Horacio Rodríguez Larreta es el flamante jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, tras los comicios de ayer. Pero el triunfo por apenas tres puntos sobre Martín Lousteau merece el comentario, porque finalmente pareció ser una victoria a lo Pirro.
Recordemos que Pirro era aquel militar que ganó una batalla con tantas bajas en su ejército que lo llevó a decir que ganar de esa forma es bastante preocupante, o por lo menos suele sonar a derrota.
Si Mauricio Macri creyó que su crédito, Larreta, ganaba con holgura el balotaje la pifió, y eso se lo hicieron saber no sólo Lousteau, el gran triunfador de ayer, sino los socios del frente Cambiemos y el oficialismo nacional, que con Scioli a la cabeza ahora se envalentona pensando en que puede llegar a ganar las elecciones en primera vuelta.
El 9 de agosto serán las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias), y allí quedará delineada la línea de partida para el gran acto comicial del 25 de octubre. Precisamente el sciolismo en particular y el oficialismo del Frente para la Victoria sueña con que no habrá balotaje, o sea que Scioli sacará la ventaja necesaria para que no haya que dirimir en noviembre.
El PRO tendrá que reposicionarse después del shock de la víspera, y trazar una estrategia que le permita seguir alentando esperanzas de gobierno nacional a partir del 10 de diciembre. En ese sentido se hace necesario que el líder deje de lado el personalismo y entiendad que los frentes deben abarcar lo más dentro de lo posible, ya que el exceso de individualismo o la creencia de invencibilidad suelen ser malos consejeros.
Las elecciones de ayer agrandaron al cristinismo y al FPV, como para que comiencen a cargar sobre las posibilidades del macrismo.
En ese sentido, el candidato a gobernador y jefe de gabinete, el quilmeño Aníbal Fernández, sonríe desde el balcón del bigote y se relame pensando en que puede festejar de antemano, con un presidente Naranja y un gobernador Cervecero, aunque las burbujas de esa candidatura a más de uno lo saquen de quicio.
Recordemos que Pirro era aquel militar que ganó una batalla con tantas bajas en su ejército que lo llevó a decir que ganar de esa forma es bastante preocupante, o por lo menos suele sonar a derrota.
Si Mauricio Macri creyó que su crédito, Larreta, ganaba con holgura el balotaje la pifió, y eso se lo hicieron saber no sólo Lousteau, el gran triunfador de ayer, sino los socios del frente Cambiemos y el oficialismo nacional, que con Scioli a la cabeza ahora se envalentona pensando en que puede llegar a ganar las elecciones en primera vuelta.
El 9 de agosto serán las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias), y allí quedará delineada la línea de partida para el gran acto comicial del 25 de octubre. Precisamente el sciolismo en particular y el oficialismo del Frente para la Victoria sueña con que no habrá balotaje, o sea que Scioli sacará la ventaja necesaria para que no haya que dirimir en noviembre.
El PRO tendrá que reposicionarse después del shock de la víspera, y trazar una estrategia que le permita seguir alentando esperanzas de gobierno nacional a partir del 10 de diciembre. En ese sentido se hace necesario que el líder deje de lado el personalismo y entiendad que los frentes deben abarcar lo más dentro de lo posible, ya que el exceso de individualismo o la creencia de invencibilidad suelen ser malos consejeros.
Las elecciones de ayer agrandaron al cristinismo y al FPV, como para que comiencen a cargar sobre las posibilidades del macrismo.
En ese sentido, el candidato a gobernador y jefe de gabinete, el quilmeño Aníbal Fernández, sonríe desde el balcón del bigote y se relame pensando en que puede festejar de antemano, con un presidente Naranja y un gobernador Cervecero, aunque las burbujas de esa candidatura a más de uno lo saquen de quicio.
Comentarios