GINKGO BILOBA, EL ARBOL INMORTAL DE LA COLONIA QUILMEÑA

En Quilmes lo tenemos en la Plaza de las Colectividades o Plaza Aristóbulo del Valle -Vicente López, Carlos Pellegrini, Aristóbulo del Valle e Islas Malvinas- y vale la pena destacarlo: se trata de un árbol muy especial, que ha sobrevivido a muchos embates.
En Monte Grande aparece en la plaza Mitre, en Sofía T. Santamarina y Alem.
Lo destaca Clarín en una nota especial y recordamos al legendario quilmeño Angel Albertazzi, que se encargaba de promoverlo y convertirlo en un árbol distintivo de la ciudad, o por lo menos en el barrio La Colonia.
El ginkgo biloba es un árbol que sobrevivió a los dinosaurios y la bomba atómica de Hiroshima.
No mueren de viejos y pueden terminar por los rayos, el fuego, el viento o la mano del hombre.
La nota dice que el árbol crece fundamentalmente en China y Corea y menos en Estados Unidos, el sur de Francia, algunas ciudades de España y en algunos puntos de nuestro país, Quilmes por ejemplo.
También en Capital, en el antiguo zoo, el Jardín Botánico, el barrio Parque, en la plaza Belgrano del barrio de Belgrano y el Jardín Japonés.
Es legendario porque se remonta a 200.000.000 de años y era alimento de los dinosaurios.
Durante mucho tiempo se pensó que había desaparecido, pero hubo un médico alemán, Engelbert Kaempfer, quien lo encontró en Japón en 1691 en Japón.
Sobrevivió en China, en monasterios y jardines de los templos budistas, donde se lo cultivaba desde el año mil.

LA BOMBA NO PUDO

El 6 de agosto de 1945 fue un día aciago para la humanidad, porque Estados Unidos lanzaba la bomba atómica causando un enorme desastre en Hiroshima, Japón. Una ciudad devastada, miles de muertos y todo quedó arrasado en un radio de diez kilómetros. Pero a mil metros de donde cayó la bomba ocurrió el milagro: un ejemplar de ginkgo, en el templo de Housenbou, sobrevivió.
Este árbol parece tener poderes porque muchos médicos lo prescriben para combatir la ansiedad, el mal de Alzheimer, los problemas de visión en personas con diabetes, la vasculopatía periférica, los dolores premenstruales, la diskinesia tardía, los vértigos y mareos, la disfunción sexual, el trastorno afectivo estacional, el asma, la dependencia a la cocaína, la hipertensión arterial, la esclerosis múltiple, el zumbido en los oídos, las cardiopatías, la dislexia, la fibromialgia, cánceres como el colorrectal, de estómago, de ovario y de páncreas, las hemorroides, las migrañas, el síndrome de Raynard, la conjuntivitis alérgica estacional, los accidentes cerebrovasculaes, el colesterol alto y la arteriosclerosis.
Mejora la memoria, la velocidad del pensamiento y la atención.
Los estudios realizados permiten asegurar que el árbol pese a ser milenario se parece a un joven de 20 años.
Los árboles ginkgo nunca mueren por envejecimiento.
Pero como ocurre con muchas cosas de la naturaleza -aquí conviene mencionar lo que dice el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, quien mañana cumple 80 años, que a la naturaleza no hay que latimarla ni desafiarla demasiado- la mano del hombre está llevando a la desaparición de esta especie arbórea.
El ginkgo biloba, también conocido como árbol de los cuarenta escudos o nogal del Japón, un árbol único en el mundo y sin parientes vivos, que sobrevivió a los dinosaurios y la bomba atómica, podría dejar de existir por obra y gracia del principal depredador que hay sobre la tierra: el hombre.

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