AQUEL 28 DE JUNIO, 51 AÑOS DESPUES


Fue un 28 de junio, hace hoy 51 años: un golpe cívico militar derrocaba al presidente Arturo Illia. Se instauraba la denominada revolución argentina, con el propósito increíble de hablar del "país que quedó atrás" con el general Onganía a la cabeza.
Esta "revolución" presunta echó por tierra con todo lo que significara una democracia. Se cerró el Congreso,  y por única vez en la historia más que centenaria se disolvieron los cuerpos de taquígrafos de la Nación, y se designó un interventor en el Poder Legislativo, un coronel con muchos nombres -Felipe Gerardo José Mazzini- y poca vocación democrática, que arrasó con los diarios de sesiones, clausuró el Congreso e instaló precisamente a la democracia como "mala palabra".
Ese golpe de Estado fue contra un presidente democrático como el doctor Illia, quien había llegado al poder con el peronismo proscripto y que había dado muestras elocuentes de austeridad y honestidad, valores que con el paso del tiempo se han puesto por encima de cualquier comentario.
Illia fue "invitado" a retirarse de la Casa de Gobierno por el titular de los Granaderos, un militar de apellido Perlinger. El doctor Illia le dijo que se iba a acordar de él con el paso del tiempo y que iba a terminar pidiéndole disculpas por ese atropello. Así ocurrió una década después, cuando el entonces coronel Perlinger le escribió una carta en ese sentido, con el pedido de perdón.
Illia cayó por un golpe cívico militar, donde el periodismo, lamentablemente, jugó su peor parte, a través de recordados medios como la revista Primera Plana, que tenía como columnista al doctor Mariano Grondona -autor de un famoso comunicado 150 justificando el golpe- y recibió ese cachetazo por su política petrolera y su lucha contra los laboratorios medicinales, que hicieron valer su poder económico.
A la distancia -no hay que olvidar que en el 76 hubo otra "revolución" que echó al gobierno constitucional de Isabel Perón, y que construyó una dictadura militar deplorable y sangrienta con torturas, desapariciones, etcétera- el recuerdo de hoy tiene solo el propósito de no olvidar a un político de raza, que tuvo como credencial el "inventario" de las cosas que se llevó cuando lo echaron de la Casa de Gobierno, que era un patrimonio exiguo (la casa, cuatro trajes y otros objetos de uso personal) y que se fue a su casa en taxi, como cualquier hijo de vecino.
Hoy la democracia lleva casi 34 años de vigencia, y es un sistema de gobierno que, a pesar de sus debilidades y de sus falencias -algo más de tres décadas es muy poco para un país que quiere ser- es el mejor que se conoce, y que sin duda deberá consolidarse y crecer con el paso del tiempo, superando las conductas adolescentes que tan pocos años determinan. Sin duda, las heridas de la democracia solo se curan sumando más democracia.
Vaya el recuerdo al doctor Illia. En ese sentido, la obra Don Arturo, de Eduardo Rovner, que interpretó Luis Brandoni, resume con una fidelidad histórica encomiable aquellos días del año 66, que terminaron con el gobierno de un hombre honesto y austero, que sin duda hoy más que nunca es un ejemplo a seguir por parte de quienes tienen roles políticos en esta Argentina 2017.

Comentarios