Se cumplen hoy 35 años de la asunción del presidente Raúl Alfonsín, aquel histórico 10 de diciembre de 1983 que significó definitivamente la vuelta de la democracia, luego de los años oscuros de la dictadura militar.
La democracia vino para quedarse, con todas sus debilidades y asignaturas pendientes, pero es el sistema de gobierno mejor de todos.
Recordemos que Alfonsín, que le había ganado las elecciones al candidato justicialista, Italo Luder, decía que con la democracia se cura, se come, etcétera, y recitaba en sus discursos de campaña el preámbulo de la Constitución Nacional, hablando de un país para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Estas tres décadas y medias de democracia tuvieron sus bemoles.
Alfonsín fue el encargado de enderezar la política, se animó históricamente al juicio a las juntas militares, creó la Conadep -Comisión Nacional de desaparecidos- conformada por ilustres personalidades de todos los ámbitos.
Tuvo que lidiar con el fantasma de los militares, que intentaron hacer valer su poder, pero que tuvieron que rendirse ante el coraje cívico del líder radical.
De todas maneras, los militares tuvieron sus intentos, como la Semana Santa de 1987, con Aldo Rico y su asonada, que terminó con Alfonsín concurriendo a Campo de Mayo para abortar lo que pretendió ser un golpe de estado y que terminó con aquella histórica frase de la casa está en orden, no se derramó sangre argentina y .... felices pascuas.
La economía le jugó una mala pasada a Alfonsín que tuvo que entregar el mando en forma adelantada al justicialista Carlos Menem, tras el pacto de Olivos y la reforma de la Constitución de 1994, con la reelección.
Llegó la época de las privatizaciones, de la venta de las "joyas de la abuela", las empresas del Estado, la frivolidad, el "robo para la corona", que sintetizó en su libro el periodista Horacio Verbitzky, y todo lo demás.
La década del menemismo dejó sus secuelas, generando el nacimiento de la Alianza, encabezada por el doctor De la Rua junto a Chacho Alvarez.
La Alianza no prosperó, tuvo sus bemoles, la famosa Banelco provocó la renuncia del vicepresidente Chacho Alvarez y el intento se derrumbó aquellos trágicos días del 20 y 21 de diciembre del 2001.
De la Rua se fue huyendo y llegaron varios presidentes en pocos días, incluido el quilmeño Eduardo Camaño, quien era el titular de la Cámara de Diputados. Pasaron Puerta, Rodríguez Saa... y llegó la transición con Eduardo Duhalde, y sus intentos por aquietar las aguas políticas que estaban embravecidas.
El tiempo siguiente fue el del kirchnerismo, con Néstor primero y Cristina después en dos períodos. La muerte de Néstor cambió el proyecto de perpetuarse en el poder en forma alternada, el pinguino y la pinguina.
Llegó el tiempo de la grieta, la campaña contra los periodistas que no pensaba como el poder que llegaba desde la Patagonia con todo su séquito, hasta que malas praxis en la elección de candidatos, sobre todo el quilmeño Aníbal Fernández elegido por Cristina para la gobernación, que provocaron la aparición inesperada de la gobernadora María Eugenia Vidal en Buenos Aires y de Mauricio Macri en la Nación.
Lo mismo en Quilmes con el ignoto políticamente Martiniano Molina -conocido como cocinero prestigioso- que ganó la intendencia por amplio margen.
El año próximo será electoral por antonomasia, ya que habrá que elegir nuevo presidente, y lo mismo en materia de autoridades en los distintos niveles.
Al cumplirse 35 años de democracia, la realidad, que es la única verdad, habla de asignaturas pendientes en materia de seguridad, educación, justicia, servicios públicos, agua potable, asfalto, cloacas, pobreza, desocupación, etcétera.
Son materias que tendrán que ser aprobadas con el correr del tiempo. De todas maneras hay que resaltar que hoy se habla de democracia firme, que más allá de sus debilidades se consolida día a día como sistema de gobierno, eso sí, vale repetirlo, debiendo comenzar a aprobar las asignaturas pendientes.
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