Cada día se complica más el caso Nisman, porque en el afán de embarrar la cancha se van sumando denuncias, que aparten del verdadero sentido del caso: encontrar cómo murió y si fue asesinado, quién fue el autor o autores.
En ese sentido las expresiones del jefe de gabinete, el quilmeño Aníbal Fernández, parecen contribuir a ese escenario.
Porque no sólo se va oscureciendo la meta sino que además no se habla de asuntos fundamentales, como ha sido la denuncia del fiscal, que iba a presentar en el Congreso y que no pudo hacerlo porque apareció muerto el día anterior. Hoy se están cumpliendo dos meses de aquel hecho.
Hay muchas preguntas sin respuesta: ¿por qué viró radicalmente la Argentina en su relación con Irán?¿Por qué se aprobó en tiempo récord un memorando de entendimiento que nunca fue aplicado?¿Qué se dice de las revelaciones que en su momento hizo el periodista Pepe Eliaschev, y que más tarde ratificó el periodista y escritor Rodolfo Terragno, y que ahora han aparecido con lujo de detalles en la publicación de la revista brasileña Veja?
Se quiere hacer aparecer al fiscal Nisman como un irresponsable, un dilapidador de fondos del Estado, etcétera, y resulta que el fiscal está muerto en una situación todavía oscura.
Y lo que parece una mueca de esta realidad argentina, resulta increíble que sea nada menos que Aníbal Fernández el que pretenda dar lecciones de valores morales... ¿No es demasiado?
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