CHANY SUAREZ Y EL EMOCIONADO HOMENAJE AL MAESTRO MANOLO JUAREZ

El gran pianista argentino Manolo Juárez "se fue de gira" en estos días y la cantante Chany Suárez lo recuerdo con profunda admiración.
Lo publica en su web la locutora Cristina Oller. Chany describe a Manolo como músico, maestro, compañero de ruta... juego de niños.
Dice Chany que se puso a repasar a los pianistas con los que tuvo la dicha y el honor de compartir sus grabaciones y presentaciones.
"Iba a hacer un posteo sobre el tema mencionándolos. Muchos de ellos fueron discípulos de Manolo Juárez.
Sabía que sobrellevaba problemas de salud. Bien podría instituirse el día del pianista argentino.
Agrega Chany que la prensa podría impulsar el proyecto -sin duda una gran iniciativa- para que no quede en el olvido como tantos otros grandes de la música popular.
"Salvo algunos difusores que tampoco son los que ocupan los espacios mediáticos rimbombantes.
También se me ocurre que algún organismo vinculado a la Cultura podría promover esta acción, ya que poco y nada fue tenido en cuenta por los medios porque tampoco era amigo de las tranzas o el trepaje. Era un exponente polémico.
No iba a escribir hoy. Me era casi imposible de reponerme de la consternación porque, aunque supiera que estaba enfermo y podía acercarse el desenlace, cuando se concreta no deja de sacudirnos emocionalmente por tantas vivencias compartidas.
No le dio adiós porque en medio de la hecatombe que vamos atravesando como podemos, estamos perforados por el dolor de tantas pérdidas dentro del panorama artístico.
Compañeros muy queridos que partieron este 2020 fatídico.
Es como si estuviera a prueba nuestra resistencia a las pérdidas y se multiplicara por tener la posibilidad de acercarnos y hacer el duelo que ya es un proceso traumático.
DUELE... y la pena no me dejó irme a dormir sin expresar todo lo que repasé mentalmente con los sentimientos.
Manolo fue un compositor trascendente con una concepción universal del abordaje musical, con una modalidad novedosa (venía de la música académica mediante la que ganó múltiples premios pero se desenvolvió magistralmente en el folklore con aportes transformadores que lo llevaron a ser pionero, referente y guía para los sucesores, a quienes les dejó la herencia del compromiso, la nobleza y la dignidad).
Inteligente, ilustrado y sensible. Siempre una mirada crítica ante la mediocridad mayúscula y la hipocresía social, un humor de naturaleza ácida (como buen cordobés), pero detrás de esa imponente apariencia brava, se ocultaba un niño en juego constante que con un soplo de cariño le robabas un gesto de dulzura estremecedor.
Recuerda Chany que en el 80 grabaron juntos la Zamba del laurel, que según la prensa quedó como nuestra "marca en el orillo".
No era para menso con el clima de belleza y musicalidad que aportó a la canción.
Creo que no es casual que hoy, ante su ausencia, muchos de los amigos de este fogón cibernético, hayan descargado como homenaje esta bendita obra del Cuchi (su amigo) y Armando Tejada Gómez.
Es una asociación inexorable que surge ante esta zamba sublime que mantiene su vuelo "vivo" y nos une como una familia.
Hace unos días, contaba en una de las largas anécdotas que suelo subir a mi muro, que conocí a Manolo en los estudios Neto, de la calle Venezuela, en el año 1975, cuando Litto Nebbia grababa su disco El bazar de los milagros, en el que participé.
Esa tarde, estaba el Maestro en la sala y durante la espera de la disposición de los instrumentos en el estudio y la toma de sonido, se puso a tocar el piano desafiándome a cantar una zamba de Yupanqui.
¿Cómo no iba a conocer La añera, quien venía asomándose desde el folklore con un primer disco editado?
Ahí nomás nos lanzamos a darle alas a una versión de la zamba que quedó en mi corazón como una de esas medallitas que no quedan materializadas en un trofeo sino prendidas en los oídos del alma.
