ILLIA

En estos tiempos de democracia y de elecciones, vale la pena recordar la declaración jurada del doctor Arturo Umberto Illia, luego de su presidencia.
Decía que tenía 3 trajes grises, un traje negro, dos sacos sport, tres camperas, cuatro pulóveres, ocho camisas de vestir, cuatro camisas de manga corta, diez pares de medias, tres pares de zapatos negros, un par de chinelas, un deshabillé, una salida de baño, ocho juegos de ropa interior, diez corbatas, tres pijamas, un par de anteojos negros y un portafolios.
Todo un ejemplo de honestidad y austeridad. Un hombre que llegó pobre a la presidencia de la Nación y que se fue más pobre todavía.
Sin duda, todos los políticos tendrían que tomar ejemplo de este médico, que accedió a la presidencia en 1963 y que fue derrocado por un golpe militar el 28 de junio de 1966.
Illia había nacido en Pergamino, provincia de Buenos  Aires y en Cruz del Eje ejerció la medicina.
Un coterráneo suyo, el cantante Jairo, dijo de Arturo Illia: Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia.
En ese sentido el artista contó una vivencia estremecedora de su Cruz del Eje natal. Una madrugada su hermanita no paraba de temblar mientras se iba poniendo morada.
No sabían qué hacer y fueron a buscar al médico. El doctor Arturo Illia se puso un sobretodo sobre el pijama, se trepó a su bicicleta y pedaleó hasta la casa de los González.
Apenas vio a la nenita, dijo Hipotermia.
"No sé si mi padre entendió lo que esa palabra rara quería decir" relató Jairo.
La sabiduría del médico ordenó algo muy simple y profundo: que el padre se sacara la camisa, el abrigo y que con su torso desnudo abrazara fuertemente a la chiquita a la que cubrieron con un par de de mantas. A la hora la niña empezó a recuperar los colores, y a las 5 de la mañana, cuando ya estaba  totalmente repuesta, don Arturo se puso otra vez su sobretodo, se trepó a la bicicleta y se perdió en la noche. El teatro se llenó de lágrimas.
Los aplausos de la sala denotaron que gran parte de la gente sabía quién había sido ese médico rural que llegó a ser presidente de la Nación. "Por eso escribo esto para los jóvenes que no lo conocieron".
Citas que lo dicen todo: El Producto Bruto Interno en 1964 creció un 10,3 por ciento y en 1965 el 9,1 por ciento. Tasas chinas, diríamos ahora. En los dos años anteriores, el país no había crecido. Asumió con 23 millones de dólares de reservas en el Banco Central y cuando se fue había 363 millones. De otro planeta.
Claro que el país no era un paraíso. El gobierno tenía una gran debilidad de origen. Había asumido aquel 12 de octubre de 1963 sólo con el 25,2 por ciento de los votos y en elecciones donde el peronismo estuvo proscripto. El voto en blanco rozó el 20 por ciento y por lo tanto, el radicalismo no tuvo mayoría en el Congreso.
"Tampoco hay que olvidar el encarnizado plan de lucha que el Lobo Vandor y el sindicalismo peronista le hizo para debilitarlo sin piedad". Por supuesto que tuvo errores.
Pero la gran verdad es que Illia fue derrocado por sus aciertos y no por sus errores. Por su histórica honradez, por la autonomía frente a los poderosos de adentro y de afuera. Tuvo el coraje de meter el bisturí en los dos negocios que incluso hoy más facturan en el planeta, los medicamentos y el petróleo. Nunca le perdonaron tanta independencia. Por eso le hicieron la cruz y le apuntaron los cañones.
Por eso digo que a Illia lo voltearon los militares fascistas como Onganía que defendían los intereses económicos de los monopolios extranjeros. El lo dijo con toda claridad: a mí me derrocaron las 20 manzanas que rodean a la Casa de Gobierno.
Nunca más un presidente en nuestro país volvió a viajar en subte o a tomar café en los bolichones. Nunca más un presidente hizo lo que él hizo con los fondos reservados: no los tocó.
Nació en Pergamino pero se encariñó con Cruz del Eje donde ejerció la medicina, su vocación de arte de curar personas con la medicina. Atendió a los humildes y peleó por la libertad y la justicia para todos. A don  Arturo Illia lo vamos a extrañar por el resto de nuestros días.
Porque hacía sin robar. Porque se fue del gobierno mucho más pobre de lo que entró y eso que entró pobre.
Su modesta casa y el consultorio fueron donaciones de los vecinos y en los últimos días de su vida atendía en la panadería de un amigo. Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia, Marito González, Jairo.
Vale destacar que estas palabras del cantante fueron difundidas por Graciela Gorrochategui.

El tío Néstor

Alguna vez el tío Néstor Menescaldi, taquígrafo de la Presidencia de la Nación, relató que en una oportunidad abrió la puerta del despacho presidencial y encontró al primer magistrado actuando como médico, atendiendo a una persona. "Es un amigo de Cruz del Eje y lo estoy revisando" señaló Illia.

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