DIARIO DE VIAJE ... EL CASTILLO DE DISNEY

Atrás quedó Innsbruck y el nuevo destino es Fussen, con la posibilidad de visitar el famoso castillo de Neuswanchstein, al que en algún momento le puso el ojo Walt Disney.
Dejamos a Ricardo y Liliana en el aeropuerto, para tomar el avión a Frankfurt primero y a Buenos Aires después, y emprendimos el viaje por un paisaje paradisíaco. Camino de montañas, serpenteando algún río, con los valles, el verde por doquier, bosques de coníferas, en fin, con un automóvil Renaul -chapa MD 819- que servía para apreciar los lugares desde un mejor panorama.
Un paisaje alpino encantador, incluso sorprendiéndonos al pasar por un túnel de 3,8 kilometros construido en las montañas.
La meta era el castillo de Neuschwanstein, del que Liliana nos había hablado tanto porque fue Walt Disney el que se encargó de descubrirlo y convertirlo en imagen para su Bella Durmiente (el nombre del castillo, traducción literal del español es El nuevo cisne de piedra).
Se construyó en una época en que los castillos y la fortalezas ya no eran necesarios. Surgió de la idea de Luis II, quien pretendía instalar un castillo medieval ideal.
El castillo se integra con torres y muros, con la pretensión de armonizarlos con montañas y lagos.
Está en los Alpes Bávaros y se alza sobre otro castillo que también merece una visita, el de Hohenschwangau y los lagos Alpsee y Schwan.
Walt Disney lo eligió como modelo de diseño del castillo de la Bella Durmiente de Disneylandia. El artista pop Andy Warhol lo usó como motivo de su litografía Neuschwanstein de 1987.
Apareció en filmes como Chitty Chitty Bang Bang y Spaceballs, además en la serie de televisión The Amazing Race.
La visita se ha convertido en un tremendo negocio, porque entre las 9 y las 18 ingresan contingentes cada cinco minutos, con una entrada que orilla los 13 euros.
Se cumple el horario a rajatabla, a tal punto que en nuestro caso se trató del tour 517, con ingreso a las  17.45.

ALGO DE HISTORIA

En la edad media en el desfiladero de Pollat había dos pequeños castillos, que en el siglo XIX estaban en ruinas.
Luis II de Baviera vivió su niñez en la zona, cerca de esas ruinas, en el castillo de Hohenschwangau, que su padre Maximiliano II transformó de un castillo medieval a uno residencial en 1837.
El nombre original de Hohenschwangau era Schwanstein y el nombre no cambió hasta el fin de la remodelación.
El primer proyecto de construcción del joven rey Luis II cuando subió al trono en 1864 fue la reconstrucción de Vorderhohenschwangau, el futuro castillo de Heuschwanstein.
El 15 de mayo de 1868 Luis II le escribió al músico Wagner diciéndole que deseaba construir un castillo sobre el desfiladero de Pollat. Cabe agregar que hubo una gran relación entre el artista y el monarca, a tal punto que Parsifal fue presentada en el lugar, sí esa misma ópera que trasmitieron años después "los locos de la azotea" desde el Coliseo, en la primera trasmisión de radio en la Argentina.
En cuanto al castillo, primer borrador fue obra del escenógrafo Christian Junk y los planes arquitectónicos, del arquitecto Eduardo Riedel.
En 1869 comenzó a construirse el castillo, pero los constantes caprichos del rey determinaron que se fuera postergando la terminación.
Lo cierto es que Luis II solo vivió 172 días en el castillo y su muerte fue en situación confusa.
Los costos de construcción de Neuschwanstein ascendieron hasta la muerte de Luis II a un total de 6.180.047 marcos de oro (el presupuesto original era de 3,2 millones).
Tuvo que contraer deudas y en 1883 esas deudas eran de 7 millones de marcos de oro.
El rey murió el 13 de junio de 1886 en el lago Starnberg y el castillo no estaba concluido.
Luis II no quería abrirlo al público pero después de su muerte eso ocurrió porque con las recaudaciaones de las visitas se pagaron en parte los préstamos.
Durante la segunda guerra mundial los nazis usaron el castillo para almacenar obras de arte robadas en Francia. Las obras fueron sacadas del lugar en 1944, pero al final de la guerra se hallaron 39 albumes de fotos catalogando las obras de arte. Esos albumes sirvieron de prueba en los juicios de Nuremberg.
Cerca del fin de la guerra el castillo fue utilizado por los nazis para almacenar reservas de oro del Reichbank.
En abril de 1945 se evitó la demolición por parte de las tropas de la SS para evitar que las obras de arte alemanas ahí almacenadas cayeran en manos de los aliados. El Grupperfuhrer a cargo no llevó a cabo la orden y entregó el castillo a loas tropas norteamericanas.

