ENORME AVIDEZ POR PEPE SORIANO Y EL PADRE


En tiempo récord se agotaron las entradas para presenciar el próximo sábado a las 21 en el Teatro Municipal de Quilmes, Mitre 721, la obra El padre, con las actuaciones de Pepe Soriano y Carola Reyna en los principales papeles.
Hubo gente que hizo la cola para recibir las entradasgratuitas desde las 6 de hoy,cuando el teatro iba a comenzar a distribuirlas a partir de las 10, por lo que antes del mediodía ya se habían dado todas.
Recordemos que el teatro tiene una capacidad de alrededor de 600 localidades.
El crítico Juan José Santillán, de Clarín, dijo que la obra hace al buen teatro, porque reúne actores notables en su oficio y prestancia para el material, buen texto, un director que se deja llevar en esas variables sin estridencias ni adosando un cargamento de novedades estériles en términos escénicos.
Agregó que es una muestra de cómo el teatro se afirma en su condición esencial, ligado a la actuación como motor de una experiencia sensible en el espectador. Una sensibilidad para nada lastimera ni en la vertiente de los golpes bajos. Aquí no hay una silla de ruedas merodeando la escena ni un chaleco de fuerza. Es más, los objetos de la escenografía se irán quitando hasta dejar la escena prácticamente vacía. Sucede algo tan alquímico y volátil, pero sostenido como el trabajo de Pepe Soriano y sus 86 años.
Dice el crítico que resulta extraordinario verlo a esa edad creando un personaje como Andrés. Soriano durante una hora y veinte minutos recorre planos interpretativos complejos. Es un actor que irradia en su personaje, nada menos que la vitalidad arrasadora de un hombre que se desprende de lo real.
El padre es un drama. Está el deterioro constante del protagonista, pero sobre todo, de los vínculos afectivos cercanos. El conflicto lo tienen ellos, no el protagonista. Más fulgurante resulta el Alzheimer, porque en ningún momento se nombre la enfermedad.
La obra empieza con Andrés y su hija (Carola Reyna) inmersos en ese estado, no se sabe cómo llegaron a esa instancia. Están ahí. Tampoco Andrés es un anciano vencido. En un momento se le para de manos a su supuesto yerno (Fabián Arenillas/Gabo Correa). Será ácido, agresivo con su hija, con la mujer que lo cuida (Magela Zanotta/Marina Bellati).
En otro momento pedirá una canción de cuna. Carola Reyna tiene a cargo el otro rol fijo, además del padre, de la obra. La actriz es la acompañante perfecta de Soriano en escena.
El espectador parte de una visión del mundo compartida con Andrés. Con las certezas apagándose al igual que el protagonista. Este movimiento es una virtud de la estructura del texto de Zeller en manos de Veronese.
Es una realidad, también, el modo en que se va diluyendo la escenografía mientras avanza la obra.
Y el espectador se ubica, al igual que el protagonista, en un lugar destemplado. Si uno es padre, es inevitable no contemplar la fragilidad de ese personaje como territorio posible del ciclo de vida. Y como hijo, tal vez se haya pasad por experiencias similares. Más allá de eso, es una obra que da cuenta del amor y del fuego, incluso, escondido en cada despedida. Algo siempre más cerca de la vida que de cualquier enfermedad.
La obra es de Florian Zeller y está dirigida por Daniel Veronese.
Actores: Carola Reyna, Magela Zanotta, Gabo Correa, Marina Bellati, Fabián Arenillas y Pepe Soriano.


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