Dicen que hubo más gente que en ocasión del partido Perú-Argentina en el mismo escenario. Pero aquel 29 de octubre de 1978, domingo, una multitud de quilmeños se trasladó a Rosario para disfrutar del triunfo cervecero 3 a 2 sobre Central y el título metropolitano de ese año, después de 42 intensas fechas.
El equipo que dirigía José Yudica realizó una gran campaña y terminó campeón, dejando atrás nada menos que al Boca del toto Juan Carlos Lorenzo y el arquero Hugo Gatti.
En Rosario dirigió el árbitro Arturo Ithurralde y Quilmes ganó con los dos goles de penal de Luis Andreuchi y el decisivo de Jorge Gáspari.
Quilmes alistaba a Palacios; Zárate, Milozzi, Fanesi y Medina; Salinas, Gáspari, Gómez, Milano; Andreuchi y Filardo. En el Cervecero alternaba el tano Bianchini en ese medio campo.
La ruta 9, entre Quilmes y Rosario, se transformó en una vía Cervecera, que concluyó en la madrugada del 30 de octubre -ese día Diego Armando Maradona cumplía 18 años- en el viejo estadio Centenario, de Guido y Sarmiento, con una multitud vivando a los futbolistas y al cuerpo técnico.
Una etapa inolvidable e irrepetible. Mucha agua corrió bajo el puente en estos 38 años, con más sinsabores que alegrías. De todas formas, aunque cueste vivir de recuerdos, para quienes lo vivieron aquel 29 de octubre no se borrará jamás.
El equipo que dirigía José Yudica realizó una gran campaña y terminó campeón, dejando atrás nada menos que al Boca del toto Juan Carlos Lorenzo y el arquero Hugo Gatti.
En Rosario dirigió el árbitro Arturo Ithurralde y Quilmes ganó con los dos goles de penal de Luis Andreuchi y el decisivo de Jorge Gáspari.
Quilmes alistaba a Palacios; Zárate, Milozzi, Fanesi y Medina; Salinas, Gáspari, Gómez, Milano; Andreuchi y Filardo. En el Cervecero alternaba el tano Bianchini en ese medio campo.
La ruta 9, entre Quilmes y Rosario, se transformó en una vía Cervecera, que concluyó en la madrugada del 30 de octubre -ese día Diego Armando Maradona cumplía 18 años- en el viejo estadio Centenario, de Guido y Sarmiento, con una multitud vivando a los futbolistas y al cuerpo técnico.
Una etapa inolvidable e irrepetible. Mucha agua corrió bajo el puente en estos 38 años, con más sinsabores que alegrías. De todas formas, aunque cueste vivir de recuerdos, para quienes lo vivieron aquel 29 de octubre no se borrará jamás.
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