HOMILIA DEL OBISPO EN LA PEREGRINACION A LUJAN


En la 38 peregrinación a Luján, el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, pronunció esta homilía.
"Hemos venido como pueblo de Dios que peregrina en Quilmes, para celebrar los 40 años de nuestra diócesis. Nuestros corazones están desbordantes de alegría y venimos cantando: Cuarenta años de amor/ cuarenta años de alianza/ Iglesia pueblo de Dios/ en Quilmes, pasión y esperanza.
"Como hijos agradecidos estamos en la casa de nuestra Madre haciendo fiesta. Ella nos espera para llenarnos de la ternura de su amor. Venimos para unir nuestro canto al suyo y decir: Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador... Su misericordia se extiende de generación en generación. Como buena hija del pueblo de Israel, cuántas veces María habrá rezado el Salmo 136: Eterna es su misericordia. Junto a su esposo José y a su hijo Jesús cuántas veces lo rezaron y cantaron, sobre todo en las grandes fiestas del pueblo. El mismo Jesús lo rezó en la Ultima Cena, antes de partir al Monte de los Olivos. El vivió su pasión y muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz.
"Venimos a Luján siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro primer pastor, el padre Obispo Jorge Novak, como lo hizo cada año aquí, en compañía de tantas hermanas y hermanos peregrinos de los partidos de Berazategui, Florencio Varela y Quilmes. El nos enseñó a confiarnos a ella, como niños en brazos de su madre.
"En este Año Santo de la Misericordia, cumpliendo cuarenta años la diócesis de Quilmes, venimos a decirle a la Virgen: Madre de misericordia, ruega por nosotros.
"Es la Madre de Jesús, revelador de la Misericordia del Padre. La palabra de Jesús hoy nos presenta, en tres preciosas parábolas, la inmensa misericordia de Dios que se alegra y hace fiesta por el pecador que se convierte a su amor, porque ha encontrado al hijo que se había ido. Ante el corazón entristecido y enojado del hijo mayor, el padre de la parábola dirá: Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.
"Jesús nos revela la naturaleza de Dios como la del Padre que jamás se da por vencido, hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. En las tres parábolas, Dios es presentando siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el  núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que vence todo, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón" (Francisco MV 9).
"Por eso, el Papa Francisco nos dice: El nombre de Dios es misericordia. Y por eso le decimos a la Virgen que ella es Madre de misericordia. Y en esta peregrinación diocesana venimos para decirle juntos: Madre de Misericordia, ruega por nosotros.
"La peregrinación es el signo particular del Año Santo, porque es la imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es un caminante, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada" (MV 14). San Agustín decía: El hombre es peregrino buscador de felicidad. No menos preciosas son las expresiones poéticas de nuestro Atahualpa Yupanqui: De un sueño lejano y bello, soy peregrino. Para Atahualpa el camino es casi una obsesión: Caminando, caminando, por mi tierra voy cantando. También decía: Seguir y seguir la huella, andar y andar los camino.
"Como quizás muchos ya lo hicieron en distintos lugares designados en la diócesis para pasar por la Puerta Santa en este Año de la Misericordia, hoy venimos también al Santuario Nacional de Luján para pasar por ella. Es la meta de este peregrinar. Atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios, y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros (MV 14). Repetimos el lema del Año Santo: Misericordiosos como el Padre.
"En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios nos ama. El se da todo de sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo necesitamos... Día tras día, tocados por su compasión, nosotros aprendemos a ser compasivos. 
"Este Año Santo nos ha motivado a abrir el corazón a cuantos sufren en este mundo tan contradictorio. Nos dice Francisco: "Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestra manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el  nuestro, y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinan campante para esconder la hipocresía y el egoísmo" (MV 15).
"Porque a veces no somos misericordiosos como el Padre, venimos a pedirle a la Madre: Madre de la Misericordia, ruega por nosotros... pecadores.
"Nuestro himno de los 40 años nos ayuda a no olvidarnos de las enseñanzas del Papa, a no olvidarnos del dolor de los hermanos, y decimos: Con un oído en el pueblo/ y el otro en el Evangelio/ y así seguir andando/ En continua conversión/ cuarenta años de amor...".
"Pedimos a Dios en la celebración de estos 40 años de camino diocesano que: Nos renueve en nuestra Misión de anunciar la alegría del Evangelio; Nos renueve en el compromiso de la defensa de los Derechos Humanos en especial por aquellos que no tienen, trabajo, ni tierra, ni techo; Nos renueve en nuestro servicio de seguir caminando en la búsqueda de la Unidad de los Cristiano.
Nos renueve en nuestra opción y entrega cercana, fraterna con los más pobres de nuestro pueblo.
Pedimos en este año particular para que pronto la vida y el ministerio del Padre Obispo Jorge sea modelo de santidad para toda la Iglesia.
"María fue testigo del amor extremo de Jesús, perdonando a todos en la cruz. Por eso a Ella se lo decimos en la Salve, que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos, y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
"Que nuestra Iglesia particular de Quilmes, junto a toda la Iglesia universal "se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida, como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia, y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer, y repita con confianza y sin descanso: Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor, que son eternos" (Sal. 25,6) (MV 25).
"Unidos a todas las hermanas y hermanos de la diócesis de Quilmes ante María de Luján, hoy decimos confiados: Madre de Misericordia, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

Comentarios