EL SHOW DEL MINUTO, HUGO GUERRERO MARTHINEITZ

Ayer se cumplió el 52 aniversario del inicio de un programa radiofónico que cambió al medio, con un conductor diferente que se convirtió en maestro de muchos periodistas y conductores.
El programa, El show del minuto, el animador, el peruano Hugo Guerrero Marthineitz.
Hugo había nacido en Lima, Perú, en 1924 y llegó al país en 1955, contratado por Radio Splendid para presentar El club de los discómanos. Fue el primer paso para ser conocido por su particular manera de presentar los discos, con los comentarios de un hombre culto y leído.
Pero su gran fama -ya se lo conocía como el peruano parlanchín- llegó con El show del minuto, por Radio Belgrano, de lunes a viernes de 14 a 19.
Cinco horas en la radio que trasnformaron al medio. Porque no se trataba solo de pasar discos, difundir artistas poco conocidos, sino también realizar reportajes memorables -podían ser Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges o Cortázar los entrevistados- que atrapaban al oyente.
Cambió la relación de la radio con el radioescucha. Fue el primero en sacar al aire a los oyentes, para escuchar opiniones, pelearse y hasta cortarles la comunicación cuando no le gustaba algo que decían.
En ese espacio se podía escuchar a José Larralde y su Herencia pa´un hijo gaucho, un recitado de más de media hora de duración, sin cortes.
O Astor Piazzolla, que en esos tiempos era muy discutido por su forma de interpretar el tango, a quien Hugo le daba un enorme respaldo y lo defendía con todas las herramientas.
Jugaba con el folklore y armaba míticos contrapuntos entre Los Chalchaleros y Los Fronterizos, mezclándolos y hablando de Los Fronteleros o los Chalcharizos.
Hugo presentó en sociedad al cantor de Chascomús, Omar Moreno Palacios, también mostraba a los hermanos Edgar y Carlos Di Fulvio, o bien difundía a los poeta peruanos Nicomedes Santa Cruz y Augusto Tamayo Vargas, este último con su emblemático Esperanza en los días que vienen, cuyo texto se transformó en un caballito de batalla.
Amaba a María Elena Walsh a quien presentaba como La Juglaresa de Buenos Aires, con sus canciones para chicos y las otras, para grandes... como aquella de "qué vivos que son los ejecutivos.... del sillón al balcón... la sartén por el mango... y el mango también".
Esas cinco horas se pasaban como si nada. El oyente aprendía, escuchaba a alguien que le hablaba al oído, que no se callaba, que jugaba con los avisadores y con los telefonemas...
En televisión cubrió también espacios inolvidables con los programas Reencuentro y A Solas.
Hugo era cascarrabias y eso no lo ocultaba, incluso lo mostraba en sus programas cuando algo o alguien  no le gustaba.
En los últimos tiempos se fue encerrando en sí mismo y se quedó sin amigos ni dinero. Terminó en la más absoluta pobreza.
Alguna vez llegó a Bernal para dar una conferencia en la Biblioteca Moreno, cobrando una entrada a gusto del espectador, explicando que no quedaba otra porque tenía que pagar el hotel donde paraba.
Murió en el 2010. Pero ese show del minuto y ese paso por la radio dejó su impronta.
Locutor de alma, se negó a dar el examen cuando se lo requerían para darle el carné habilitatorio. Decía que como tantos otros históricos profesionales del micrófono el examen lo había aprobado con una brillante carrera.

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