En su columna de los domingos el columnista Alejandro Borenstztein comenta con ironía y un dejo de tristeza que lamentablemente el Alberto Fernández moderado, que se había impuesto en las elecciones del año pasado y que pareció seguir en los primeros meses de este año ya no existe, y que ahora se dio lugar al otro Alberto, el que va directo a la confrontación y que sin duda representa mejor que nadie el pensamiento de su mentora, CFK, para muchos analistas la verdadera dueña del poder.
Lo cierto es que en su columna el periodista ironiza diciendo que "si Alberto,quien vive en Puerto Madero, dijo sentir culpa por lo bella que está Buenos Aires, imaginate la culpa que deben sentir Espinoza, Magario y los demás intendentes de esa catástrofe humanitaria llamada La Matanza". Acotamos, La Matanza un distrito gobernado por el justicialismo desde 1983 sin solución de continuidad, y que llegó a poner a su anterior intendenta hoy como vicegobernadora.
"También -dice Borensztein- lo podemos ver como un acto de justicia. Los porteños tenemos que pagar el daño que María Eugenia Vidal, nacida y criada en Flores, le hizo a ese pujante territorio bonaerense que con tanto esfuerzo construyeron Cafiero, Duhalde, Ruckauf, Solá y Scioli entre 1987 y 2015. Son 28 años tirados a la basura por una irresponsable. Por suerte ahora está Kicillof para devolver a la Provincia todo su esplendor".
Hoy la agencia oficial Telam no dice nada de las manifestaciones que se dieron en Capital y otros lugares del país, y sí reproduce palabras de Alberto Fernández, diciendo que alguna parte de la justicia, los medios y otros sectores se la pasaron (en el gobierno de Macri) persiguiendo a opositores, y ahora, en su entender, eso se está subsanando. No solo eso, desagravia a su homónimo, a quien apodaban La Morsa, y los involucraban con la otra cara de la ley... En fin...
En síntesis, se vienen tiempos difíciles si se sigue abriendo la grieta y si los que tienen las responsabilidades de gobierno y oposición siguen peleándose, porque el que sufre es el ciudadano común, la gente, es decir, aquellos a los que los que mandan dicen representar.
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