QUILMES CAMPEON 78: SE CUMPLEN 42 AÑOS DE LA GESTA CERVECERA


 Fue el 29 de octubre de 1978 en Rosario. En Arroyito, cancha de Rosario Central, Quilmes le ganaba al local 3 a 2 y se consagraba campeón de primera división, torneo Metropolitano, dejando el segundo lugar nada menos que al Boca que dirigía Juan Carlos Lorenzo.

El Cervecero estuvo ese domingo acompañado por una multitud, que dejó bastante vacía la ciudad y que colmó la ruta 9 como nunca. Incluso se dice que en Rosario nunca se vio tanta gente visitante en un partido (hasta se dijo que hubo más público que en ocasión del partido Argentina-Perú, por el mundial que se jugó ese mismo año en junio).

Quilmes era dirigido por el técnico José Piojo Yudica, junto al preparador físico el profesor Torrecillas, y el eterno utilero Angelito Dellagiovanna.

Una pléyade de futbolistas que entendieron  desde el principio que se podía, y que si bien  tuvieron al principio la amenaza del descenso -eso le costó la salida a la dupla Oscar López-Oscar Caballero- y con la llegada del Piojo todo fue cambiando. Llegaron los triunfos, el crecimiento en la tabla y se llegó al último partido con un punto de ventaja sobre Boca. La victoria en Rosario fue el título, que determinó interminables festejos que tuvieron el climax en el viejo estadio de Guido y Sarmiento en la madrugada del lunes 30 de octubre de ese año (ese día cumplía 18 años Diego Armando Maradona).

El equipo base estuvo integrado por el arquero Bernabé Palacios, los defensores Guillermo Zárate, Horacio Milozzi (goleador), Alberto Fanesi, Tato Medina; en el medio Horacio Salinas, el tano Bianchini, el indio Omar Hugo Gómez, el marplatense Jorge Gáspari (autor del histórico tercer gol de la victoria) Horacio Fito Salinas, los delanteros Miguel Filardo, Pepito Andreuchi (autor de dos goles en la final)...

Fue el máximo logró futbolístico de Quilmes en toda su historia. El club cumplirá 133 años el próximo 27 de noviembre y esta conquista es la única alcanzada en la división mayor del fútbol profesional argentino. Ese logro permitió jugar por primera vez la Copa Libertadores de América (la segunda vez fue con el equipo de Gustavo Alfaro).

Han pasado 42 años de este histórico logro, con una comisión directiva que era encabezada por el doctor Julio Ernesto Cassanello.

Mucha agua corrió bajo el puente. Hubo tristezas y alegrías, ascensos y descensos hasta convertir al Cervecero en el que más veces sufrió esas consecuencias.

Hoy milita en la primera Nacional, la principal categoría de ascenso del fútbol argentino, no sabiéndose todavía cómo sigue el torneo en cuanto a formato. Solo se sabe que vuelve el 21 de noviembre.

El club también sufrió las consecuencias de malas administraciones, con deudas tremendas, pasivos en rojo y la resultante el concurso preventivo para hacer frente a las obligaciones. Y la necesidad de capitalizar a los futbolistas de la cantera para afrontar esas deudas. El último ejemplo, la transferencia del chico Cristian Zabala, quien pasó a Tigre se dice en 40 millones de pesos, de los cuales al club le ingresan algo más de la mitad (el resto es el porcentaje del futbolistas, los gastos de transferencia y el porcentaje del concurso preventivo).

La pandemia, lógicamente, provocó sus efectos y el club ha tenido que adaptarse a la situación, con la vuelta de las actividades con todos los protocolos. La falta de fútbol competitivo determina que algunos socios dejen de pagar la cuota, otros se borran a la espera del retorno -además los partidos cuando vuelvan serán sin público- y eso repercute en las finanzas y en la necesidad de ser austeros y administrar los recursos.

Que la aureola del logro del año 78, que muchos no vivieron y solo se limitan a repetir lo que recibieron de sus padres y/o abuelos, sirve como inspiración para que los que hoy mandan se iluminen buscando lo mejor para el decano del fútbol argentino. Mientras un día como hoy sirve para festejar, aunque más no sea en el ancho camino del recuerdo inolvidable. 

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