CACEROLAZOS CONTRA LA EXPROPIACION DE VICENTIN

Hay un viejo principio de la química que dice que a toda acción le corresponde una reacción con la misma intensidad y fuerza.
Así parece darse también en la política, porque en estos momentos en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires y en ciudades del interior, sobre todo en Avellaneda y Reconquista, Santa Fe, hay cacerolazos protestando contra la pretendida expropiación de la empresa Vicentín.
Ahora se dice que el presidente de la Nación, Alberto Fernández, estaría escuchando a los que protestan, como dándose cuenta de que el paso que anunció ha generado tanto ruido.
Muchos hombres de derecho -Alberto lo es, incluso hoy se dio el gusto de dar clase de Teoría del Delito, Derecho Penal, en forma virtual con alumnos de la Facultad- han puesto el acento en que expropiar Vicentín -una empresa en convocatoria con juez a cargo- es violar la Constitución y apartarse del estado de derecho.
Entonces, con el ruido de las protestas, puede hacer que en el encuentro que mañana hará el presidente con el CEO de Vicentín se suavice la situación y se busque una salida más moderna y adecuada a los tiempos que corren.
Alberto Fernández está padeciendo hoy más que nunca aquello que se mencionó de un gobierno bifronte, con la pulsión que ejerce el kirchnerismo a través de la vicepresidenta.
Si se recorren todas aristas de la justicia a nivel poder se podrá advertir que el avance del kirchnerismo y de La Cámpora es más que evidente, hoy agregándose la intervención del Servicio Penitenciario y la designación de la doctora María Laura Garrigós de Rébori al frente (esta letrada fue la creadora de Justicia Legítima).
Y volviendo a la intención de intervenir Vicentín, alguien en las redes sociales recordó lo que hizo el general Perón durante su primer gobierno cuando se apoderó de la Cervecería Quilmes, del grupo Bemberg, una acción que el tiempo demostró que fue una auténtico error y que mucho después se corrigió cuando se le devolvió la empresa a sus legítimos dueños.

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