El Papa Francisco ha invitado a "unirnos espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus".
Por ese motivo desde la diócesis de Quilmes se comparte una oración para participar de la jornada interreligiosa que preparó el presbítero Damián Burgardt, asesor de la Comisión de Ecumenismo, relaciones con el judaísmo, el Islam y las religiones de la diócesis de Quilmes.
Acogiendo una iniciativa del alto comité para la fraternidad humana, el Papa Francisco ha invitdo a unirse a creyentes de todas las tradiciones religiosas "en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus" (Regina coeli del 3 de mayo).
En la confianza del Evangelio, se reza:
"Dios de todos los seres humanos,
Dios que sufres con nuestro sufrimiento,
Padre de misericordia y Dios de todo consuelo,
mira el dolor de la humanidad que amas:
el sufrimiento de los enfermos y agonizantes,
el llanto de quienes han perdido un ser querido,
el esfuerzo, tantas veces extenuante,
de quienes trabajan en la atención de la salud,
el desamparo de quienes viven en contextos de vulnerabilidad y riesgo,
la incertidumbre de quienes, cerca o lejos,
han perdido su trabajo, a veces ya precario,
la angustia de millones de seres humanos,
de naciones y pueblos enteros
que enfrentan las consecuencias devastadoras de esta pandemia...
Acoge también nuestra gratitud
por compromiso y la entrega,
con frecuencia heroica, casi siempre escondida,
de tantos hombres y tantas mujeres
que luchan por contener y revertir el avance de la enfermedad,
que acogen y cuidan y alivian y curan
que buscan caminos de superación, que tienden puentes,
que comparten y dan hasta de lo que no tienen...
En ellas y ellos reconocernos
el rostro en verdad humano de nuestra humanidad
y el paso de tu Espíritu.
Uniéndonos a la voz y el silencio
de hombres y mujeres en el mundo entero,
creyentes y no creyentes,
y acogiendo también el gemido de la creación que sufre
ponemos ante ti el dolor y la esperanza:
concédenos ver pronto el fin de esta pandemia
y danos también la gracia de atravesar este tiempop,
de transitarlo, de hacer camino
para poder abrirnos a horizontes nuevos.
Arráncanos de nuestras inercias,
no permitas que pasemos indiferentes,
no nos dejes volver a ser como antes.
Despierta en nosotros la capacidad de amar con compasión,
enséñanos de nuevo a cuidar la tierra, defender al débil, practicar la justicia,
vuelve a mostrarnos el camino de la fraternidad,
recuérdanos la interpelación de los orígenes:
somos custodios de cada hermana y hermano.
Escúchanos en tu amor fiel,
tú, que creas y amas la vida. Amén.
Por ese motivo desde la diócesis de Quilmes se comparte una oración para participar de la jornada interreligiosa que preparó el presbítero Damián Burgardt, asesor de la Comisión de Ecumenismo, relaciones con el judaísmo, el Islam y las religiones de la diócesis de Quilmes.
Acogiendo una iniciativa del alto comité para la fraternidad humana, el Papa Francisco ha invitdo a unirse a creyentes de todas las tradiciones religiosas "en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus" (Regina coeli del 3 de mayo).
En la confianza del Evangelio, se reza:
"Dios de todos los seres humanos,
Dios que sufres con nuestro sufrimiento,
Padre de misericordia y Dios de todo consuelo,
mira el dolor de la humanidad que amas:
el sufrimiento de los enfermos y agonizantes,
el llanto de quienes han perdido un ser querido,
el esfuerzo, tantas veces extenuante,
de quienes trabajan en la atención de la salud,
el desamparo de quienes viven en contextos de vulnerabilidad y riesgo,
la incertidumbre de quienes, cerca o lejos,
han perdido su trabajo, a veces ya precario,
la angustia de millones de seres humanos,
de naciones y pueblos enteros
que enfrentan las consecuencias devastadoras de esta pandemia...
Acoge también nuestra gratitud
por compromiso y la entrega,
con frecuencia heroica, casi siempre escondida,
de tantos hombres y tantas mujeres
que luchan por contener y revertir el avance de la enfermedad,
que acogen y cuidan y alivian y curan
que buscan caminos de superación, que tienden puentes,
que comparten y dan hasta de lo que no tienen...
En ellas y ellos reconocernos
el rostro en verdad humano de nuestra humanidad
y el paso de tu Espíritu.
Uniéndonos a la voz y el silencio
de hombres y mujeres en el mundo entero,
creyentes y no creyentes,
y acogiendo también el gemido de la creación que sufre
ponemos ante ti el dolor y la esperanza:
concédenos ver pronto el fin de esta pandemia
y danos también la gracia de atravesar este tiempop,
de transitarlo, de hacer camino
para poder abrirnos a horizontes nuevos.
Arráncanos de nuestras inercias,
no permitas que pasemos indiferentes,
no nos dejes volver a ser como antes.
Despierta en nosotros la capacidad de amar con compasión,
enséñanos de nuevo a cuidar la tierra, defender al débil, practicar la justicia,
vuelve a mostrarnos el camino de la fraternidad,
recuérdanos la interpelación de los orígenes:
somos custodios de cada hermana y hermano.
Escúchanos en tu amor fiel,
tú, que creas y amas la vida. Amén.
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