OBISPADO DE QUILMES: EL PAPA SALUDO POR LA MISA DE LA ESPERANZA



     La Diócesis de Quilmes celebró su XXV Misa de la Esperanza de manera virtual, con el lema “Tiende tu mano al pobre”, en el marco de la Jornada Mundial de los pobres. Y el Papa Francisco envió un saludo al pueblo de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela, por la 25° edición de esta característica fiesta de la diócesis e invitó a “tener la mano al pobre para que también otros tiendan la mano a nuestra pobreza y nos curen por dentro”.

El Obispo de Quilmes, Carlos José Tissera, presidió la misa junto con el Obispo Auxiliar Marcelo (Maxi) Margni desde la capilla del Obispado y se unió a la diócesis a través de los canales de Youtube y Facebook. En su homilía destacó que “La esperanza nos libera del miedo y del aislamiento del egoísmo y la comodidad. La esperanza nos enciende para iluminar en medio de la noche del dolor y de la impotencia; ella nos anima para sostenernos unos a otros y gestar lo nuevo, lo inédito, eso que sólo el amor puede hacer: una nueva humanidad”.

También el Obispo Tissera parafraseó al Papa Francisco para invitar a toda la feligresía: “El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad” (del mensaje para la 4ª Jornada Mundial de los Pobres).

Asimismo, agradeció a los hermanos y hermanas que durante esta pandemia dedican su tiempo y sus energías “para «tender la mano al pobre», a todos aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino. Esos gestos de amor son testimonio de Jesús vivo entre nosotros”.

Los días previos a la misa -miércoles 11, jueves 12 y viernes 13 de noviembre- se realizaron jornadas de reflexión y se abordaron temas como "Oración y Solidaridad", la "Opción por los pobres""La vorágine de la indiferencia""Manos de consuelo""Una nueva fraternidad" y "Finalidad de nuestra acción «El Amor»". .Estas jornadas estuvieron animadas por los padres obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicas y laicos, y fueron transmitidas por www.youtube.com/DiocesisQuilmesOficial



La Misa de la Esperanza se puede ver en https://youtu.be/0cGtOJQLjnE

Y el saludo del Papa Francisco a la Diócesis de Quilmes se encuentra en https://youtu.be/uH91s7vtNPA.

    HOMILIA DE MONSEÑOR TISSERA


"La esperanza es el gran tema presente en las celebraciones de estos últimos domingos del tiempo litúrgico. Hoy, acabamos de escuchar la parábola de los talentos. Jesús nos invita a considerar cuáles son las grandes motivaciones de nuestra vida.

      "Los talentos representan la gran riqueza que Jesús nos ha confiado: su Palabra, el proyecto del Reino, la fuerza de su Resurrección y el don del Espíritu Santo. La parábola nos confronta con nuestra vida. ¿Cómo aprovecho ese patrimonio cristiano en mi vida personal y comunitaria? ¿De qué manera compartimos y difundimos este gran regalo de Dios a la humanidad? ¿Cómo los cristianos construimos el Reino de justicia, de verdad, de amor y paz en estos momentos de la humanidad?


 LA DESOCUPACION 

 Y EL HAMBRE


"Hace veinticinco años, en momentos que la pobreza, la desocupación y el hambre golpearon duramente a las familias de este sur de Buenos Aires y de todo el país, el Padre Obispo Jorge Novak organizó la Misa de la Esperanza. Él era cristiano hasta los tuétanos, hasta el “caracú”. Por eso, no dudó para convocar a una Misa de la Esperanza, e invitó a todos a rezar, a acudir a ese Dios que siempre escucha al pueblo que sufre (Cfr. Ex. 3, 7). Novak era un hombre que confiaba en Dios en medio de las angustias, como enseña el libro del Eclesiástico: “Endereza tu corazón, sé firme, y no te inquietes en el momento de la desgracia. Únete al Señor y no te separes, para que al final de tus días seas enaltecido. Acepta de buen grado todo lo que te suceda, y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación. Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios, en el crisol de la humillación. Confía en él, y él vendrá en tu ayuda, endereza tus caminos y espera en él. Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer” (2, 2-7)

"La esperanza es la que nos mueve a seguir confiando y a no cansarnos en la entrega y el servicio. “La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables… el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario: la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres” (Francisco, Mensaje IV Jornada Mundial de los pobres)

"Es el mismo Dios que me dice: “tiende tu mano al pobre”. Este versículo del libro del Eclesiástico es el que ha elegido el Papa Francisco para esta IV Jornada Mundial de los pobres.

