CANEO... CUENTO


Patricio Astiz, un joven hincha Cervecero, acercó este Cuento para Miguel Caneo, dedicado al ex futbolista quilmeño, hoy en Arsenal de Sarandí (fue el autor del cuarto gol de Arsenal en la victoria 4 a 1 sobre el decano en el Centenario).
Patricio dice qué lindo es ver jugar a Miguel.
"Parece mentira che, pasan los años, los días, !el tiempo! Y Miguel sigue haciendo de las suyas, es un placer a la vista, ese flaco digno de una derecha prodigiosa dueño de miles de hazañas y más para nosotros que somos un club bastante sufrido.
Vino de Boca en la temporada 2004-2005 y la verdad que en ese momento pasó inadvertido. Será porque cada vez que Boca nos daba un jugador pasaba sin pena ni gloria, solo basta recordar a Franco y Naveda que habían venido como figuras a cambio de los pibes del club, que pintaban para crack, que hacía que cada vez que el equipo de la ribera te daba un jugador o era un burro o lo hacía para afanarte las joyas de las inferiores, pero Miguel era diferente. En los primeros partidos ya empezó a mostrar una pausa en el momento justo, un amague, un pase en profundidad, cosas que nosotros mucho no estamos acostumbrados. Con decirles que en toda nuestra historia son contados con los dedos de una mano esa clase de jugadores. Acá uno bueno no dura un año sin que lo vendan, y hasta a veces queda libre por algún negociado chino que se mandan los dirigentes.
"La verdad es que a veces busco el momento en mi cabeza que me diga cuándo fue que se recibió de ídolo y no me acuerdo. Es más, a veces hasta pienso que nació futbolísticamente acá, que surgió de las inferiores, que NACIO ídolo. Debe ser porque con él en la cancha siempre había esperanza de que algo pase. Es de los jugadores que te dan ganas de pagar una entrada para ir a verlo. Lo que pasa es que "es lindo ver jugar a Miguel", cómo siente el fútbol, cómo juega con al cabeza, cómo siente la camiseta, cómo los compañeros lo buscan sabiendo que si la pelota está debajo de la suela de Miguel, hay muchas posibilidades de que algo pase.
"Hoy por hoy en este fútbol donde todos mueren por Europa o México o dónde sea que haya guita, es difícil para los clubes chicos como el nuestro tener ídolos de acero. Y OJO, cuando digo ídolos no me refiero a cualquier perejil, que hace dos partidos buenos, se besa la camiseta y después se va a otro equipo, te hace un gol, se besa la otra. Me refiero a esos que cuando todos se quieren ir, este quiere volver, que no le importa si estás en primera o en la B, que siente el club con el corazón y amor de esos que trascienden, que dejan huella, viste. Vos podés estar con una mina que te dice que te ama, pero a la larga te das cuenta que en realidad está con vos porque no tiene a nadie mejor para salir, y después cuando cualquier boludo le dice dos o tres piropos, chau, se te fue con otro. Bueno, los ídolos que yo digo son distintos. Son los que te dan amor en todo momento, los que te lo demuestran en cada gesto, en esos gestos que trascienden lo futbolístico. Si no, que alguien me explique cómo alguien quiere venir a un club como este, que ni siquiera te pagan el sueldo como corresponde, un club en que los momentos futbolísticos son más los malos que los buenos, un club donde los dirigentes usan a los ídolos para hacer un poco de demagogia y después, manejar el club como un almacén de barrio. La verdad es que hay dos opciones para querer jugar acá: o soy muy hincha o no tenés un mejor lugar para ir, y creo que Miguel, como hijo adoptivo de la casa, se hizo hincha de verdad.
