El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, ha hecho llegar el mensaje de Cuaresma, con el texto de Juan 13, 14-15: "Les he lavado los pies... Hagan ustedes lo mismo".
Recuerda el obispo que "Cuaresma es tiempo de preparación para la Pascua, misterio central de nuestra fe cristiana. Misterio de amor de Dios manifestado en Cristo, muerto y resucitado. Es el tiempo para renovarnos en ese amor de Dios derramado en nosotros.
El Papa Francisco nos ha invitado a vivir la Cuaresma con el lema: La Palabra es un don. El otro es un don". Nos invita a preparar el corazón para recibir esos dos regalos: El Evangelio y el prójimo. Para eso nos ayudarán el ayuno, la oración y la limosna.
La diócesis de Quilmes continúa celebrando el trienio de los 40 años de su creación. Nos han acompañado los tres lemas: Renovar la mirada, Renovar el anuncio y Renovar el servicio. Es la renovación que el Espíritu Santo realiza en nosotros. La Cuaresma nos invita a esa transformación de nuestra vida cristiana.
La Palabra es un don
Este año estamos invitados a renovar el servicio. Es toda la diócesis en estado de servicio a la sociedad. Nos acompaña la imagen de Jesús Servidor. "Les he lavado los pies... Hagan ustedes lo mismo" (Jn. 13, 14-15).
El Papa nos estimula a vivir este tiempo iluminados por la parábola del rico y el pobre Lázaro (cf. Lc. 16, 19-31). Es una invitación a vivir la conversión atentos a la Palabra de Dios y sirviéndolo en el prójimo. La parábola nos muestra el verdadero problema del rico: "la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que lo llevó a no amar a Dios y por tanto, despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios.
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por El son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (EG 1).
La alegría del encuentro con Jesús, la alegría del Evangelio, contrarresta la tristeza que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada de un individualismo que va minando la sociedad. Cuando caemos en sus redes, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. La cuaresma nos ayuda a liberarnos de esas ataduras (Cf. EG 2).
El otro es un don
Francisco, comentando la citada parábola dice: "Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.
La primera invitación que nos hace la parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil.
El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (Cf. EG 55). Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen atención. El fruto de ese apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación (Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2017).
En el momento que vivimos, reflexionando sobre estos textos bíblicos ya citados, vienen a mi memoria algunas frases de la Exhortación La alegría del Evangelio (EG), que es un verdadero programa del pontificado de Francisco.
Mientras no se resuelvan realmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas de mundo y en definitiva, ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales.
!Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. Otras veces sucede que estas palabras se vuelven objeto de un manoseo oportunista que las deshonra. La cómoda indiferencia ante estas cuestiones vacía nuestra vida y nuestras palabras de todo significado.
Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos (EG 202-204).
En este último año del trienio, estamos llamados a RENOVAR EL SERVICIO. Queremos lavar los pies de nuestros hermanos, como Jesús nos ha mandado. Es el momento para reconocer y agradece a cuántas hermanas y hermanos ya lo hacen en tantas comunidades. Voluntarias y voluntarios que todo el año están sirviendo en los comedores, merenderos, casas del niño, hogares, apoyos escolares, guarderías, jardines de infantes, en los bancos de medicamentos, en los roperos, etcétera. También en los servicios para el anuncio de la Palabra, en la catequesis, los retiros de evangelización, en la carpa misionera, en los diversos ministerios ordenados, en la visita a los enfermos y ancianos. Nos sentimos cercanos a los agentes pastorales que sirven a los presos, a los adictos, a los que no tienen vivienda o buscan un terreno donde vivir, a los que viven el flagelo de la trata de personas, a los que necesitan asesoramiento legal, a las personas con capacidades diferentes, etcétera.
Un gesto comunitario
Como cada año, en Cuaresma realizamos la campaña de la solidaridad. Con lo recaudado queremos seguir aportando a la construcción del Refugio para gente en situación de calle Padre Obispo Jorge Novak. Es un modo concreto de RENOVAR EL SERVICIO.
"Les he lavado los pies... hagan ustedes lo mismo" (Jn. 13, 14-15). Que el don de la Palabra, rumiada en este tiempo cuaresmal, nos ayude a reconocer que el otro es un don.
Finalmente los bendigo....................................Carlos José Tissera obispo de Quilmes.
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