MEISZNER


El secretario general de la Conmebol, el quilmeño doctor José Luis Meiszner, habló en TN sobre el fallo que se apresta a dar la entidad sobre el bochorno del jueves con el partido Boca-River por la Copa Libertadores de América.
En primer lugar, lamentando lo ocurrido en la Boca, comparó con lo que pasa en Europa, describiendo que había estado en finales de torneos de ese continente, "donde el que pierde forma parte del espectáculo, donde los jugadores se acercan a las tribunas visitantes para recibir la medalla, con el respeto, no con alegría el que pierde pero aceptando el juego, donde uno debe ganar y otro, perder. 
"Nosotros en la Argentina, lentamente hemos inventado la cultura, donde está prohibido perder, pero no se puede no perder y entonces a partir de allí se dan situaciones curiosas.
"Yo he sido testigo de futbolistas que a la hora de recibir la medalla del segundo puesto se han sacado el cuello y no se la pudieron poner.
"En la Argentina es más perdonable ser tercero que segundo y entonces, todas estas cuestiones hacen que uno pueda ver, en las plateas que cuestan muchísimo plata, a profesionales, a funcionarios, con actitudes que realmente son patéticas y no se compadecen con las conductas de personas normales. O sea, estamos un tanto enfermitos en todas estas cosas.
"Yo creo que si esto se quiere tratar con la seriedad que esto amerita, para que no termine matando al fútbol, no debe faltar nadie en la mesa. Debe haber un compromiso del estado, esto tiene que ver con la justicia, con fueros especiales, policías especiales, con dirigentes que de alguna manera se sientan acompañados y sostenidos para poder luchar contra una violencia muy particular.
"Porque el primer consejo que les van a dar es por qué no hacen lo que hicieron los ingleses. ¿Sabe por qué no se puede hacer lo que hicieron los ingleses? Porque los ingleses se emborrachaban en distintos pub e iban a la cancha a romper todo y a pelearse para ver quién era el más guapo, pero ninguno vivía de ser guapo, ninguno vivía de la violencia.
"En la Argentina la violencia está siendo cada vez un negocio más importante, donde los delincuentes se reciben de referentes, donde tienen actividades afines, y si nosotros no resolvemos rápidamente entre todos, pretender que esto lo resuelva solamente una de las patas de los que participamos en esta cuestión será una falsa expectativa que seguramente terminará frustrando las cosas.
 El periodista Antoniana le señaló al quilmeño que había dicho algo que "no se lo escuché decir a nadie: que la raíz del origen de quienes después fueron los violentes ingleses, venían de otro lugar, inclusive muchos de esos ingleses violentes hasta pertenecían a la clase alta. Era la borrachera mezclada con la violencia, no había detrás un negocio en sí mismo y hubo mucha dureza por parte del estado. Acá hay una marginalidad con violencia que por otra parte seduce a determinados sectores de la población.  Yo he sabido por ejemplo de barrabravas que han sido invitados a cumpleaños de chicos de quince o dieciocho años como regalo, como se lleva a una estrella, como si usted llevara a un cantante famoso.
¿Qué le produce a la otra sociedad, a la supuestamente más preparada, más culta, más racional, tener esa suerte de atracción por la marginalidad?
Respondió Meiszner: "Está bien pero mire, éste es un tema en el que nos debieran ayudar sociólogos pero este sincericidio, esta conversación que estamos teniendo... nosotros pertenecemos a una sociedad en la que se dice con orgullo: yo soy ladrón pero nunca vigilante. Esta sociedad, donde usted tiene que ir a buscar la solución del problema en alguien que está asociado al delincuente y entonces, usted está muy lejos de poder recibir la solución, más bien va a recibir un problema más tarde. Esta es una sociedad, mire... A una cancha de fútbol en Europa entran loquitos, gente que no entiende sus procederes, fanáticos, salen cuatro tipos de dos metros de altura, un cuello como el de Mike Tyson, lo agarran del cuello, la gente los aplaude y el espectáculo sigue. Porque un tarado o un enfermo puede haber en cualquier aglomeración de gente.
Pero, ¿sabe qué pasa en la Argentina cuando un policía corre a un barrabrava por toda la cancha? La gente putea al policía y aplaude al barrabrava. 
"Y después no nos ponemos colorados cuando nos sentimos agraviados por todo esto. Entonces, este es un problema tremendo, grave, es decir bueno... aquí tiene que haber trabajo para sociólogos, sicólogos, aquí lo más importante es salir corriendo, lo reitero, a tirarle el muerto a otro pero nunca se habla con seriedad. Y muchos de los que se quejan de la violencia putean al policía cuando sale a buscar al delincuente.
El periodista Antonina le dijo: "Doctor, pero no hay señales desde el poder, y no me refiero al poder presente sino también a poderes pasados, para que esto no ocurra. Vamos 48 horas atrás: un colectivo en la provincia de Buenos Aires. Está el tipo que sube a robar, y uno no sabe si va a matar. Un policía que está arriba, que sabe que si estos tipos saben que es policía, está muerto. Reacciona y mata a dos, está metido en un despelote grande".
Meiszner contestó: "No, no. Yo no quiero vulgarizar mi comentario en el sentido de trasladar esta cuestión a otros ámbitos, porque estamos hablando de fútbol y yo quiero hablarle de esta problemática desde la óptica del fútbol con toda humildad, porque a mí me preocupa y me excede la consideración. Pero desde el fútbol hay una sola alternativa para tratar de atenuar las consecuencias de esto. ¿Sabe cuál es? La prevención. Cuando tiene al delincuente dentro del estadio perdió la pelea. El fútbol no va a poder cambiar los enfrentamientos sociales. Lo que tienen que impedir en principio y como primer capítulo de esta historia es dejar al delincuente fuera. Esa es la premisa y no creer que se va a poder erradicar la delincuencia desde el fútbol. Por de pronto, el delincuente afuera. Porque sino la otra en la que incurrimos también es un deseo que uno da a la sociedad. Porque en un lugar en el que concurren veinte o veinte cinco mil personas, cincuenta tipo se sienten con autoridad para, digamos, obtener un resultado de una justicia cuasi meditada, donde la inmensa mayoría que se portó bien termina pagando por estos delincuentes por su inconducta.
Y como hombre de derecho que soy, digo que tampoco es un buen mensaje para la sociedad que es lo mismo portarse bien que mal. Yo no soy digamos un defensor de los castigos colectivos. Las sociedades  organizadas castigan a los delincuentes y protegen a los de buen comportamiento. Pero es tan complicado todo y tan importante abarcar la actividad por la delincuencia, que es un tema que amerita un tratamiento por todos. Nadie tiene derecho a no sentarse ni ser excluido de esto, porque este es un tema, que en distinta proporción, en distinta entidad, nos toca a todos. 
"Han habido legisladores que creyendo que agravando la pena lo resolvía. Hubo jueces, como el doctor Perrotta, que escribió 28 tomos, suspendió el fútbol por dos meses y medio porque creía que era posible cambiar estas cuestiones desde un expediente judicial. Estas cuestiones son mucho más serias, más difíciles de resolver y en el mientras tanto hay que tomar medidas cautelares. Y las medidas cautelares son asociarse por la prevención. No hay otra solución. Lo demás sólo se resolverá como se resolvió en otros países: con educación, con cultura y me da la impresión, al menos en mi caso, no voy a tener tiempo para poder disfrutarlo.

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