“El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad” (Ibid. 4)

“Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver! La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo” (Ibid. 6)

El Papa Francisco también dice en su Mensaje: “Tiende la mano al pobre” destaca, por contraste, la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices. La indiferencia y el cinismo son su alimento diario. ¡Qué diferencia respecto a las generosas manos que hemos descrito!... Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas. Y también hay manos tendidas que, en el puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan… No podemos ser felices hasta que estas manos que siembran la muerte se transformen en instrumentos de justicia y de paz para el mundo entero” (Ibid. 9)

La pandemia ha venido a agravar muchos flagelos que padecía nuestro pueblo. Las sucesivas Misas de la Esperanza han ido señalándolos claramente: en el 2012 pedíamos una tierra para todos; en 2013, decíamos NO a la trata de personas; en el 2014, suplicábamos que la droga no nos robe la esperanza; en el 2015, proclamábamos que “tierra, techo y trabajo son derechos sagrados”; en el 2016, en los 40 años de la diócesis, cerrando el Año de Misericordia, el lema era: “Salgamos al encuentro de quienes están lejos”; en el 2017, tomábamos el lema de la Primera Jornada Mundial de los Pobres: “No amemos de palabra sino con obras”, y denunciábamos el crecimiento alarmante de la pobreza; reclamábamos una mejor atención a los jubilados y anunciábamos la próxima inauguración del Refugio “Jorge Novak, amigo de los pobres”; en el 2018, con la presencia del Nuncio Apostólico, Mons. Kalenga, uníamos la celebración de la Misa de la Esperanza con la Jornada Mundial de los pobres, y suplicábamos: “Escucha, Señor, el clamor de los pobres”. Y el año pasado, decíamos: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”, cuando el país estaba sumido en la emergencia alimentaria y se convocaba a una Mesa contra el hambre.

Meses atrás, el Papa Francisco nos regaló en sus audiencias generales unas verdaderas lecciones de Doctrina Social. Entre otras cosas nos dijo:

“Nosotros estamos viviendo una crisis. La pandemia nos ha puesto a todos en crisis. Pero recuerden: de una crisis no se puede salir iguales, o salimos mejores, o salimos peores. Esta es nuestra opción. Después de la crisis, ¿seguiremos con este sistema económico de injusticia social y de desprecio por el cuidado del ambiente, de la creación, de la casa común? Pensémoslo. Que las comunidades cristianas del siglo XXI puedan recuperar esta realidad —el cuidado de la creación y la justicia social: van juntas—, dando así testimonio de la Resurrección del Señor. Si cuidamos los bienes que el Creador nos dona, si ponemos en común lo que poseemos de forma que a nadie le falte, entonces realmente podremos inspirar esperanza para regenerar un mundo más sano y más justo”

Este año azotado por la pandemia y sus consecuencias, constituye un desafío para toda nuestra sociedad; “el Evangelio de la fe, de la esperanza y del amor nos invita a asumir un espíritu creativo y renovado. De esta manera, seremos capaces de transformar las raíces de nuestras enfermedades físicas, espirituales y sociales. Podremos sanar en profundidad las estructuras injustas y sus prácticas destructivas que nos separan los unos de los otros, amenazando la familia humana y nuestro planeta” (Francisco; agosto de 2020)

En esta XXV Misa de la Esperanza, con el Padre Obispo Maxi, quiero agradecer a la Vicaría de la Solidaridad que cada año se encarga de su organización; es una celebración muy significativa, no sólo para la Iglesia diocesana, sino para todo el pueblo de los tres partidos de Berazategui, Florencio Varela y Quilmes.

Agradecemos a tantas hermanas y hermanos que durante esta pandemia están dedicando su tiempo y sus energías para “tener la mano al pobre”, a todos aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino. Esos gestos de amor son testimonio de Jesús vivo entre nosotros.

La Virgen de la Esperanza nos ayude cada día a sanar nuestro mundo herido, con gestos de servicio humilde y de cálida ternura".


 



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