FERNANDO Y DI CAPRIO

Fernando Caruso es un joven y talento estudiante de cine (cursa en la ENERC, Escuela Nacional de Enseñanza y Realización Cinemotográfica).
En este escrito el joven cuenta un sueño, que lo tiene de protagonista junto... a Leonardo Di Caprio.

"Sobre el mantel blanco estaban el mate y el termo. Alrededor de la mesa mi mamá, mi papá, un par de señores Random y, creo que por primera vez en mi casa (y quizás en Lomas), Di Caprio. Lo había visto días atrás en The Revenant pero su apariencia ya había mutado. Estaba como de ceremonia, frac-camisa-moño, afeitado y todo el pelo tirado hacia atrás.
"En palabras de él se iba derechito para los Oscar, aprovechaba un ratito y ya se las tomaba para allá. Mi papá agregó que iríamos para despues quedarnos 20 días en New York. Qué raro el viejo diciendo niu shork y no castellanizado, por no agregar que los Oscars son en las costas del otro océano.
"Mientras tanto el Leito comía un alfajor de maicena. Pero de esos artificiales, de tapa dura, maciza, que no se te deshacen en la boca. Me dijeron que me apure, que nos estábamos yendo. Por inercia fui a mi pieza, pero sin la certeza de poder hacer algo. Volví al comedor y ya no estaba Di Caprio y Cía., sólo mi papá, malhumorado porque soy un pelotudo. Porque a Niu York vamos pero ya a los Oscars no. La puta madre.
"En ese espacio donde abruptamente se disiparon los límites entre living, comedor, pasillo y pieza pero que en mi inconsciente era mi habitación agarré una valija que aparentaba estar llena. Se me ocurrió que mi deber era irme al patio, al que fui, donde estaba mi papá diciéndome que ya era tarde, que no había viaje.
"Durante los demás sueños, creo, perduró un dejo de melancolía que se extendió hasta que abrí los ojos.
"Ahora bien. ¿Por qué esa melancolía? Probablemente, por la cancelación del viaje con Di Caprio a los Oscars, sobre todo teniendo en cuenta que la desazón mayor fue esa. Aunque haciendo un análisis más profundo podría leerse como una liberación al sentimiento reprimido de saber que mis papás viajan por el mundo y no me llevan a ningún lado (creía y sigo creyendo que no me molestaba).
"Pero la verdad sea dicha, creo que el quid de la cuestión no pasa por ahí sino por la noción del crimen que significa,  y teniendo en cuenta mi orgullo patriota, el hecho de que a un extranjero le den de comer un alfajor de maicena de tapa dura. Podría Di Caprio haberse llevado la mejor impresión, pero fallamos".

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