VENEZUELA, MADURO, EL INFORME... Y LA GRIETA SIN FIN


 El caso Venezuela y la posición argentina en la ONU volvió a generar chispazos en las relaciones entre nuestro país y el país caribeño, azuzadas sin duda por los integrantes del oficialismo que cultivan el culto del chavismo.

El ministro de Relaciones Exteriores argentino, Felipe Solá, brindó su informe y la posición argentina, y se ganó la oposición del presidente venezolano, Maduro, quien se inmiscuyó en los temas interiores argentinos y aseguró que Solá había quebrado los logros del kirchnerismo en la época de Néstor. Además, el canciller venezolano le dio duro a Solá y al propio Alberto Fernández.

Para sumar más leña al fuego, se escucharon las voces de Hebe de Bonafini, Luis D´Elía, y otros kirchneristas que "venezolizaron" la situación, avivados por la acción de la embajadora Alicia Castro, quien alguna vez fue representante argentina en ese país, en la era Chávez, y que ahora era postulada para la embajada en la Rusia de Putín. Alicia Castro, que inició su carrera política desde el sindicato de aerolíneas, se mostró enojada por la posición argentina y amenazó con no aceptar la embajada rusa.

Para completar este menjunje hace unos minutos el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, habló de Argentina y Venezuela, y la posición del país en la ONU. No fue demasiado claro en sus expresiones, aunque amplió el tema de la violación de los derechos humanos, refiriéndose a lo que ocurre en Estados Unidos con los afroamericanos.

Y fue más fuerte aun: le pegó a la oposición, le pidió que dejaran de apelar al discurso del odio porque, dijo, si seguían así iban a transformar en una ultraderecha antidemocrática y terraplanista. Esto lo dijo en el Senado, con la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, por cierto seguramente hubiera sido distinta la reacción de la oposición si esto mismo ocurría en Diputados. Hubiera sido un escándalo.

Cafiero, que no parece que tengo algo que ver con ese dirigente moderado de principios de este gobierno, fue contundente: "Si no bajan los decibeles, si no se aleja del discurso del odio, va camino a convertirse en una ultraderecha antidemocrática y minoritaria. Me parece que esta suerte de terraplanismo político que tratan de agitar no lleva a ningún lado".

En fin, la grieta que tanto duele en el país sigue creciendo y no le hace nada bien a la necesidad de apuntalar la República. Se vienen días difíciles y no sería extraño que la marcha prevista para el lunes por quienes abogan por la defensa de la libertad sea más multitudinaria que nunca.  Habrá una contestación el 17 de octubre con una manifestación virtual del peronismo en la celebración del día de la lealtad.

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