Ultimamente cuando juega Quilmes se habla más del árbitro que del equipo, en todo caso el equipo irregular por doquier da pie a que se ponga más la mira en el encargado de dirigir.
En el partido con All Boys, más allá de los errores defensivos de Trípodi y Compañía, la actuación del tucumano Argañaraz dejó mucho que desear, llámese el gol anulado a Ilarregui, quien estaba habilitado, la mano increíble que ignoró y que era penal siempre...
Y en el partido con Flandria, Luis Alvarez fabricó un penal que solo él vio para el primer gol del Canario.
Ahora es tiempo en Santiago de Diego Ceballos. Tiene 40 años -nació en Hurlngham en enero de 1978- y quedó escrachado para la historia por aquella final entre Central y Boca por la Copa Argentina, en que se equivocó grosso siempre a favor de los xeneizes. Eso, vale decirlo, le costó bastante en su carrera. Volvió luego de largo tiempo y se quedó anclado en la principal división de ascenso.
De todas maneras, mañana dirige una final. Porque Quilmes se juega la permanencia y los santiagueños, no solo salir definitivamente de la zona caliente de abajo sino acercarse al sueño del Reducido.
Vale anhelar que mañana se hable de fútbol, sobre todo en lo que produzca Quilmes y que el árbitro pase sin que haya que poner la mira en él.
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