En el 79, merced a una beca otorgada por Patricio Vega López, director artístico de EMI ODEON, empecé a estudiar teatro con Alejandra Boero, en la calle Paraná, seguí con Raúl Serrano (en la calle San José).
Allí tuve de instructor en expresión corporal a Juan Leyrado y... con el tiempo, la vida quiso que fuera profesora de canto de su hijo Luciano, en la escuela de teatro de Augusto Fernándes, en el 98, tomé clases de danza con Ana Itelman y armonía y composición con el maestro Manolo Juárez.
Allí estaba su estudio en la calle Defensa de San Telmo y me abrió la cabeza en cuanto a la escritura y lectura musical.
Aún tengo el libro de rítmica de Hindemit.
La composición no era mi inclinación más pronunciada... pero estaba ante un maestro nada formal, desestructurado al punto que los alumnos le preparábamos el café mientras se enganchaba a hablar de historia de la música y nos internaba en conocimientos musicales de toda índole... al cabo del paseo por diversos pretextos para involucrarnos en todos los aspectos de la materia colmados de conocimiento, empezaba la clase.
La primera consecuencia fue dar bien el examen de SADAIC, que me tocó una canción con una estructura bastante amorfa, un tanto difícil de musicalizar.
Aprobé el de letra y música. El de letra me fue más aliviado porque venía con el entrenamiento de estar continuamente con enormes poetas y recuerdo que me tomé de ellos durante la prueba de la que salí triunfante con mención especial.
Esos pasos amplios que vamos dando por el impulso del entorno adecuado y generoso... Nunca me cobró una clase.
En 1986 me convocó para estrenar dos musicalizaciones sobre poemas de Federico García Lorca, con motivo del cincuentenario de su muerte.
El homenaje fue auspiciado por la embajada de España en el teatro Presidente Alvear. Se tituló: De sur a sur, Lorca, y lo atractivo de la propuesta fue que cinco compositores argentinos crearan melodías sobre el par de obras escogidas.
Allí canté La Monja (así quedó registrada en SADAIC pero el título original es La monja gitana, que pertenece al romancero gitano y el otro poema fue Herido de amor).
Fue un lujo que esa noche el propio compositor me acompañara en piano. A poco andar impulsó la fundación de la Escuela de Música Popular de Avellaneda.
Otra obra para la expansión del ámbito cultural.
Años después compartimos un homenaje al Cuchi dentro del ciclo Maestros del alma, en la sala AB del Centro Cultural San Martín, en el 93.
En el 94 escribió el comentario de la portada de mi compacto Cada uno de nosotros y se hizo cargo de la oratoria de la introducción en la presentación del álbum.
Ya en el 2001 me acompañó en otro homenaje al Cuchi Leguizamón en el Centro Cultural Borges.
En este momento llegan a mí evocaciones de las frecuentes tardes que venía de visita a mi casa, cuando ya vivíamos más cerca aún, siempre en San Telmo... pero se había mudado del departamento de Defensa y Estados Unidos hacia unas cuadras de mi ubicación.
Recuerdo vívidamente que yo solía hacer paté casero y se lo devoraba.
Se quedó tan fascinado con mi elaboración que ya era un ritual, un código sobreentendido. No faltaba el paté cuando venía. Llegó un momento que además de disfrutarlo cuando andaba de charla por aquí, ya le preparaba un envase para que se llevara una ración y lo compartiera con Beatriz, su compañera.
Se iba contento con su taper como un niño encendido con la sonrisa amplia y toda esta Grandeza (en todo sentido), se transformaba en ternura franca.
Estos son los episodios más valiosos que "no tienen precio". Ya se había consolidado una amistad fraterna que nos hermanó en la música, las comidas y el humor como en un juego de niños.
Te quiero siempre, Manolo. Estoy en vela. Ahora... tal vez pueda conciliar el sueño... que descanses en paz. Abrabeso".
Sin duda una extraordinaria expresión de una artista única, Chany, que recuerda con profunda emoción al maestro Manolo Juárez. Emociona hasta las lágrimas!

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