MOCCIA, EX ARQUERO MATE, COLECCIONA PINES Y BANDERINES

Se llama Darío Nicolás Moccia, y como futbolista fue arquero de Argentino de Quilmes, también jugó en Lanús, Brown de Adrogué, Barracas Central (fue campeón de la Primera D en 1981) y de Dock Sud (campeón de la D en 1984).
En una carta que hoy publica el diario Clarín señala este dato del pasado y subraya que hoy tiene 65 años y que desde los quince colecciona pines (prendedores) y banderines de fútbol.
Actualmente dice tener más de 5000 banderines y unos 10000 pines de todo el mundo.
Agrega que antes de la pandemia había abandonado este hobby pero con el confinamiento se tomó el tiempo para ordenar y catalogar ese material.
Asimismo señaló que pudo terminar su libro De tierra adentro, de los escudos de ligas y clubes del país.
"No es muy buena la cuarentena, pero en mi caso me dio esta oportunidad. Esperemos que se pueda actuar al respecto y que quien tenga un hobby como el mío lo empiece a practicar".

HISTORIA FUTBOLISTICA

En la página Pines y banderines, de la web, Darío recuerda que se crió en Bánfield y que el fútbol fue siempre la pasión de su vida. A los 15 años ingresó a las inferiores de Lanús y a los 18 integró el plantel profesional. A los 20 tuvo que realizar el servicio militar obligatorio, lo que le quitó posibilidades de ser profesional en el Granate.
Comencé a jugar en el tricolor, Brown de Adrogué en 1976, año en que fue cedido a préstamo a Argentino de Quilmes, donde estuvo hasta 1979.
Agrega que por cuestiones ajenas al fútbol pasó en 1980 a Barracas Central y se consagró campeón de Primera D en 1981.
En 1983 pasó a Dock Sud y en el club de la Avenida Debenedetti salió campeón de primera D en 1984. Poco después dejó el fútbol
Comenzó a trabajar en la Municipalidad de Lomas de Zamora y durante varios años fue arquero de la selección municipal.
Define su puesto de arquero -recordemos que ayer, en homenaje a Amadeo Carrizo se celebró el día nacional del arquero- como "el león encerrado entre cuatro líneas para cuidar el arco".

LOS BANDERINES

Darío sostiene que desde los 14 años soñó con tener en sus manos una colección de banderines de todo el mundo, una tarea que no fue tan fácil en los años 60/70. El trabajo fue dando sus frutos a través de las cartas que enviaba a todas direcciones que conseguía. Eran tiempos en que no había Internet. Preguntaba a las embajadas, iba a la AFA a buscar las direcciones de los clubes afiliados directamente, más tarde, a los del interior.
Entre las colecciones que dispone, dice que hay de los lugares más insólitos para el fútbol, por ejemplo el equipo de la policía de las Islas Mayot, en el Oceáno Pacífico, un lugar impensado y soñado, de Papua Nueva Guinea, Malawi, etcétera. 

ALGO DE HISTORIA

En esa página de banderines y pines recurre a la historia y recuerda que los egipcios usaban los banderines en sus carros de guerra y saltando unos miles de años, los cruzados también utilizaban un estandarte o banderín en sus largos peregrinajes. Era un distintivo para diferenciarse.
Más adelante habla del club más antiguo de Gran Bretaña, el Sheffield Football Club (fundado en 1857), que fue la cuna del deporte preferido y más jugado en todo el mundo.
Dicho club empezó teniendo una especie de bandera con su nombre y un incipiente logo. Las primeras se pintaba en tela por algún simpatizante con alguna dote de artista. Más adelante las hicieron bordadas, especialmente por las damas de los dirigentes.
Recuerda Darío que en un partido no identificado el Sheffield FC, antes de un partido, regala al capitán del rival estas banderas, como prueba de amistad.
Ahí nació la costumbre de intercambiar banderines antes de los partidos. Algunos regalaban algo nativo del lugar de residencia, como frutas, verduras y hasta algún animal pequeño.
Con el paso del tiempo y el aporte de los artesanos la entrega de la bandera devino en un banderín, primero cuadrado y de menores dimensiones que aquella bandera, la pintura del bordado y al llegar la serigrafía se popularizó en todo el territorio británico.
Dice Darío que ahí fue el punto de partida del coleccionismo e intercambio en el mundo de banderines, pines, fotos de estadios de equipos, figuritas o cromos.
Una interesante iniciativa que como comenta Moccia ahora se recreó con la pandemia, y como dice se toma el tiempo en casa para ordenar y catalogar todo el enorme material con que cuenta.
También señala que ya registró el libro Tierra Adentro, de los escudos de ligas y clubes de nuestro país.
Vale la pena dar difusión a esta inquietud, que hoy publicó en Clarín.

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