VICARIA DE SOLIDARIDAD Y SAN CAYETANO

La vicaría de solidaridad del obispado de Quilmes emitió el siguiente comunicado con motivo de la conmemoración hoy del día de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo.
"Yo no puedo predicar la resignación" Monseñor Angelelli, mayo de 1974.
En nuestra provincia advertimos azorados un porvenir inseguro, efecto de una de esas situaciones graves que se manifiestan bajo las formas inhumanas de la desocupación, carestía de la vida, bajos salarios, escaso rendimiento del poder adquisitivo, alto déficit de las viviendas, hospitales abatorrados, niños enfermos y desnutridos, carencia de una asistencia médica social vigorosa y congruente. ¿Puede alguien indiferente ante esta angustiosa realidad>? ¿Podemos, sin caer en la complicidad,seguir callando?... Monseñor Angelelli (25/2/1973).
Este 7 de agosto la festividad de San Cayetano nos encuentra ante una nueva crisis económica y social donde el pueblo sufre las consecuencias de un sistema económico que pone a la acumulación de riqueza por encima de la vida de las personas, donde nuevamente las imposiciones del Fondo Monetario Internacional nos someten como pueblo a un feroz ajuste económico. "La distribución de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral" decía el Papa Francisco (9/7/2015).
Los trabajadores ven como, día a día, sus ingresos pierden valor frente a la inflación, el aumento incesante del transporte y la canasta básica de alimentos, los tarifazos en los servicios. La vida de nuestro pueblo experimenta la amenaza desoladora de los despedidos, consecuencia de la reducción de las plantas laborales o, lo que es peor, del cierre definitivo de numerosas Pymes y comercios. La amenaza de desempleo es una sombra de angustia y de muerte.
La suerte de los jubilados se torna dramática después de la reforma previsional votada en diciembre pasado por nuestros legisladores: la caída de las jubilaciones y pensiones es inexorable
La insinuación de recortar la Asignación Universal por Hijo para cumplir con las metas del FMI ha despertado la alarma en la población más vulnerable.
A este sombrío panorama económico se le suma la creciente violencia social: la inseguridad que deben sufrir las personas en su vida cotidiana cuando salen a la calle para ir al trabajo o cuando intentan disfrutar del espacio público. Sabiendo que el aumento de la represión y fuerzas militares en las calles no es la solución sino alternativas de inclusión, trabajo y cuidado de nuestros jóvenes.
Constatamos cotidianamente la angustia de las familias que experimentan las más diversas necesidades y privaciones con el consiguiente riesgo de desintegración del núcleo familiar. Esta desintegración también tiene sabor a violencia.
En estos días, un nuevo e inmenso dolor nos enluta aya nos cuestiona como sociedad: la muerte de Sandra Calamano, docente y vicedirectora y Rubén Rodríguez, auxiliar. Una explosión de gas nos ofreció con lacerante evidencia la desidia del Estado y el desfinanciamiento de la educación pública.
Lejos de la resignación, pedimos al santo patrono del pan, de la paz y del trabajo que nos de consuelo y renueve nuestra esperanza. Y ponemos nuestra vida en las manos del padre Dios, renovando nuestro compromiso con la vida del pueblo".

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