"Cómo olvidar ese primer gol con la Blanquita. Fue en Mar del Plata en el 2004. Centro del 7, -que paradójicamente también había jugado en Boca, pero que lejos de convertirse en ídolo, vivió más lesionado de lo que jugó- y Miguel entró de 9 al área chica y punteó la pelota cuando salía el arquero para que nos traigamos los tres puntos de la feliz. Será que cuando alguien se mete en la piel del hincha, hace que sea recordado en cada charla, en cada asado, en cada rincón donde te juntes con algún otro hincha y como las historias de Miguel cobran vida, hacen que uno recorra mentalmente uno a uno todos los goles que hizo defendiendo nuestra camiseta.
"Al otro año jugamos la Copa Libertadores. Para nosotros es un acontecimiento muy poco frecuente. Con decir que la jugamos solo dos veces en 128 años de historia. Y fue el mítico San Pablo de Brasil el que le tocó venir a jugar al estadio Centenario. La verdad es que ese día no cabía un alfiler en la cancha. Debo reconocer que fue uno de los partidos en que ví más gente en la cancha y empezamos ganando con un gol de Arcángel, un 9 que después se hizo famoso por ponerse de novio con una vedetonga de moda. Pero los brasileños nos dieron vuelta el partido y en el minuto 33 del segundo tiempo, Miguel entrando solo por el segundo palo, metió un cabezazo al ángulo que hizo delirar a todo el estadio. Debo confesar que ese fue el primer día en que particularmente empecé a sentir cosquillas cada vez que Miguel tocaba la pelota.
"En total, ese año jugó 44 partidos e hizo 6 goles.  Para un 10 clásico, una cifra nada despreciable. Con decir, que fue goleador nuestro de la temporada. Jugó e hizo jugar, y creo que fue lo que hizo que la gente coreara su nombre cada vez que la voz del estadio lo nombraba con la diez... y la cancha de venía abajo.
Al año siguiente, lo que le pasa siempre a nuestro club: los dirigentes habían gastado lo que no tenían para jugar la Libertadores y no quedó un sope para traer a nadie. La historia repetida de siempre, deudas al plantel, jugadores que pedían irse y muy pocos los que se quedaron para afrontar lo que venía, y uno de los que le puso el cuerpo a la situación fue Miguel. Se quedó un año más a defender los colores aun sabiendo que el panorama era negro oscuro, y seguramente iba a cobrar con mucha suerte y a los premios.
Ya en la primera fecha de local empezó a ratificar todo lo que había mostrado el torneo anterior., y le empatamos a los rosarinos con gol de Miguel dos minutos antes de que termine el partido.
"La verdad es que la campaña fue mala, pero Miguel otra vez volvió a hacer de las suyas y en 30 partidos convirtió 10 goles, !10 goles! Vaya paradoja, el 10 que hizo 10, y fue el goleador nuestro de la temporada. Ahí ya Miguel era un bálsamo en medio de la tempestad. Era una rosa creciendo en medio de un campo de maíz deglutido por las langostas. Cuando te dolían los ojos de ver el partido, solo tenías que mirar fijo lo que hacía Miguel en la cancha. Era lindo verlo, agradable, te hacía sacar una sonrisa, te daba esperanzas cada vez que tocaba la pelota, aun sabiendo que era imposible que el solo pueda ganar un partido, pero les juro que generaba eso en la gente.
"Al año siguiente se fue, pero ojo, no porque el haya querido. El pase era de Boca y después de dos préstamos decidió venderlo a Chile. Ya Miguel se había metido en el corazón de todos los hinchas que desde que jugó ese último partido contra River en el 2006 soñaba con verlo otra vez con la blanquita.
El final fue cantado: a pelearla nuevamente. !Qué karma tenemos, históricamente nunca pudimos mantenernos más de cinco años en primera y una temporada después que Miguel se fue nos fuimos a la B.
Y lo que pasó después es la historia de siempre: sufrir, sufrir, sufrir, en el ADN de cualquier hincha nuestro el sufrimiento está a flor de piel. Vivimos de sueños e ilusiones porque realidades son muy pocas las que disfrutamos.
