HOSPITAL DE QUILMES EN LUCHA: CARTA A LOS VECINOS


 Los trabajadores del Hospital de Quilmes, que siguen su etapa de lucha por mejores salarios, han dado a conocer un pedido a los vecinos quilmeños.

"La pandemia sigue poniendo en momentos sumamente difíciles al sistema de salud público argentino, situación que en perspectiva se agrava ante las informaciones que llegan de Europa por una segunda oleada de contagios que derivó en toques de queda en España, Francia, Italia y Grecia. Con más de un millón de contagios en el país y 29 fallecidos (ya se superaron los 31 mil), el agotamiento físico y mental del personal de salud es dramático.

En Buenos Aires, la gravedad de la situación se multiplica porque los funcionarios dicen una cosa y hacen otra.

Para el gobernador Axel Kicillof el "Estado está presente" y "la salud no es un negocio".

Sin embargo, parece que la presencia estatal es solo a través de camas. Los trabajadores y trabajadoras de la salud, tanto provinciales como municipales, sobrevivimos bajo la línea de pobreza y cada vez más cerca de la indigencia. La valorización que hizo el gobernador se implemento en  un 14% de aumento salarial que en todos y cada uno de los hospitales y centros de salud, se definió como una verguenza nacional.
Los sindicatos ATE y Salud Pública fueron parte de esta burla a los que trabajan en la primera  línea, con desafiliaciones masivas, lamentablemente, como contrapartida.

Con el 14% de la ley 10.430 la gobernación garantizó, por un lado la pobreza, y, por el oro, el poliempleo. Si un solo sueldo no alcanza para vivir, la enfermera, el agente de limpieza, el administrativo, el camillero, el técnico o el cuidador hospitalario, deben tener dos o tres empleos que, en tiempos de pandemia, además de acrecentar el agotamiento, resultan absolutamente antisanitarios.

Los segundos o terceros empleos suelen ser brutalmente precarios. La valoración salarial y las condiciones laborales no se condicen con el compromiso de los trabajadores que han puesto en riesgo su, salud, se han enfermado, han quedado con secuelas o han dejado su vida.

También podemos ver que las inversiones en salud son una pantomima. No hablaremos de números como gustan en las cómodas oficinas, sino de hechos prácticos. En el caso del Hospital de Quilmes, nuestro espacio de trabajo, los techos se nos caen en la cabeza, en algunos casos debemos compartir el baño con los pacientes, el equipamiento es de pésima calidad, los guantes se desarman al tocar la mano, no hubo controles sanitarios sobre el personal (durante más de seis meses), se negaron hisopados a los trabajadores -alegando de forma grotesca que son costosos- y el hacinamiento en las guardias es moneda corriente.

Por eso, cuando se relaciona a las manifestaciones públicas con la posibilidad de mayores contagios nos resultad penosamente burlón. Cuando el gobierno nos homenaje, sentimos que se nos está riendo en la cara. Asimismo, parece intensificarse la fiesta de los funcionarios elegidos a dedo que, a mayor tensión de los que están en el frente exponiéndose al contagio, se dedican a practicar la violencia laboral, como fue el hecho denunciado hace una semana por los trabajadores autoconvocados del Iriarte y que derivó en una denuncia formal y una reunión con la dirección del Hospital.

A estas alturas podríamos estar festejando las pequeñas reivindicaciones (sin desmerecer su importancia) que  hemos conquistado con la lucha, como el crecimiento de los números del SAMO (1600 pesos) o las vacaciones de estrés (recientemente otorgadas) pero no alcanza.

En ese rol, para festejar las pequeñas conquistas ajenas, están los burócratas de ATE y Salud Pública con sus ruidosas matracas en oficinas (pagadas por los pocos afiliados que quedan) lejos de los lugares de trabajo y de exposición.

Los trabajadores autoconvocados del Hospital Iriarte nacimos en las asambleas, discutiendo, planteando problemas y resolviendo medidas de acción democráticamente. No se puede avanzar si los trabajadores no decidimos entre todos.

Desde la histórica Marcha de la salud por el centro quilmeño a esta fecha hemos movilizado innumerables veces, realizado una olla popular de la pobreza, cortado la Autopista Buenos Aires-La Plata y marchado a la gobernación bonaerense (lugar desde donde nos homenajean) que recibió a 32 hospitales autoconvocados detrás de vallas.
Lo cierto es que después de la muerte de compañeros de salud, del desarrollo de estados de salud críticos o de aislamientos en abandono total, los hospitales siguieron funcionando como si nada, como si fuésemos descartables. Naturalizaron que el sistema de salud público y gratuito, y sus trabajadores y trabajadoras, somos desechables o sustituibles.

La pandemia puso sobre la mesa la importancia estratégica de la salud pero no lo suficiente como para que el gobierno acuerde sueldos, presupuestos de emergencia, medidas y condiciones laborales dignas.





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