EL RECUERDO DE MARIANO MORENO


En estos tiempos que corren, con mucha confusión e incertidumbre, cuando de próceres se trata vale como nunca recordar a Mariano Moreno.
El 4 de marzo de 1811 en altamar, envenenado por el capitán de la fragata inglesa Fame moría Mariano Moreno, uno de los pilares de la revolución de Mayo.
Había nacido en Buenos Aires el 23 de setiembre de 1778 (el mismo año que San Martín) en el seno de una familia burguesa.
Realizó sus estudios en el colegio San Carlos, actual Nacional de Buenos Aires, egresando con honores.
En Alto Perú estudió abogacía en la Universidad de Chuquisaca, donde tuvo contacto con las obras de los pensadores europeos como Montesquieu, Rousseaau, Voltaire.
Estudió inglés y francés, por lo que pudo traducir El contrato social, de Rousseau.
En su estadía en Sucre y Potosí conoció la peor faceta de la administración española, las injusticias, los saqueos, la opresión y fruto de ese viaje escribió ensayos críticos sobre la administración del Virreinato del Río de la Plata.
En 1805, junto su quinceañera esposa María Guadalupe Cuenca y su pequeño hijo, regresó a Buenos Aires.
Durante las invasiones inglesas editó periódicos de resistencia, pues detestaba el poder de España y bregaba por el libre comercio.
De textos de Manuel Belgrano, redactó la Representación de los Hacendados, con una acendrada defensa del libre comercio de los pequeños ganaderos oprimidos por los monopolios de Buenos Aires.
Tuvo activa participación en la revolución de Mayo de 1810, siendo el mentor de La Gaceta de Buenos Aires, el órgano oficial de la primera junta de gobierno.
El primer número apareció el 7 de junio de 1810 (por eso en la Argentina se celebra el día del periodista). Y esa gaceta, el mensaje era una expresión latina de Tácito, que decía "Raros tiempos de felicidad aquellos en los que se puede decir lo que se desea y es lícito decirlo", proclama clara de la libertad de expresión.
Cuando Saavedra apoyó la creación de la Junta Grande por la Primera Junta, presentó su renuncia y aceptó ser emisario ante Gran Bretaña para lograr el apoyo de la revolución.
El plan de Saavedra de sacárselo de encima dio resultados y en la madrugada del 4 de marzo de 1811 a la altura de Santa Catarina, Brasil, el capitán le suministró un medicamento a base de antimonio y tartarato de potasa, pero 40 veces mayor a la necesaria. Moreno murió entre espasmos y convulsiones.
Su cuerpo fue envuelto en una bandera inglesa y arrojado al mar con honores.
No está claro aun quién impartió la orden, Saavedra había logrado deshacerse de él  y para el alto mando inglés no representaba amenaza alguna.
La historia tradicional señaló que al conocer el desenlace Saavedra pronunció esas palabras que quedaron para siempre: Se necesitaba tanta agua para apagar tanto fuego.
El ejemplo Moreno sin duda hoy más que nunca sirve para que los líderes de hoy, los políticos, los que gobiernan desde el oficialismo y la oposición tomen en cuenta su ejemplo y lo pongan en práctica.

Comentarios