La imagen se viralizó y se convirtió un icónico de una realidad que muchos ignoran o se hacen los distraídos.
Diego Jimenez, papá de Abigail, una chica de apenas 12 años con un tumor en una pierna, tomó en brazos a su hija llorosa y caminó cinco kilómetros porque no los dejaban pasar en la frontera de Tucumán con Santiago del Estero. Un policía no permitió el ingreso del vehículo y entonces el padre actuó de la forma señalada. Ocurrió en Santiago del Estero y fue el horror de un país que pone fronteras a los derechos humanos.
Lamentablemente, no hubo una reacción en cadena de los que se dicen defensores de los derechos humanos, y solo la viralización del episodio sirvió para conmover a algunos.
El propio intendente de Río Hondo se sintió tocado y públicamente pidió disculpas al padre, a la madre, a la nena y prometió que no iba a pasar más. Dijo que había hablado con la familia y explicado su indignación.
Este es el famoso país que no miramos, el que necesita un fallo de la Corte Suprema para que la gente varada en la entrada a Formosa pueda volver a su lugar, como si se tratara de otro país.
Estas son las cosas que sacuden y que obligan a sostener que muchos suelen vivir del doble mensaje, y a la hora de los bifes cocinan lo peor del ser humano para gambetear el sentido común.
Ojalá que nunca más se tenga que hablar de hechos como el que pasó con este papá, esta nena y esta madre en una Argentina que no se merece estos malos ejemplos.
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