EL TURISMO

Hoy en día Neuschwanstein es uno de los destinos turísticos más populares de Alemania. Los recorridos duran alrededor de media hora. Son cientos de miles los que lo visitan todos los años (un promedio de 1,4 millones al año).
El astillo tiene varias edificaciones individuales. Las ventanas son de estilo románico. El conjunto de edificios, con el transfondo del monte Tegelberg por un lado, el desfiladero de Pollat al sur y el paisaje de colinas rico en lagos de los Alpes Bávaros, ofrece una pintoresca imagen desde cualquier vista.
Repetimos: Disney le puso el ojo para la Bella Durmiente y allí ganó trascendencia mundial.

DON QUIRINO

Y ya que de datos nos llenamos, conviene recordar que Disney no fue el pionero mundial del dibujo animado. Diez años antes de que él comenzara, un italiano, residente en la Argentina, Quirino Cristiani, creó el dibujo animado.
Cuando Disney vino a la Argentina y supo de la existencia de Quirino, lo contactó y se mostró maravillado por lo que hacía (ya que él realizaba sus dibujos animados con un importante equipo de dibujantes y Quirino se las arreglaba solo). Quiso llevárselo como ejecutivo a su empresa en los Estados Unidos pero Quirino lo rechazó.
Quirino nació en Santa Giuletta, Italia, en 1896. A principios del siglo XX la familia se mudó a Buenos Aires.
Desde chico mostró su pasión por el dibujo.
En 1916, a los 19, lo contrató el italiano Federico Valle para dibujar caricaturas e incluirlas en sus películas de cortometraje.
Valle le dijo que no iba a admitir imágenes fijas en las filmaciones, por lo que Quirino ideó una manera de dar movimiento a los dibujos. Así desarrolló técnicas de animación y en 1917 realizó el primer largometraje animado de la historia, El apóstol. Un filme producido por Valle y financiado por el dueño de una cadena de cines (Franchini).
Para la película se usaron 58 mil dibujos de 35 mm (a razón de 14 cuadros por segundo), así como varias maquetas de edificios públicos como el Congreso nacional, la Aduana de Buenos Aires y el edificio de Obras Sanitarias de la Nación.
En 1918 realizó el segundo largo metraje, Sin dejar rastros, referido a un episodio de la Primera guerra mundial, el hundimiento de la goleta Monte Protegido por un submarino alemán, que en ese momento en el  país generó manifestaciones a favor de abandonar la neutralidad y dar apoyo a los Aliados. Ese episodio culminó con las excusas del imperio alemán.
La película duró un solo día, no tuvo buena respuesta de la opinión pública y fue confiscada por el Ministerio de Relaciones Exteriores que no quería confrontar con Alemania.
En 1941 Walt Disney viajó a la Argentina ante el estreno de su película Fantasía. Al conocer la obra de Cristiani, le ofreció empleo en sus estudios de Estados Unidos pero Cristiani lo rechazó porque no quería abandonar una empresa que en el país se había convertido en uno de los laboratorios más importantes
Cristiani murió en su casa de Bernal el 2 de agosto de 1984.
Su nieto, Héctor Cristiani, recreó la historia y publicó el libro Sin dejar rastros, en el que traza la trayectoria de su famoso abuelo, pionero del dibujo animado en el mundo (repetimos: diez años antes que el propio Disney).

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