Lo ocurrido en el estadio Kempes de Córdoba, que derivó en la muerte del hincha de Belgrano, Emanuel Balbo, es una muestra más de la grieta que vive la sociedad argentina en distintos ámbitos, quizás en el fútbol se manifieste con mayor intensidad y gravedad.
El hincha de Belgrano fue agredido en la tribuna y prácticamente impulsado a arrojarse desde la tribuna, cayendo desde tres metros y encontrando la muerte poco tiempo después.
Los agresores están identificados por las cámaras y las fotos, y están detenidos, incluido el presunto instigador del asesinato, un tal Sapito Gómez, quien había tenido un incidente que terminó con la muerte del hermano de Emanuel años atrás a raíz de una picada con una moto.
Parece ser que este Sapito se jactaba de "su hazaña" y hostigaba al hermano del chico muerto, lo que literalmente estalló en la tribuna de Belgrano cuando detectaron a Emanuel. Con el argumento de que era un infiltrado de Talleres, recibió golpes y prácticamente se lo fue conduciendo al destino final y fatal.
Mueve y conmueve la imagen de ese joven que perseguido por estos inadaptados se arroja al vacío y encuentra una muerte anunciada.
Como señalaba el colega Gustavo Gravia el fútbol no paró un instante por la muerte de un hincha. Desde AFA y desde el club Belgrano hubo comunicados de circunstancia que no hacen al meollo de la cuestión.
La pregunta que sigue flotando en el ambiente y que no tiene respuesta es hasta cuándo la violencia será mirada de reojo y con indiferencia en el más popular de los deportes. ¿O es que el poderoso caballero Don Dinero es capaz de insensibilizar a la gente para que esta muerte sea una más en la historia del fútbol argentino, ahora sin estar Julio Grondona pero sí aquel tenebroso pensamiento de TODO PASA?
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