CUARENTENA: COSQUILLAS EN UN PAIS ADOLESCENTE

Parece que la cuarentena comienza a flexibilizarse, porque si bien todavía falta para el viernes, los trascendidos aseguran que se viene la habilitación de algunas actividades que el retorno a la fase 1 mandó a guardar.
El hecho de estar en "zona de riesgo" por el coronavirus obliga a quedarse en casa, como responsabilidad social y para que el virus tan odiado no llegue a conectarse con uno.
Vamos rumbo a la tri-cuarentena, o sea 120 días de encierro, confinamiento, aislamiento, o como quiera llamarse a este tipo de la vida.
Y el solo hecho de mirar la ventana vale para imaginar un futuro mejor, sin mirar atrás la pandemia económica que va dejando heridos por doquier en el campo de batalla.
Habrá que esperar que los que tienen la obligación de gobernar, por ser nuestros representados, tengan la lucidez necesaria y el equilibrio indispensable para poner en marcha la máquina de la reactivación, de a poco por supuesto de entrada, pero con ritmo de avance para evitar males mayores.
Muchos no aguantaron y el pasado Día de la Independencia hubo una multitud que en muchas ciudades del país salieron con banderas blancas y celestes para expresarse.
La lista de quejas, manifestaciones, preocupaciones, expresiones, llevaron palabras como libertad, justicia, no a la impunidad, repudio a la salida de presos por ineptitud de la justicia, reapertura de comercios, entre otras.
Entiendo que la Argentina es un país adolescente, con apenas casi 37 años de democracia desde su vuelta en esta instancia, que sin duda llegó para quedarse para siempre.
El país adolescente sonríe frente a las cosquillas que le acercan cada vez que al cuerpo social le tocan alguna parte y frente a ello sale como puede.
A veces esas cosquillas producen muecas, porque se advierten grietas que en lugar de sumar restan posibilidades de crecimiento.
Suponer que la marcha del otro día fue anticuarentena es regar fuera de la maceta, porque en todo caso la excusa de la Independencia fue motivo para que espontáneamente muchos salieron a manifestarse, dentro de un derecho que contempla la carga magna, es decir la Constitución Nacional.
Frente a ello es difícil entender algunas manifestaciones que en lugar de unir le agregan nafta al fuego, incluso el propio presidente Fernández, que en lugar de alentar que se termine con el odio pone una cuota de polémica al hablar de odiadores seriales.
El odiador, cualquiera sea su idea política, pertenece a esas huestes que confunden democracia con autoritarismo, que se siente dueño de la verdad pero que no sabe o no quiere entender que todos buscamos una verdad, sabiendo que solo podemos abrazar una parte de ella.
La cuarentena comienza a flexibilizarse, habrá que seguir fieles al cumplimiento de las normas y de los protocolos, que han producido frutos en estos cuatro meses de confinamiento y que son básicos para avanzar.
La Argentina necesita de todos, y más allá de las diferencias propias del disenso democrático, lo importante es que se rinda a la patria el culto de la generosidad, el respeto, la honestidad intelectual y dejando de lado cualquier tipo de mezquindad.

FRASES

En estos días de cuarentena he podido reunir una serie de frases que he escuchado o leído y que me han conmovido.
"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Santiago Kovaloff, parodiando a Einstein).
"La normalidad no existe más. Por eso cuando hay más casos, hay más testeos. Y no cuando hay más testeos hay más casos" (Axel Kicillof, gobernador).
"La cuarentena no es un sacrificio" (Alberto Fernández, presidente).
"La política es más peligrosa que la guerra, en la guerra se mure una vez" (Winston Churchill).

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