ANFORAS Y CANCIONES, EN EL ALAMBIQUE


El sábado 11 de agosto a las 21, en el teatro El Alambique, Griveo 2250, Villa Pueyrredón, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se presenta el espectáculo Anforas y canciones, con Norberto Rodríguez, voz y guitarra, Javier Retamozzo, teclados y Gabriel Conti, recitado.
Anforas y canciones es una obra que despierta la fascinación de quienes deseen descifrar el enigmático lenguaje del erotismo y la multiplicidad de conexiones esotéricas con diversos géneros musicales (heavy metal, hard rock, etcétera, sin dejar de lado otros estilos con la misma sustancia esencial).
En las culturas profundas los iniciados aprendían, en los misterios, los secretos conocimientos de los hierofantes (sacerdotes). En los vetustos tratados de anatomía, hombres y mujeres buscaban la sabiduría suprema de la contiguidad de los cuerpos.
En documentos antiquísimos se descubrieron infinitos ritos mágicos dedicados al amor y sus amplios horizontes.
Los poetas son iniciados en los arcanos de la palabra, y los músicos son iniciados que ponen alas sonoras a las ceremonias de los amantes.
A través de la historia de la humanidad los poetas y los músicos se inspiraron en  las vestiduras de la piel (cuerpos carnales).
Las ánforas en la antiguedad se utilizaban para el envase y el transporte de vino, miel y aceite, entre otras cosas. Los cuatro elementos entraban en la construcción de las mismas: la tierra y el agua en la masa, el aire que las secaba y el fuego que las cocía. El erotismo es como ese puñado de tierra que los notables alfareros griegos con un poco de agua, un horno de tiro directo y magnífico ingenio, lograban transformar en piezas únicas e irrepetibles de singular belleza.
Un baño final, cuya receta se perdió en el fondo de los tiempos, tenía como objeto dar realce a los colores fijados por el fuego. Las ánforas eran construidas, vinculando sus proporciones con la estructura del cuerpo humano.
Desde tiempos inmemoriales, los pueblos con una visión iniciática del universo exterior y el universo interior, han acompañado con canciones la vida y la muerte, y todo lo ocurrido entre ambos extremos. El amor y la sexualidad son lámparas perpetuas que alumbran a los músicos, sus composiciones y los instrumentos que usan para lograr el conjuro.

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