HOMENAJE A MONSEÑOR FEDERICO PAGURA

A los 93 años falleció monseñor Federico José Natalio Pagura, obispo de la Iglesia Evangélica Metodista de Argentina.
El recuerdo tiene sabor quilmeño, porque el 9 de julio de 2011 estuvo en la catedral, participando de un homenaje a monseñor Jorge Novak, al cumplirse en esa oportunidad diez años de la muerte de quien fuera el primer obispo de la diócesis de Quilmes (este año se están cumpliendo cuatro décadas de su creación).
Monseñor Pagura había llegado aquel 9 de julio a Quilmes procedente de Rosario -incluso reconoció que había salido a las tres de la mañana para participar del homenaje a Novak- y cuando le tocó hablar de Novak dejó su impronta, contando anécdotas de sus luchas, fundamentalmente en épocas duras, como fue la terrible dictadura militar entre 1976 y 1983.
Comenzó diciendo Pagura en ese homenaje a Novak: "Cuando se constituyó el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos en su primera etapa, yo estaba en Mendoza recibiendo a refugiados chilenos, que llegaban buscando nuestro acompañamiento. Sólo tres iglesias respondimos: la Católica, representada por el obispo Maresma, y Rey como su ayudante, la pequeña iglesia luterana de esa ciudad y la iglesia metodista, que puso todo su edificio para el servicio de los refugiados. Venían de otras partes del mundo para ver cómo habíamos hecho para transformar toda esa estructura en un centro donde trabajaban psicólogos, médicos, educadores, etcétera, atendiendo las necesidades gravísimas que traían los refugiados chilenos aterrorizados por lo que empezaba a suceder en su país.

En Buenos Aires

Pagura habló luego del traslado a Buenos Aires. "Eso significó que fuéramos elegidos junto a Jorge Novak y el pastor Van der Meken, de la iglesia reformada holandesa, los primeros tres copresidentes del MEDH. Ahí sí aparecía lo de Antonio Machado: se hace camino al andar, porque sabíamos exactamente cómo ìbamos a encarar un trabajo tan difícil, tan riesgoso y tan amenazado por otra parte. Yo había sufrido la bomba correspondiente en mi propia Iglesia en Mendoza por trabajar con refugiados provenientes de Chile, de manera que no sabía qué me esperaría en Buenos Aires.
"Entre las bendiciones que me esperaban en Buenos Aires fue la de compartir esos primeros años con  Novak y con Van der Meken, y después fueron cambiando algunos de los copresidentes, pero con Novak trabajamos más de 25 años juntos. Puedo asegurar que no tuvimos un solo disgusto, nos aceptábamos con nuestras diferencias y nos alegrábamos de todo lo más importante que nos une: el amor de Cristo,, que es la revelación que Dios hizo de su amor a toda la humanidad. En ese sentido, era para nosotros un privilegio reunirnos".
Más adelante Pagura habló de la soledad que sentía Novak, porque eran pocos los obispos que lo seguían. "Algunos consideraban que esos tres o cuatro obispos que se estaban jugando la vida y el futuro, estaban para su sentimiento arruinando la unidad del clero o de la jerarquía católica".
"Hay un famoso dicho de un poeta ecuatoriano, que celebrando hace diez años la partida de un obispo de Río Bamba, escribió una hermosa poesía y entre otras cosas dice: Pastor, tú te has ido entre nosotros. Pero quedan árboles que aqui plantaste. Y así han quedado los árboles que plantó Novak.
"Cada uno de ustedes debe cuidar, regar esa planta para que se multiplique. Porque las iglesias como las del Apocalipsis tiene sus características propias. Ojalá la de ustedes sean las mejores características de esta teología y esta espiritualidad libre, transformadora, caminadora.
"Porque leyendo otra vez alguna de las notas que aparecen de Novak, parece que los laicos le dijeron que quería un obispo caminador, y lo consiguieron. Lo hicieron caminar bastante bien, y si no, seguía caminando aun desde su cama, y sigue caminando entre nosotros.
Siguió hablando de la labor de Novak en Quilmes: "La tarea que él realizó plantando estos árboles, que están creciendo entre ustedes y que ojalá se multipliquen en muchas otras diócesis, que tienen mucho que aprender. Entre paréntesis me alegró muchísimo la música folklórica que han incorporado a la liturgia. Ese era el sueño de un viejo predicador de nuestra iglesia metodista de Zeiland (Sri Lanka), quien decía que las iglesias tienen que ser como plantitas que se trasladan a un lugar, a una tierra, en una maceta, pero pasado cierto tiempo hay que romper la maceta y que las raíces entren en la tierra y se refleje luego en todas las características de ese nuevo ambiente en el que están creciendo.

