EL MENSAJE DE NAVIDAD DE PABLO LAGUNA LLANO


Como todos los años el padre Pablo Laguna Llano envió desde Bilbao su mensaje de Navidad y fin de año ante un nuevo año que está por culminar.
"Hermanas y hermanos, amigos todos: Compartíamos nuestra esperanza el año pasado aun a pesar de las sombras amenazadoras que constatábamos. Muchos corren el riesgo de perder la vida en la búsqueda del paraíso soñado, queriendo salir de su infierno estructural. En este mundo globalizado, la miseria va en aumento. Los dioses del Olimpo económico siguen amenazadores.
La competitividad, la rentabilidad, las ideologías y sobre todo, la tentación divinizadora del poder, nos está llevando a un mundo radicalmente injusto, inhumano.
Nos abríamos soñadores, optimistas al inicio del tercer milenio. Como que habíamos llegado a un punto de inflexión para mejor, que no tenía marcha atrás. La multiplicación de las guerras, los fundamentalismos de todo signo, el aumento de la brecha entre la riqueza y la pobreza y sobre todo, la religión universal de lo económico que se ha constituido en el gran ídolo a quien rendimos culto (la corrupción generalizada), y cuyo altar de resultados, de rentabilidad, cada vez exige más víctimas de excluidos que van al descarte de esta sociedad consumista, todo ello nos está configurando un mundo donde lo económico está por encima de lo humano.
No hace falta enumerar la realidad actual. Estamos informados por demás, hasta el punto que ya como nos hemos habituado y hasta cambiamos de canal pues ya no soportamos lo repetitivo. Al principio, como que las noticias nos sobrecogían. Ahora, como que nos hemos dotado de un paraguas protector para que resbalen.
No hay voluntad política de que de verdad, lo humano sea prioritario. Y sobre todo, priva la búsqueda del poder. Servir al pueblo es la excusa. ¿Qué sueldos, qué negociados por servir al Pueblo?
El poder lo destruye todo, incluido el poder religioso. Este, más grave todavía porque se pone como excusa al misterio.
La única razón de toda autoridad legítima -lo necesitamos- es el servir y no el servirse. Es mirar las necesidades e intereses de toda la sociedad y no las del propio clan o del propio bolsillo.
Es un "servicio" y no un dominio e imposición o una oportunidad para aprovecharse.
Hoy, más que nunca, los que celebramos la Navidad, Dios con nosotros y no contra nosotros, tenemos que preguntarnos por el significado de Jesús de Nazaret en el horizonte de nuestras vidas. Y como comunidad cristiana, cuál es la razón de nuestro ser y sentido.
El mundo de valores, de estilo de vida, en el seguimiento de Jesús, el Cristo con toda la Iglesia, nos habla de compartir, de servir, del otro como proyecto de alteridad. Tenemos que recomponer "espacios básicos" donde nos humanicemos, donde la ley de competitividad y del "interés" no funcione en aras de la gratuidad.
No podemos secuestrar nuestra vida en el atroz individualismo que nos domina y programa: lo mío frente a los demás. El otro, todo otro, se llame esposa, esposo, madre, padre, hijos, hermanos, la comunidad política, la comunidad social, etcétera...  no son "algo" que me sirve a mis intereses, a mi ideología. Son "alguien", ser humano, persona que reconozco, valoro y sirvo.
Si en nuestras vidas, familiar, social y política, todo tiene un precio, un interés calculado, seremos triunfadores, buenos negociantes, estrategas del poder pero incapaces apera la amistad, la fraternidad y el amor.
Nuestro hermano Francisco, obispo de Roma y el primero entre iguales para presidir una Iglesia servidora del mundo que acoge su dolor, sufrimiento y búsqueda de sentir y vivir proclama la Buena Noticia de Jesucristo.
Francisco insiste en la necesidad de la vivencia. Anunciamos lo que vivimos. Si no, estamos llenos de la Buena Noticia de Jesús, nuestras palabras serán pura retórica, en el mejor de los casos la más alta especulación teológica del misterio, pero serán huecas porque no hay vida. Lo que no se tiene, no se puede dar.
El compromiso cristiano no es hablar sobre Dios sino desde Dios, que siguiendo a Jesús fue fiel al Padre, sirviendo a los hermanos.
Que al brindar estos días, entre un año que por fin termina y otro que iniciaremos con todas las esperanzas abiertas, apostemos por un Dios ternura que nos humanice, nos rescate de todo interés programado y calculado. Encontrar al Padre-Madre de todos siguiendo a Jesús está fuera de todo negocio. Es un camino solidario, fraterno.
Que al Dios de Belén, manifestado en Jesús lo acojamos todo el año, haciendo de nuestras vidas Buena Noticia, recuperando espacios y relaciones, donde seamos regalo, don y gratuidad a cambio de nada.
Vivamos la Navidad, siendo todo el año Navidad para los demás". 

Comentarios