Dos hechos lamentables ligados al fútbol argentino ocurrieron entre ayer y el sábado.
El sábado en San Luis, futbolistas y allegados al club Victoria agredieron bestialmente a sus rivales de Peñarol de San Juan, en una batalla campal que derivó en varios jugadores visitantes heridos.
Ya desde la AFA, a través del Consejo Federal, se anunció que será inmediata la descalificación del club agresor.
Y ayer, en Liniers, la bronca de los hinchas de Vélez contra quien alguna vez fue su ídolo, Mauro Zárate, hoy en Boca, generó situaciones repudiables como la falta de respeto al himno nacional argentino con una manga de energúmenos gritándole al futbolista, hoy en Boca Juniors, palabras como traidor y otras barbaridades.
Zárate pecó por haber prometido fidelidad a Vélez, donde se inició y alcanzó los picos más altos, y terminar jugando en Boca, por lo que significa económica y deportivamente.
Todo eso se sumó para que se descargara una montaña de epítetos y agresiones verbales, incluso cuando se tocaba el Himno Nacional, teniendo en cuenta que el 12 de mayo se celebra en todo el país el día de la canción patria.
Dos hechos sin duda lamentables, que nos llevan a pensar que la intolerancia y la falta de fair play nos envuelven, como para justificar que transitemos tantas tormentas.
¿Acaso esos que insultaban a Mauro Zárate pondrán la misma energía en repudiar la corrupción, la "viveza criolla", las promesas incumplidas, los cambios "panqueques" de los políticos, etcétera, etcétera?
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