En Centroamérica

"Hablando de Jorge Novak, recordé que cuando fui elegido obispo en Centroamérica, en San José de Costa Rica y Panamá, me pidieron un artículo de una revista, Cristianismo y Sociedad, sobre los obispos. El número de la revista llamó a todos: Las iglesias hablan hoy. A mí me pidieron que hablara del episcopado. Yo recién empezaba y me acordé que había ido a Kenia en el año 73 ó 74 a una gran conferencia ecuménica, en la que me hice amigo de una monjita norteamericana y de un sacerdote ortodoxo. Los tres andábamos siempre juntos, aprendiendo unos de otros, de los errores y de los aciertos que había en nuestras respectivas tradiciones.
"Entonces, al final cada delegación hacía una presentación contribuyendo a toda la asamblea. La delegación norteamericana era una de las más numerosas, por razones económicas y también numéricas. Esa delegación cantó una canción que se había hecho muy famosa por la guerra de Vietnam: decía, dónde salieron todas las flores...
"Con esa melodía le pusieron letra que decía: dónde habrán ido todos los obispos. Son tantos, ¿cuándo hablarán?¿cuándo harán lo que tiene que hacer?¿cuándo cumplirán su misión?

La crisis con Chile

Pagura sostuvo que "cuando se produjeron crisis éticas, económicas, sociales, políticas, uno se encuentra con la clase de obispos que quisiera tener y los que no quisiera tener.
El tema de la paz es uno de los que Novak desarrolla en sus escritos. Estaba preocupado por la eventual guerra con Chile primero y después, la de Malvinas. Yo llego a Buenos Aires y en un momento me llama por teléfono monseñor Maresma, quien había llegado también de Mendoza para participar de la Conferencia Episcopal.
"Dijo que quería compartir el texto que estamos sacando nosotros, oponiéndonos a la guerra con Chile y denunciándola. Entre paréntesis, habíamos visitado al nuncio de aquella época -creo que era Pío Laghi- y cuando le planteamos el problema en cuanto a qué iba a hacer la iglesia. Le dijimos que tenía que salir al frente porque es una iglesia muy numerosa y organizada. Entonces, nos dijo que era un problema de los argentinos, pídanselo a los obispos argentinos, que ellos se pronuncien. Yo soy italiano, que ellos hagan su propia presentación. Esa posición firme y valiente contra la guerra como una maldición que no queremos entre dos pueblos que están llamados a seguir siendo siempre hermanos.
"Yo le dije que les iba a leer nuestro documento, de la federación de iglesias evangélicas. Era algo más breve pero con la misma línea de pensamiento que la otra. Los diarios, que no saben distinguir muchas veces, inmediatamente pensaron que lo habíamos hecho en consulta mutua para ponernos de acuerdo y decir la misma cosa. No era así, no había habido ninguna consulta previa. El estaba anticipando un documento, yo anticipaba otro y compartíamos una posición que llegó a ser la de los cristianos en un momento en el que corrimos el riesgo de una guerra que hubiera sido un desastre para los países.

En Bahía Blanca


Pagura recordó que debió ir a Bahía Blanca "para seguir la campaña por la paz. Visité a dos obispos católicos: uno me sorprendió con una espiritualidad que no entiendo así. El me habló con términos simbólicos: hay que apretar la tecla de la espiritualidad, me dijo. Bueno, yo entendía que había que poner énfasis en la espiritualidad, pero aquí había que actuar, hacer sentir la presencia, el pensamiento en acción y en riesgo si es necesario, y era muy difícil en ese momento oponerse a la guerra.
"Visité al otro obispo y me decepcionó más porque me dijo: mire, la guerra ya está firmada, falta solamente el visto bueno de Jorge Rafael Videla y la cosa se lleva adelante. Ya está todo decidido, de manera que no hay nada que hacer.
"En realidad qué audaces somos cuando somos jóvenes, algunos queremos seguirlo siendo siempre, porque yo le dije: ¿usted cree en Dios?¿Cómo me hace esa pregunta? -me respondió- "porque yo soy obispo". "Yo también", le dije.
"¿Usted no cree que Dios puede hacer algo más que los generales y comandantes que tenemos aquí en Bahía Blanca concentrados y que son los que le están dando a usted las noticias y anunciándole el porvenir?.
"Le hizo así caer en un facilismo y en una neutralidad que simplemente es complicidad con el régimen establecido y con una guerra que evidentemente está contra la voluntad específica de Dios por la paz de nuestra tierra y de nuestro continente.
"Me fui muy decepcionado porque me dijo que estaba todo decidido y que no había más que hacer.

