NICOLE NAU Y LUIS PEREYRA SIGUEN DESLUMBRANDO

El espectáculo Vida Argentino, encabezado por la pareja de la vida y del baile, conformada por la alemana Nicole Nau y el santiagueño Luis Pereyra, sigue ganándose el aplauso del público germano. Esta vez la presentación fue en Wolfenwuttel y la crítica periodística fue muy elogiosa.
En el teatro Lessing el tango argentino recibe aplausos tormentosos, estruendosos, las emociones hierven, el aire vibra de pasión, el tango es éxtasis.
Así promete el espectáculo Vida Argentino, de la compañía de baile germana argentina estelar de Nicole Nau y Luis Pereyra.
Ah! Bueno, hacer ruido es parte del metiere publicitario piensa el espectador ya dentro de la sala. Comienza el espectador a mirar relajadamente la apertura del espectáculo.
Al principio es una mezcla casi nerviosa de caos, como si el elenco se tuviera que ordenar, pero ahí los músicos, se forman y se esfuman hacia el fondo. Un bandoneón, tres guitarras y un bombisto. De a poco suena la música tierna, llevada por un ritmo que no tiene fin. Música apenas reconocible pero empujando, las guitarras brillan, el bajo golpea y el bandoneón canta una melodía llena de pasión, y de repente están los bailarines, con actitudes clásicas, pero nada hace acordar a Europa. Todo fluye, todo es suave, todo tiene giros acunados llenas de fantasías y de expresión.
Hay una sensualidad muy clara y por momentos, agresividad y con mucha seriedad. Más bien, dignidad de baile.
Como una serpiente las piernas de las bailarinas buscan los espacios libres que dejan los compañeros entre sus piernas y cada vez se encuentran más espacios, para nuevamente buscar más espacios de baile. Es un deseo bailado. Alguno piensa en la Eva del paraíso. Así podría haber comenzado el pecado: Adán, en posición perdido y de repente está la alegría, de una formación muy suelta, las parejas como remolinos giran en el escenario, los trajes llenos de colores, el grito salvaje de alegría, a pesar que el tango, de ser nacido en la pobreza y la tristeza de los inmigrantes a fines del siglo XIX, aquí el tango argentino se muestra con una voluntad muy positiva.
Está muy lejos del trabajo duro, la urgencia de los chicos, de los conventillos. Entre el temperamento y la pasión se nota disciplina. Lo que parece muy espontáneo está no solo trabajado sino sentido, especialmente toda la tradición y la herencia de las tradiciones del campo. Eso muestra este espectáculos en las escenas arcaicas como de un baile de muertos salvajes, lleno de salvajismo y de respeto a los dioses (TAQUI ONGOY).
Aquí empieza algo que nos hace sentir de la historia larga de Argentina, que está atrás y antes de la historia corta que se cuenta de la inmigración. Y de repente el paisaje empieza a tener su pampa con sus gauchos. El malambo tan ágil, un zapateo. Es increíble: con el doblaje de sus tobillos se combina con el girar de las boleadoras. Acústicamente más que interesante puesto, esas herramientas de caza: música, baile, poesía. Todo eso es Vida Argentino y no falla en su impresión en el público.
¿Quién hubiese creído que una alemana sería jefa de la tropa y que viene de Dusseldorf? El espectáculo en Wolfenwuttel finalizó en un festejo seguramente liberado, después de un día de peso. ¿Quién no tuviera comprensión para esos bailarines que completamente dieron todo?
No solamente por eso habría un aplauso para un país lejano sino también para una expresión llena de temperamento, dinámica, altísimo vuelo artístico y arte puro, de una cultura alta, de un país lejano. Eso es este espectáculo.

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