CARTA DEL PAPA FRANCISCO AL PUEBLO DE DIOS


Desde el obispado de Quilmes se dio a conocer la carta del papa Francisco al pueblo de Dios.
Comienza hablando con palabras de San Pablo -Si un miembro sufre, todos sufren con él- y resalta que "resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia. En primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean o no creyentes. Mirando hacia el futuro nucna será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.
Se recuerda el informe publicado sobre lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdote durante casi setenta años.
Si bien podría decirse que la mayoría de los casos corresponde al pasado, sin embargo con el correr del tiempo se supo el dolor de muchas de las víctimas y se constató que las heridas nunca desaparecen, obligando a condenar con fuerzas esas atrocidades, así como aunar esfuerzos para erradicar esa cultura de la muerte. Las heridas nunca prescriben.
El Papa Francisco reconoce que no han sabido estar donde debían y no se actuó a tiempo, reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas.
Más adelante, Francisco se muestra consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de los niños y de los adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la tolerancia cero y de los modos de rendir cuentas por parte de todos los que realicen o encubran estos delitos.
En otro párrafo, el Sumo Pontífice dice que es imprescindible que como Iglesias se reconozcan y se condenen con dolor y verguenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables.

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