable, 

defensor de los derechos humanos, 

servidor de la unidad de los cristianos.

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