Miguel anduvo por Chile. Volvió a la Argentina a jugar en Godoy Cruz de Mendoza pero fue en Colombia donde pareció haber encontrado su lugar en el mundo. Campeón en 2008, máximo goleador del equipo. La verdad es que todos soñábamos con su vuelta pero sabíamos que era prácticamente imposible. ¿Cómo repatriar a alguien que la está rompiendo afuera? Y más si estás en la B nacional. Solamente dos clases de personas pueden volver a un club como el nuestro: o alguien que es muy hincha o alguien que no tiene mejor lugar para ir (estoy teniendo un deja vu), y para que alguien decida volver en esas condiciones, habla de que no somos un club más en su vida, y el sentimiento que tiene le pudo ganar a la razón. El sueño de todo un pueblo se volvió realidad el día en que volvió Miguel y para jugar en la B Nacional. "Vengo a ascender" dijo, y !vaya si cumplió! Todavía tengo pegada en la pared de la pieza la tapa del diario con la foto de Miguel con el Botellón de cerveza, festejando el ascenso a primera.
"Estuvimos once años para volver a primera en 2002, y cuando parecía que íbamos camino a pasar unos cuantos años en el ascenso, Miguel dijo presente y nos devolvió con su magia a la elite del fútbol argentino.
Tengo miedo de ser reiterativo, pero la historia de nuestro club es tan circular como una pelota de fútbol. Trajimos para jugar en primera un técnico de renombre, jugadores importantes y caros, esos que venían con chapa y recorrido en primera pero que todos sabíamos que era un cheque en blanco que el club estaba firmando, y Miguel fue relegado al banco de suplentes.
"Cuando la campaña era tan mala que se había devorado a dos técnicos, el tercero que vino se acordó que en el fútbol está todo inventado y escuchó el grito de guerra de la gente cada vez que veía a Miguel en el banco. !Cómo lo pedimos, qué manera de gritar para que el 10 nos devuelva la esperanza, y al técnico no le quedó otra que frotar la lámpara para que el Genio Miguel aparezca en un equipo que estaba en coma profundo, condenado al descenso una rueda antes, y les juro por lo que más quieran que un equipo que estaba muerto en vida, llegó con vida a la última fecha del campeonato.
"Lamentablemente, no alcanzó. Nos fuimos al descenso pero Miguel se puso el equipo al hombro. Se podía haber ido cuando los técnicos que se fueron lo metieron en el freezer pero eligió quedarse, sabiendo que la parada era muy difícil. Fue baluarte del equipo, a tal punto que muchos equipos grandes preguntaron por él. Hasta se lo nombraba para ir a Europa. Así que era casi imposible que Miguel se quede a disputar la B Nacional con nosotros. Y cuando digo "casi imposible" es porque solamente un hincha de verdad o alguien que... en fin. !Qué lindo es verlo jugar a Miguel! En ese campeonato Miguel manejó los hilos de un equipo sólido que sabía a lo que jugaba. Ganaba, gustaba y hasta goleaba, y obviamente, coronó un ascenso épico en Puerto Madryn ante una multitud que deliraba, tanto por Miguel como por nuestro querido club. Porque Miguel podía jugar en el equipo que quiera, porque talento le sobraba, y eligió quedarse acá. Se bancó el descenso, se bancó jugarse el prestigio y más en este fútbol, donde generalmente la gente es bastante ingrata: hoy sos Jesús y mañana sos Judas. Y Miguel demostró que la magia estaba vigente y ese amor con la gente era inquebrantable, indestructible, pase lo que pase, le devolvió la alegría al pueblo. Otra vez la elite, otra vez codearse con los grandes y todo gracias a Miguel que dejó, junto a sus compañeros, el corazón en cada partido.
"Dicen que la palabra persuade pero el ejemplo arrasa. Y Miguel fue ejemplo para todos, un ejemplo de que las cosas se cumplen en la medida en que le ponés el corazón, y Miguel lo puso al servicio no solo del equipo sino de la institución.
