El indio Patoruzú nació el 19 de octubre de 1928, o a sea que ayer se cumplieron 90 años de la creación del dibujante y artista Dante Quinterno, quien en ese tiempo tenía apenas 18 años y decidió ponerlo en las aventuras de Don Gil Contento, que aparecían en la contratapa del diario de los Botana, Crítica.
La crónica histórica recuerda que una semana antes había asumido la presidencia de la Nación -el 12 de octubre del 28- el doctor Hipólito Yrigoyen.
Ese indio se convertiría en un ícono de las historietas argentinas, pero, cosas del destino, en esa ocasión fue debut y despedida porque Patoruzú no volvería a las páginas de Crítica.
El 18 de octubre de 1928 un recuadro publicitario anunciaba que el indio Curugua Curiguaguigua -así lo bautizó Quinterno- irrumpiría en ese diario.
Ese día el cacique patagónico arribó en tren a Buenos Aires, la París de Sudamérica. El hit del momento era Mi Buenos Aires querido, con Carlos Gardell.
Dado el contexto, Don Gil Contento recibió a Patoruzú con un "por fin llegaste". Ese Don Gil Contento fue un anticipo de Isidoro Cañones, aquel inolvidable play boy porteño, también creación de Quinterno.
El periodista Mario Sáenz le recomendó a Quinterno que le cambiara el nombre al indio, porque con el nombre de Curugua Curiguaguigua nadie se acordaría.
Le dijo que debía usar un nombre más pegadizo, como la pasta de oruzú, golosinas muy populares entre los chicos de esa época. Y así quedó bautizado: Patoruzú.
La crónica histórica recuerda que una semana antes había asumido la presidencia de la Nación -el 12 de octubre del 28- el doctor Hipólito Yrigoyen.
Ese indio se convertiría en un ícono de las historietas argentinas, pero, cosas del destino, en esa ocasión fue debut y despedida porque Patoruzú no volvería a las páginas de Crítica.
El 18 de octubre de 1928 un recuadro publicitario anunciaba que el indio Curugua Curiguaguigua -así lo bautizó Quinterno- irrumpiría en ese diario.
Ese día el cacique patagónico arribó en tren a Buenos Aires, la París de Sudamérica. El hit del momento era Mi Buenos Aires querido, con Carlos Gardell.
Dado el contexto, Don Gil Contento recibió a Patoruzú con un "por fin llegaste". Ese Don Gil Contento fue un anticipo de Isidoro Cañones, aquel inolvidable play boy porteño, también creación de Quinterno.
El periodista Mario Sáenz le recomendó a Quinterno que le cambiara el nombre al indio, porque con el nombre de Curugua Curiguaguigua nadie se acordaría.
Le dijo que debía usar un nombre más pegadizo, como la pasta de oruzú, golosinas muy populares entre los chicos de esa época. Y así quedó bautizado: Patoruzú.
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