En Viedma

Continuó Pagura: "Fui a Viedma, queriendo encontrar a monseñor Hesayne, porque sabía que con él sería otra cosa. Pero no estaba Hesayne, y estaba un ayudante, cuyo nombre ahora no recuerdo. Cuando le planteé la pregunta: qué van a hacer ustedes frente a este problema de la guerra. Miren que el nuncio apostólico nos dijo que los obispos son los que tienen que reaccionar y mover las cosas en este caso. Entonces, me dijo: obispo, si usted me da un minuto, voy a mi escritorio y le muestro algo.
"Trajo una copia magnífica dirigida a todo el Episcopado argentino, lo cual en esa época era muy peligroso, porque los militares no querían saber absolutamente nada de quien se quisiera oponer a sus planes. Ya decididamente, como lo había dicho el obispo de Bahía Blanca, estaba establecido.
"Me leyó esa carta en la que se oponían. Decía: si nosotros no callamos, si dejamos que esa guerra siga adelante, vamos a ser cómplices de un crimen colectivo. Cuando conocí todo ese texto, le dije: usted es un profeta de Dios. Usted está actuando como el sentido de su conciencia que Dios le manda. No podía menos que arrollidarme junto a usted y pedir a Dios que esas palabras suyas se multipliquen en la conciencia de los obispos argentinos y que esa guerra sea de todas maneras clausurada, suspendida definitivamente. Así lo hicimos: oramos de rodillas los dos en la salita previa a su oficina, diciendo: Señor, ayúdanos, este es nuestro propósito, necesitamos tu ayuda para hacernos fuertes y mantenernos en esa línea que tú nos señalas muy claramente.
"De esa manera fuimos aprendiendo a practicar el ecumenismo que tanto recomienda don Jorge y que él lo vivía permanentemente en todo su andar.

El ministerio de Novak


Hablando del ministerio de Novak, Pagura refirió tres ejes "además de todo lo que ustedes consideran de tanto valor, como la parte institucional, organizativa, etcétera, donde él tenía muchas misiones y las llevaba adelante, las promovía, ponía su cuerpo detrás de ellas.
"Pero quiero mencionar: la defensa de la vida, los derechos humanos, para él fundamentales, no era un lujo. Esa tuvo que haber sido la posición de todos los obispos y de todas las iglesias de distintas confesiones u orígenes.
"Un periodista me dijo: el día en que ustedes, los cristianos, se unan para enfrentar ciertas situaciones, ustedes pueden frenar una guerra, ustedes pueden frenar una carrera armamentista, ustedes pueden cambiar muchas cosas. ¿Pero dónde están los obispos?¿Dónde están los dirigentes de tantas iglesias evangélicas, ortodoxas, católica romanas para asumir posiciones de acuerdo a los tiempos que corren?. Eso es lo que nos está demandando en nuestro tiempo.
"Luego, el tema de la paz, que acabo de mencionar y que ocupaba también un lugar importante en el pensamiento y en el ministerio de don Jorge.
"Y finalmente el tema ecuménico, que para él tenía un futuro, que como decía Juan Pablo II tiene que ser irreversible. Pobre de aquéllos que aunque hablen de ecumenismo están viviendo en la realidad con la situación antiecumenista. Se están engañando a sí mismos. Y ya la gente empieza a darse cuenta la diferencia entre un ecumenismo teórico y un ecumenismo comprometido que tiene un precio que todos tenemos que pagar. En ese sentido, el ecumenismo debe ser hoy el llamado que nos está haciendo Dios para poder hacer nuestra contribución a una crisis de civilización como la que estamos viviendo.




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