LOS MISTERIOS QUE SOPLA EL VIENTO

Se trata de una miscelánea escrita por el periodista Héctor García Blanco en el diario Clarín, bajo el título Esos misterios de siglos que sopla el viento.
"Nace el viento un lunes, en la arcaica estepa asiática de Karagandá, Mongolia. Tras ganar altura, nervio y valentía, cruza los Urales y llega a Europa para besar la piedra de sus puentes orientales. El martes, el viento oscila junto a chispeantes despojos de los Césares, en un ritual milenario y recíprocamente respetuoso, y el mismo miércoles ya deja atrás la Francia de ecos legendarios.
Tras un giro elegante, atraviesa la primera Hispania para adentrarse el jueves en el bravo Atlántico: primitivas formas de vida se sacuden a su paso, recordando una amistada forjada en los mismísimos inicios de todo.
Ruge el viento, viernes y sábado, devorando kilómetros de mar. Voltea meridianos. Asciende, luego descansa. Se sabe único, poderoso, inmortal.
Llega el viento un domingo a la castigada costa sudamericana y trepa al continente, donde sabe que le esperan pampas abiertas, obsequiosas casi hasta lo obscena. Cruza, altivo, el Río de la Plata y enfila hacia el sur, en busca de ese destino patagónico y final.
Apenas jugando, el viento resuelve adentrarse una pizca de la ciudad, como quien pretende dar una pirueta orgullosa ante un público invisible.
Allí, en un departamento cualquiera de un piso indefinido, una vecina desconocida está en su cocina terminando de preparar la pasta con tuco para la eterna celebración dominguera.
La señora decide que ese chiflete insolente no le va a enfriar los fideos y sin más, le cierra la ventana en la cara.
No sabe con quién se metió, el viento.

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