TRIBUNERO


En la tribuna siempre aparece la reflexión. Independiente había consumado su victoria sobre Quilmes -un triunfo merecido, que incluso pudo ser más amplio- y el sufrido hincha Cervecero mencionaba que con sus 45 años iba a ver al Decano desde los 5, "cuando mi papá me llevaba a Guido y Sarmiento. Y en realidad, tengo que decir que en esos tablones estaba la alegría".
Hay que recordar que recién en abril de 1995 Quilmes comenzó a jugar en su nuevo estadio, el Centenario, o sea que este año se cumplirán dos décadas de aquel inicio.
Hoy Quilmes presenta un equipo mosaico, con nuevo cuerpo técnico, muchos jugadores que llegaron en distintas condiciones y la necesidad de ser pacientes, pensando en el armado de un equipo.
Se sabía que las tres primeras fechas iban a ser karma, porque los rivales eran nada menos que Lanús, Ríver e Independiente. Y de esos nueve puntos en juego, sólo se sumó uno, con River.
Ayer se vio con total la claridad la gran diferencia entre un equipo armado y otro en formación, además de las diferencias de jerarquía futbolística.
Independiente -más allá de las críticas de algunos hinchas, sobre todo cuando juega en Avellaneda- cuenta con dos laterales (Toledo y Tagliafico), llegados de Bánfield y que rápidamente se plantaron en la línea defensiva.
Junto al gran momento de Mancuello y Pisano, el olfato de Albertengo -los goles que está añorando Rafaela- y la velocidad del Tren Valencia, conforman la columna vertebral de un equipo que intenta jugar y que haciendo correr el balón, aprovechando los espacios y las ventajas que le da el rival, está para ganar, gustar y si se puede, golear.
Quilmes se mostró desconectado,  no tuvo volumen de juego el medio campo, donde Braña se multiplicaba para tratar de contener al rival, sin la compañía de Calello y Zacaría, y con las lagunas de Droopy Gómez y Buonanotte. Arriba el "llanero solitario" Bieler, perdido en la selva.
Así las cosas el golazo de Mancuello permitió al Rojo establecer supremacía y generar situaciones, que no se tradujeron en conquista.
Faltando poco para el primer tiempo, Droopy Gómez con soberbio tiro libre -hubo falta a Buonanotte- estableció un empate con sabor a injusticia.
La justicia llegó en el complemento, con el gol de Albertengo, con una contra eficaz, la expulsión de Buonanotte por planchazo a Papa y la lesión de Malrechauffe, que lo tendrá alejado de las canchas por un buen tiempo.
Quilmes terminó rindiéndose ante la superioridad del Diablo y dejó en los hinchas la sensación de que hay que ser pacientes.
En todo caso las exigencias vendrán en el futuro, fundamentalmente cuando se juegue contra los rivales que pelean con el Cervecero la permanencia, es decir, los diez ascendidos, más Defensa, Olimpo, Rafaela, Tigre. No hay que olvidar que sólo descienden dos entre treinta, por lo que estar en el maldito grupo de los dos significará una campaña muy pobre.
Precisamente el próximo compromiso es el primer gran desafío, porque el rival es Aldosivi, que perdió los dos partidos que jugó y que en esta fecha juega con Sarmiento en Junín (los dos son recién ascendidos).
Habrá que ver de qué forma plantea el encuentro el técnico Falcioni, teniendo en cuenta el mal de ausencias y los defectos que aparecieron ayer.
Quizás le caiga mejor la condición de visitante para el esquema que pretende el DT. Falcioni sabe que todo el prestigio sirve para alimentar la paciencia, pero si los resultados no llegan las cosas se complican. El punto con River, de visitante, fue una bocanada de aire fresco. Después de lo ayer, volvieron las sombras y la preocupación. ¿Será el de Mar del Plata la gran excusa para cantar victoria?
PD: Ah, volviendo al tribunero del principio, vale dejar picando esta reflexión: "A este club no le faltan jugadores, desde hace años sufre la falta de dirigentes".

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