Difícil profesión la de técnico del fútbol argentino. En el torneo de primera división, el hecho de contar con 30 clubes y sólo dos descensos, pareció imaginar que el conductor de cada plantel podría moverse con mayor tranquilidad. No fue así y fueron muy pocos los equipos que pudieron mantener al técnico a lo largo de la temporada.
Los casos más emblemáticos son los de Ricardo Zielinsky en Belgrano de Córdoba y de Pedro Troglio en Gimnasia de La Plata. Ambos llevan varias temporadas al frente de sus equipos.
En otros casos, han habido cambios.
Boca y River, por ejemplo, han mantenido a sus técnicos -Arrubarrena en los xeneizes y Gallardo en los millonarios, pese a que la continuidad del vasco Arruabarrena va a depender de las elecciones de diciembre en el bicampeón del fútbol argentino-, en cambio San Lorenzo, con buenas perfomances en los últimos tiempos, tuvo la salida del Patón Bauza y la llegada de Pablo Guede, quien estaba dirigiendo en Chile.
En Argentinos Juniors, tras la eliminación de la liguilla presudamericana, se fue Pipo Gorosito. En Tigre, dijo adiós Gustavo Alfaro.
De Velez se fue Miguel Angel Russo y el futuro tendrá a Germán Bassedas como conductor (fue manager tiempo atrás).
En Lanús todo hace suponer que tras la disputa de la liguilla presudamericana, el granate dejará ir a los mellizos Barros Schelotto (Racing es uno de los clubes a los que podrían ir. Precisamente en la Academia está cumpliendo sus últimos partidos el técnico Diego Cocca).
En San Martín de San Juan se fue Carlos Mayor y lo propio hizo Daniel Oldrá en Godoy Cruz de Mendoza.
Después de haberlo ascendido dos categorías en un año, Ricardo Rezza dejó de ser el técnico de Temperley.
En Atlético Rafaela se fue Leonardo Astrada. En Colón sigue Darío Franco, que salvó al club del descenso y hoy viene cumpliendo una buena perfomance en la liguilla presudamericana.
En fin, la lista sería interminable. La realidad, que es la única verdad, dice que resulta difícil mantenerse en este fútbol argentino tan cambiante.
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