CORONAVIRUS: TIEMPOS PARA REFLEXIONAR

La cuarentena, que supuestamente se basa en aquellos cuarenta días de ayuno de Jesucristo en el desierto, se ha metido en el mundo con toda su extensión en estos tiempos de coronavirus.
Y si bien en principio se habla de quince días en que la mayoría de los argentinos y de los habitantes de otros lugares del planeta no salimos de casa, cumplimos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud -lavarse las manos, usar agua y jabón, no tocarse la cara, evitar las manifestaciones, estar a dos metros unos de otros .... y siguen las instrucciones- la realidad habla de lo que puede pasar con este virus desconocido, novedoso, que nos pone a prueba.
Hoy el humorista Rolo Villar se preguntaba, con ironía por supuesto, a qué chino se le ocurrió comer una sopa de murciélago para provocar el pandemonium en un planeta que no sabe cómo reaccionar.
Hoy mismo Italia ha vivido el peor de los días de coronavirus, con 475 muertos, todo un récord, que mueve y conmueve.
En el país se trabaja a full para enfrentar el flagelo para cuando llegue con toda su intensidad, porque por ahora, con 79 afectados y dos muertos, se entiende que recién se viven los momentos previos, ya que se espera que el pico llegue en los próximos días y habrá que estar lo mejor preparados posibles para que la estructura sanitaria nacional no se vea desbordada por el mal.
Hoy se anunció la creación de ocho nuevos hospitales y de adecuación de los UPA (Unidades de Pronta Atención) para enfrentar la cuestión, y entre esos UPA, se mencionó el de Quilmes y el de Florencio Varela.
Seguramente todos seremos diferentes después de que pase el coronavirus por la Argentina. No sabemos cuánto tiempo va a durar, aunque se cree que la cuarentena va a estar más cerca de los orígenes bíblicos que de los quince días que se decretaron hasta fin de mes.
Desde luego, el hecho de haber tomado medidas drásticas con anticipación -léase suspensión de clases, fútbol, espectáculos, encuentros multitudinarios, shows, etcétera- puede ser un paliativo para que cuando llegue el pico se logre lo que todos aconsejan: que la curva no se agrave demasiado y que por el contrario, se achate.
De todas maneras los vientos que soplan no son los mejores, el propio titular de la Organización Mundial de la Salud fue apocalíptico cuando hoy dijo que hay que prepararse ya mismo para lo peor.
Desde los hogares, cumpliendo con los preceptos establecidos, hay tiempo para la reflexión y para evaluar todo lo que viene.
La pandemia tiene su shock humano -con afectados y muertos en todo el mundo- y su shock económico, que se verá traducido una vez que la plaga haga su maldito trabajo.
El mundo globalizado, curiosamente, se ha vuelto más solitario que nunca. Países que se atrincheran, con cierre de fronteras, aviones que no llegan o se van, cientos cumpliendo el rito de la cuarentena si han viajado al exterior y vuelto -más allá de los díscolos que no entienden que la pandemia es un Moloch insaciable que sigue buscando nuevas víctimas- economías que aparecen cada vez más raquíticas... todo es un combo inédito e histórico para el mundo.
Hay quienes recuerdan a los autores que alguna vez imaginaron estas catástrofes, como Brandbury, Verne, Orson Welles, entre otros, de todas maneras cuando se vive en carne propia lo que marca la realidad, que supera con creces a la ficción, hay que tener el equilibrio indispensable para no dejarse llevar por el miedo que paraliza.
Desde los gobiernos, muchos en el banquillo porque en su conciencia debe estar presente lo que han hecho para que el mundo llegue a esta cornisa, habrá que mostrar coherencia, sentido común, equilibrio para enfrentar lo que pasa con mucha cintura.
Quizás esta cuarentena sea el momento más adecuado para reflexionar, porque un virus puede más que los misiles, los pozos de petróleo, las riquezas ilimitadas, la ambición incontenida y tanto más.
El propio Bill Gates lo adelantó años atrás cuando predijo que el mundo podía temblar no por los misiles, las guerras nucleares u otros males mayores, sino por un virus capaz de hacer temblar todas las estructuras del planetas. Como hoy ocurre.
La pandemia va a pasar, más allá del tendal que dejará en el planeta. Y nosotros los humanos, descendientes de la bíblica expresión de un Caín que sigue matando a Abel -nunca más actual la enorme obra Terrenal, de Mauricio Kartum, que se ha venido dando desde hace años en el teatro porteño- tendremos que ponernos los pantalones largos para asumir que la humanidad debe sumarse en el abrazo, la caricia, el mimo, la familia... datos que curiosamente el Coronavirus no nos permite hoy concretar para evitar el contagio.
Dios quiera que el hombre sepa aprender de esta pandemia para ser cada día más humano y menos virulento.
Hay que resistir..,. para que el Amor le gane de una vez por todas al Odio.
(ELM).

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