El 30 de setiembre de 1983, en el estadio de Ferro en Caballito, una multitud escuchaba con emoción el discurso del doctor Ricardo Alfonsín, en el inicio de la campaña de la Unión Cívica Radical, frente a los comicios de un mes después.
Alfonsín recitaba el Preámbulo para cerrar sus discursos y ese latiguillo se convirtió en un catecismo para los seguidores de este gran líder, en lo que era el retorno de la democracia después de la oscura dictadura militar. En ese discurso anunció lo que haría con la dictadura militar, con el rechazo a la autoamnistía y la fijación de tres niveles de responsabilidades: los que dieron las órdenes, los que excedieron y los que las cumplieron.
La elección fue el 30 de octubre de ese año, y los grandes candidatos eran el propio Alfonsín, por la UCR y el peronismo, que postulaba al doctor Italo Argentino Luder a la presidencia de la Nación.
Alfonsín ganaría esas elecciones y asumiría el 10 de diciembre. Una de sus primeras medidas fue el juicio a las juntas militares, acontecimiento histórico, que se tradujo en la creación de la Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas), que encabezaba el escritor Ernesto Sábato y que se nutría con grandes personalidades como Graciela Fernández Meijide, Magdalena Ruiz Guiñazú, el propio doctor René Favaloro, que terminó renunciando rápidamente porque no se iban a investigar los crímenes de la triple A, Hilario Fernández Long, Hugo Piucill, Eduardo Rabossi, Gregorio Klimovsky, Ricardo Colombres, el pastor Marshall Meyer.
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