Ya en la primera otra vez Miguel siguió haciendo de las suyas, y hasta le hizo un gol a Colón de tiro libre, que lo compararon con el de !Maradona!. Ese día la gente del sabalero lo aplaudió de pie cuando salió de la cancha. ¿Cuántas veces pasa en un partido que una hinchada rival aplauda a un jugador contrario que le pintó la cara adentro de la cancha? Diría que solo los elegidos pueden traspasar esa frontera. Se requiere una dosis de carisma adentro del cuerpo de un señor, de un jugador sobrio, respetuoso, incapaz de faltar el respeto a la gente o a un rival. En este fútbol argentino, que pase esto, diría que es casi imposible, pero él lograba eso. Es lindo verlo jugar a Miguel.
"Miguel ya estaba en la piel del hincha. La idolatría estaba en su punto máximo y los dirigentes que tenemos, cuando terminó la temporada, lo dejaron ir... bah, acá esto no es cosa nueva. A los ídolos se los maltrata, se los usa, se los llama cuando hay elecciones para que la gilada vaya y los vote. Después, cuando no los necesitan más, los descartan como perros. Es la historia repetida y con Miguel no fue la excepción. Lo mandaron a jugar a Colombia, donde también era ídolo. Y nosotros otra vez, a soñar con su vuelta, imaginarlo con la 10 en la espalda y la cinta de capitán, dibujando gambetas y convirtiendo historias en leyendas.
"Pasaron ya tres años del último partido y hoy por fin voy a ver a Miguel. Está en el banco de suplentes. No juega de titular, pero es lindo hasta verlo entrar en calor. Ese pique suave, sereno, calmo, me hace acordar cuando estoy pasado de rosca de laburo y me voy al mar a ver desde la orilla cómo llegan las olas cuando pasan la rompiente, con esa brisa cálida. Eso es Miguel, una brisa cálida en medio de la tempestad.
"Y llega el segundo tiempo. El técnico lo manda a la cancha para tener la pelota. Mis ojos no pueden dejar de mirarlo: Es lindo verlo jugar a Miguel. No sé si para la pelota o tiene un revólver en la derecha y le pega un tiro. La deja mansa debajo de la suela, la abre de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda. El partido ya está definido, 3 a 1 abajo, lo único que me queda para no volverme local  es verlo jugar a Miguel.
En un abrir y cerrar de ojos, pierdo de vista la jugada, solo veo que Miguel corre dentro del área, se prepara para cabecear un centro, la pelota no le llega a la cabeza, lo busca como su mejor socio a Miguel que la pone suave al ángulo derecho...!GOL!.
"Les juro que fue el primer gol de Miguel que no grito, pero sí uno de los goles que más me hizo llorar como un chico, no lo puedo contener. Lo veo llorando a Miguel y estoy sintiendo la bronca que debes sentir. No puedo más que aplaudirte y corear tu nombre. Tengo ganas de que ese gol sea con nuestra camiseta pero el destino y los Genios que manejan nuestro club hacen que ese gol tuyo sea el cuarto de ellos, que sentenciennla historia. Pero les confieso que no puedo dejar de admirarlo. No me duele el gol, si no cada lágrima que sale de los ojos de Miguel, porque cada una de las gotas de sus ojos son como dagas que me perforan todo el cuerpo, y hasta me imagino las cosas que deben estar pasando por su cabeza, y seguro que son iguales a los recuerdos de cada uno de nosotros.
"Semejante gesto lo hace alguien que ama de verdad. Cuando llorás por algo no hay vuelta atrás. Lo tenés metido muy adentro del corazón y ese llanto fue recíproco. Entre la derrota del partido y la tristeza de que el 10 no esté jugando para nosotros, mi cerebro le habla a mi cuerpo y le dice en forma de pensamiento:  Qué lindo es ver jugar a Miguel, y al menos hace que mi boca esgrima una sonrisa y vuelva a soñar con verte otra vez con la blanquita".

Por lo que comentó el autor de este relato, Caneo se emocionó con el testimonio y pidió conocerlo a Patricio, quien se manifiesta socio e hincha del Quilmes Atlético Club.

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